Cuando se convoca en cualquier marco una reunión de “solidaridad con Palestina” es lamentablemente sideral la distancia entre lo que esto debería significar y lo que se da en la práctica. Lo que ocurrió esta semana en la Cámara de Representantes del Parlamento uruguayo no fue la excepción. El Frente Amplio convocó a la sesión, pero, cuando ésta ya se estaba desarrollando, diputados de la bancada oficialista no pudieron menos que expresar pesar por su tono: por ejemplo, los legisladores Gustavo Zubía y Felipe Schipani del Partido Colorado que no esperaban que una sesión de apoyo a los palestinos se convirtiera en una tribuna de expresión de odio contra Israel, país amigo de Uruguay, reconocido por Uruguay apenas se fundó.
El problema es que no lo esperaban porque ellos y seguramente muchos otros de los legisladores participantes fueron a la sesión con buena intención. Es que Israel nunca consideró que sea un problema expresar apoyo a los palestinos. El problema pasa por la distorsión de la historia y de la realidad actual.
Recordemos ante todo que el motivo de fondo de la sesión es conmemorar la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, que recomendó la partición de la Palestina del Mandato británico en un Estado judío y otro árabe. Claro que quienes distorsionan la historia intencionalmente (¿o será por mera ignorancia?) hacen caso omiso de un “pequeño detalle”: que los judíos aceptaron aquella resolución y salieron a bailar a las calles, mientras que los árabes, incluyendo el liderazgo de los árabes locales que hoy se llaman palestinos, la rechazaron y se lanzaron a la guerra contra los judíos. Y meses después, cuando salió de la Palestina del Mandato británico el último soldado inglés, cinco ejércitos regulares árabes invadieron el territorio del Estado judío recién declarado, proclamando explícitamente su deseo de destruirlo.
Afortunadamente, no lo lograron. Y hasta hoy, todos aquellos que exigen el cumplimiento de aquella resolución, “olvidando” que fueron los árabes los que la violaron y arruinaron, disfrazan de lucha por la libertad, la justicia y los derechos humanos lo que es en realidad un rechazo a la existencia misma de Israel. ¿Qué dirían los diputados del Frente Amplio que hablaron en la sesión en cuestión del Parlamento si los árabes hubieran ganado aquella guerra? Esa victoria, que por suerte no lograron, habría significado el exterminio de la población judía del entonces naciente Estado de Israel.
Un comentario semántico ineludible, recordatorio relevante dado el nombre de la sesión en cuestión del Parlamento.
Palestina nunca fue un Estado árabe independiente. Nunca existió un Estado palestino. La primera vez que los árabes palestinos recibieron gobierno autónomo, fue a comienzos de los 90 del siglo pasado, como resultado de los acuerdos de Oslo firmados con Israel.
El nombre Palestina nada tiene que ver con los árabes palestinos, sino que fue el nombre que el imperio Romano dio al territorio antes llamado Judea, para vengarse de los judíos que se habían levantado en rebelión contra Roma, y tratar de sumir en el olvido el vínculo histórico entre los judíos y su tierra ancestral. De hecho, recién en el siglo VII comenzaron a llegar árabes a la tierra en cuestión, cuando, después del nacimiento del Islam, las tropas de Mahoma comenzaron a avanzar hacia otras latitudes desde la península arábiga. Por su parte, los judíos ya habían sido independientes en la zona mucho tiempo antes.
La desde entonces llamada Palestina era un territorio ocupado por distintos poderes foráneos, desde que los judíos fueron expulsados y obligados al exilio. Durante cerca de 500 años, dominó la zona el imperio Otomano, período durante el cual no se usaba siempre ese nombre, ya que los otomanos dividían los territorios bajo su control en provincias. Luego, el Mandato británico. Y en 1948, llegó la independencia de Israel, el Estado judío que adoptó su nombre bíblico, ya que Palestina había sido una imposición romana que nada tenía que ver con su vida. Si los árabes hubieran aceptado la antes mencionada resolución de la ONU, 1948 habría sido también el año de independencia del Estado árabe sugerido, que hoy se llamaría Palestino.
Pero volviendo a la sesión del Parlamento, varios de los diputados del Frente Amplio que hablaron deshonraron la tribuna del mayor símbolo de la democracia uruguaya, utilizando su tiempo para mentir y demonizar a Israel. No esperábamos que cuenten sobre los palestinos que reciben tratamiento médico en Israel, sobre los palestinos que ansían recibir permiso de trabajo en Israel no sólo porque eso les permite mantenerse dignamente sino porque están amparados por la protección social de la Histadrut, la confederación general de trabajadores de Israel. Dicho sea de paso, Israel permite el ingreso también de 15.000 trabajadores de Gaza, aunque el territorio está gobernado por la organización terrorista Hamás.
Los diputados en cuestión no sólo presentaron un cuadro distorsionado de la realidad, sino que también desaprovecharon la oportunidad para expresar verdadera solidaridad con los palestinos.
Esa solidaridad es más que necesaria. Deberían exhortar al liderazgo palestino a no hablar de la paz sólo en inglés ante el mundo mientras en árabe, a su pueblo, transmite un mensaje de odio y de lucha constante. Deberían haber exigido que la Autoridad palestina, su televisión oficial, sus redes, dejen de transmitir mensajes a sus propios niños y jóvenes enseñándoles que los “mártires”, o sea los terroristas que murieron matando en atentados diversos, no son un modelo a seguir, sino todo lo contrario. Deberían haber recalcado que decir a los palestinos, tal cual se hace ahora, que el sueño es la “shaháda”, el martirologio, o sea morir matando, no es el porvenir que quieren para sus jóvenes.
Y tanto, tanto más….
La solidaridad con los palestinos, puede incluir por cierto críticas a Israel. Es más que legítimo. Pero entre eso y el odio destilado, hay años luz de distancia; un espectáculo bochornoso en la Cámara de Representantes. Afortunadamente, no tenemos duda: no representa a la mayoría del Parlamento uruguayo.