Contenido creado por Gonzalo Charquero
Alejandro Andrada

Escribe Alejandro Andrada

Opinión | Los desafíos del Presupuesto Participativo de Montevideo

Como herramienta de desarrollo local ofrece enormes posibilidades, pero entiendo que lamentablemente se ha desvirtuado.

23.04.2023 16:23

Lectura: 6'

2023-04-23T16:23:00-03:00
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El Presupuesto Participativo (PP) es una herramienta de participación ciudadana creada en Porto Alegre, Brasil, en el año 1989.

En Montevideo se implementó por primera vez en 1990 y ha sido una característica de la Intendencia de Montevideo, bajo la administración del Frente Amplio. Desde entonces, ciclo a ciclo se viene modificando, a través de la incorporación de “nuevas reglas”.

Desde 1990 hasta 2005 fue la primer etapa, la concreción de sueños, una especie de idilio que implicó la realización de asambleas multitudinarias junto a los vecinos. Los intendentes Tabaré Vázquez y Mariano Arana recorrían las 18 zonas en las cuales se organizó el departamento, generando el diálogo con la ciudadanía, determinando las prioridades locales del gasto público. Lo acordado se transformaba en un compromiso de gestión anual. Puedo dar fe de que se puso mucho amor y mucho trabajo en esa etapa, al fin y al cabo era algo por lo que muchos habían militado durante años.

Ser frenteamplista y sentarse a discutir con el blanco y el colorado era aceptado por la mayoría, valorado positivamente por muchos, pero cuestionado por algunos extremistas aislados que promoviendo de manera sistemática desórdenes en las asambleas y hasta peleas, fueron boicoteando el proceso desde adentro.

A partir del año 2006, el PP cambió de modelo. La Intendencia de Ricardo Ehrlich buscó profesionalizar la tarea y la llenó de profesionales, hasta convertirse en una versión más o menos parecida a la que conocemos hoy. Entraron a la cancha los equipos multidisciplinarios —con psicólogos incluidos— y lo que en algún momento quiso ser “ciudadanía en movimiento” pasó a ser algo parecido a sesiones de terapia grupal. A modo de ejemplo, al vecino que quería la luz en su cuadra lo hacían jugar con una madeja de lana para presentarse, luego participar de análisis FODA, y otras prácticas de laboratorio social que poco a poco fueron desmotivando la participación de muchos.

Desconozco cómo fue la situación en el resto del departamento, pero en el norte de Montevideo, libres de caudillos locales, la iniciativa “transformadora” vendría liderada por “las organizaciones sociales”, léase por ONGs amigas, muchas de ellas vinculadas también a los SOCAT (Servicio de Orientación, Consulta y Articulación Territorial).

Un modelo a seguir

El PP es considerado por organismos internacionales como la ONU, la CEPAL y el Banco Mundial, una buena práctica de gestión pública que posee algunas características definidas.

En su versión original:

1. Cualquier persona puede participar, proponer y el Gobierno no puede excluir a nadie ni descalificar propuestas sin justificación válida.

2. La participación se da dentro dentro de un marco donde los ciudadanos definen las reglas de participación.

3. Los participantes discuten cada aspecto del proyecto, hasta en sus detalles menores.

4. Todo el proceso es transparente, los controles son permanentes y la rendición de cuentas se da año a año.

El primero era mejor

Comparado con la versión actual, entiendo que el modelo inicial de Montevideo era mejor y se parecía más al “gaúcho”, el original. Aunque los números parecen contradecirlo, la Intendencia asegura que la edición 2021 fue un éxito. Los argumentos de su visión optimista son 89.722 votos registrados y 899 propuestas registradas en total.

Si analizamos el siguiente cuadro veremos que respecto a la cantidad de propuestas no hubo tal récord como se proclamó.

En la cantidad de sufragantes sí, se superó la cifra de años anteriores, que tuvo su piso en el año 2013 durante la administración de la profesora Ana Olivera, con 70.721 votos. El pico más alto de votación en una instancia municipal se dio en la elección de los Concejos Vecinales de 1998, durante el mandato del arquitecto Mariano Arana, en esa ocasión participaron 106.909 vecinos, vale decir que hasta 2006 votaban solamente los mayores de 18 años y desde 2007 pueden hacerlo los mayores de 16.

A través del PP, la Intendencia de Montevideo ha realizado decenas de obras y muy bonitas: crear o mejorar plazas, crear o reparar espacios deportivos, mejoras en vialidad, tránsito, saneamiento y alumbrado, entre otras.

Atrasos

Algo que resulta bastante desmotivante en el caso montevideano, es la demora en la concreción de las obras, no de todas, pero sí de muchas.

En el año 2021, voceros oficiales comunicaron que la pandemia había afectado el proceso de construcción de las obras del presupuesto participativo, pero el retraso en realidad viene de antes.

Por ejemplo, en el año 2007, a dos años de implementarse el nuevo sistema basado en el “concurso de ideas”, un 40% de las obras del ciclo 2006 estaban sin realizar. En la ocasión las demoras fueron atribuidas a dificultades en el proceso de licitación.

En 2021, se informó que de 382 propuestas aprobadas entre 2006 y 2018, 40 estaban sin terminar: una de 2011, siete de 2013, cuatro de 2016 y 28 de 2018. En tanto, unas 18 están en obra, 14 en proceso de licitación y ocho en otros procesos de tramitación.

Al momento de escribir esta nota en 2023, las obras terminadas del período 2021 eran cinco, sobre un total de 54.

La pregunta que me hago y muchos se hacen es: ¿No será conveniente ponerse al día antes de seguir acumulando proyectos?

Concurso de ideas

La versión original del PP de Montevideo distaba mucho de parecerse a un concurso de ideas. Antes se discutía junto a los vecinos generando planes de desarrollo zonal (PLAEDEZ) en los cuales se insertaban las obras zonales, que a la vez irían en sintonía con un plan mayor a escala departamental.

El trabajo con las “organizaciones sociales” tiene el atractivo de poder llegar a grupos humanos numerosos y esto en términos electorales puede resultar seductor, pero el mano a mano entre vecinos, sin intermediarios, era otra cosa.

Tengo la idea de que muchas obras bajo el modelo actual poco aportan al desarrollo comunitario. Si falta la visión global integradora, el resultado puede ser la concreción de obras desconectadas.

Más allá de las “contrapartidas”, me preguntó qué tiene que ver, por ejemplo, el techo del gimnasio de un club privado con el plan de desarrollo zonal de una zona donde no hay calles, no hay saneamiento, no hay luces. Seguramente muy poco.

En resumen

El presupuesto participativo permite a la Intendencia y a los municipios obtener inserción territorial y social a través del contacto con ONGs, clubes y organizaciones diversas, contribuyendo a construir relaciones de cooperación a largo plazo.

Como herramienta de desarrollo local ofrece enormes posibilidades, pero entiendo que en el caso de Montevideo —lamentablemente— se ha desvirtuado. Desarrollar acciones inconexas, por fuera de un plan de desarrollo local, es desde mi punto de vista el mayor error. Tal vez contribuya a intereses corporativos y electorales, pero entiendo que se ha apartado de sus postulados fundamentales, los cuales sería bueno recuperar.

También podríamos hablar de lo que aparentemente son costos muy elevados en cada obra, pero en esta oportunidad no poseo elementos suficientes para analizar el tema.