Por Dhayana Carolina Fernández-Matos*
Latioamérica21
En los últimos días, la comunidad internacional ha sido testigo de la violación de los derechos políticos en Venezuela durante el proceso de inscripción de las candidaturas para la elección presidencial, fijada para el 28 de julio de 2024 por el Consejo Nacional Electoral (CNE).
Esta fecha está cargada de simbolismo para el chavismo ya que es el natalicio de Hugo Chávez Frías y se pretende conectar con sus seguidores. Ante el rechazo que tiene Nicolás Maduro entre los chavistas moderados —quienes siguen evaluando positivamente al comandante, pero que cuestionan a su sucesor por la situación socioeconómica, la deficiencia de los servicios públicos y la carencia de garantías para el ejercicio de los derechos sociales: a la salud, a la educación de calidad, a un salario digno, entre otros—, se apela a las emociones.
La realización de las elecciones presidenciales en el segundo semestre de 2024 forma parte de los compromisos establecidos en el Acuerdo de Barbados, firmado entre el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y la oposición, representada en la Plataforma Unitaria de Venezuela. Allí se incluyó expresamente en el primer compromiso “el derecho de cada actor político de seleccionar su candidato para la elección presidencial de manera libre y conforme a sus mecanismos internos, atendiendo a lo establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la ley”. Esta era la garantía mínima exigida por la oposición.
María Corina Machado Parisca
En este contexto, se realizan las primarias de la Plataforma Unitaria el 22 de octubre de 2023 para la selección de una candidatura de la unidad en las que, María Corina Machado Parisca, autodefinida como liberal, del partido Vente Venezuela, ganó con más del 90% de los votos. Machado representa al ala más radical y de derecha de la oposición venezolana, es denominada por algunos como la “dama de hierro venezolana”, en reminiscencia a la primera ministra Margaret Thatcher con quien comparte ciertos planteamientos, entre ellos, la reducción del Estado y el liberalismo económico.
Machado lleva más de 20 años en los espacios públicos y políticos, primero en la organización Súmate y desde 2012 con la fundación de su partido. Hasta su elección, se había caracterizado por negarse a mantener diálogos con el gobierno y por tener diferencias públicas con la mayoría de los líderes de la oposición. Estos rasgos son evaluados positivamente por una parte de la población que la ve como la única alternativa para salir del actual gobierno. Para otra parte, su tozudez e intransigencia, pueden ser un obstáculo para una eventual transición política.
En un primer momento, su apoyo provenía principalmente de las élites y de los venezolanos más pudientes en el exterior, pero en los últimos tiempos ha logrado conectar con una parte de los sectores populares que la vislumbran como la única alternativa para salir de la actual situación. Cabe destacar, no obstante, que la caída de la popularidad del régimen es de tal magnitud que, según distintas encuestadoras, cualquier candidatura y no sólo María Corina, obtendría más votos que Nicolás Maduro. Por supuesto, en unas elecciones libres, competitivas y en las que se respetaran los resultados electorales.
Una de las anécdotas más recordadas de María Corina Machado fue su enfrentamiento con Chávez en la Asamblea Nacional el 14 de enero de 2012. Luego de un discurso del mandatario que duró más de 9 horas, Machado, quien en ese momento era diputada, tomó la palabra y lo increpó por no pagarle a las personas a quienes había expropiado. Le señaló que “expropiar es robar”, lo que causó gran molestia a Chávez, quien le contestó: “Me has llamado ladrón en público, pero no te voy a responder porque águila no caza mosca; no estás a mi altura para hablar conmigo, si ganas las primarias debatiremos”.
Las reacciones no se hicieron esperar. Del lado del gobierno, se burlaron de Machado y decían que Chávez la había humillado. No faltaron los memes y los comentarios cargados de violencia por ser mujer y ocupar espacios políticos. Del lado de la oposición, también. Con comentarios cargados de estereotipos, se señalaba que era la única que “había tenido los pantalones” para decirle las verdades a Chávez en su cara.
La violencia contra las mujeres que ocupan los espacios políticos en Venezuela es una constante que afecta indiscutiblemente a María Corina Machado por ser actualmente la lideresa más visible, pero que ha sido dirigida contra otras mujeres de la oposición, como es el caso de Delsa Solórzano. También las chavistas la han sufrido. Una de las que más ha sido objeto de este tipo de agresiones es Delcy Rodríguez, pero también Cilia Flores y la hija menor de Hugo Chávez, Rosa Inés, nombrada presidenta del Instituto Nacional de Parques (Inparques). Esta violencia puede ser dirigida contra una mujer, pero el mensaje es para todas: los espacios políticos no son para las mujeres.
La última en ser agredida por ocupar los espacios político-electorales, por ser mujer y por su edad, ha sido la académica Corina Yoris-Villasana.
La otra Corina
Ser elegida candidata de la unidad no le aseguraba a María Corina Machado que se pudiera inscribir ante el CNE, ya que fue inhabilitada para el ejercicio de cargos públicos durante 15 años. No es la única en la oposición a quien el régimen ha inhabilitado. Por el contrario, ha sido una estrategia constante contra los adversarios que se han considerado peligrosos. Esta vez, pese a la presión por la firma de los Acuerdos de Barbados, la situación no cambió, por lo que Machado no pudo inscribirse.
Tras largas negociaciones entre los partidos que conforman la Plataforma Unitaria, el sábado 23 de marzo, María Corina Machado presentó a quien se había designado para sustituirla: Corina Yoris-Villasana.
Yoris-Villasana es una académica de 80 años, filósofa y licenciada en Letras, con maestría en Literatura Latinoamericana y doctora en Historia, individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua, ocupando el sillón que anteriormente fue de Eduardo Blanco, Vallenilla Lanz y Rómulo Gallegos. Las reacciones no se hicieron esperar. La doctora despertó el interés de la población y hubo quien consideró positivo que no fuera una política tradicional. Otros hicieron hincapié en sus credenciales, pero no faltaron los comentarios cargados de violencia por el hecho de ser mujer y octogenaria.
Corina Yoris-Villasana no fue objeto de uno de los clichés más usados para descalificar a las mujeres que participan en los espacios políticos: la falta de preparación académica. Pero, entre detractores y defensores, se le dio mucha importancia a su edad, al hecho de ser una abuela, incluso, a su forma de vestir, lo que no ocurre con los hombres. En Venezuela hay varios líderes hombres septuagenarios y octogenarios a quienes se les cuestiona por distintas razones, pero no por la edad como en este caso.
Pero pese a todos los esfuerzos, el régimen no permitió la inscripción de la candidata designada por María Corina Machado. Solo pasado el límite de tiempo establecido, se inscribió la candidatura de Edmundo González Urrutia por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), para no perder la tarjeta y pensando en la posibilidad de cambiarlo antes del 20 de abril, fecha límite para hacerlo.
Por ahora, María Corina Machado insiste en que su candidata es Corina Yoris-Villasana, aunque no esté inscrita, lo que afecta la necesaria unidad para enfrentarse a una autocracia en la que se tiene claridad, o se debería tener, que no están dadas las condiciones para posturas extremistas, sino que debe haber disposición para el diálogo y la negociación. Eso es parte de la política, hacer lo que se puede con lo que se tiene, sin olvidar las armas del contendiente.
No hay claridad sobre lo que sucederá en los próximos meses de esta contienda electoral; el régimen arreciará e impondrá más obstáculos. Lo que sí debiera estar presente es que la abstención no es una alternativa y que las mujeres no serán figuras meramente decorativas en las decisiones que se tomarán.
* Dhayana Carolina Fernández Matos es doctora en Ciencias Políticas. Profesora investigadora de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Simón Bolívar (Colombia). Integrante de la Red HILA y de la Red de Politólogas #NoSinMujeres.