Hacía mucho tiempo que no participaba en un acto político. El lunes 17 estuve en el lanzamiento de La Patriada en apoyo a Yamandú Orsi a la candidatura a la Presidencia de la República y convocado bajo la consigna “De todas partes vienen los orientales”.
Demás está decirlo, que yo apoyo desde hace tiempo a Yamandú Orsi y luego de su discurso del pasado lunes, me reafirmo plenamente. Sobre todo por dos conceptos que considero claves para un cambio profundo y amplio en la realidad política nacional con un fuerte impacto en la política económica y social del país, que tanto lo necesitamos.
No fue un acto frenteamplista, aunque había naturalmente pueblo frenteamplista, y no fue en absoluto montevideano, había delegaciones y oradores y oradoras del interior del país. Creo que es un dato político importante. Se inauguraba la sede de La Patriada y para un movimiento que quiere ser nacional, está ubicada en Montevideo.
Voy a rescatar dos conceptos de mucha actualidad y significado en el discurso de Orsi. En primer lugar y de manera reiterada el tema de la verdad, y por lo tanto de la mentira. En la actualidad una de las mayores gangrenas de la política nacional e internacional es el reiterado uso de la mentira, de la deformación de los hechos duros y crudos como parte del discurso, del relato y como base de la acción.
No me refiero a la “verdad” como concepto filosófico, que hace tiempo he abandonado porque forma parte de recuperar de forma permanente el sentido crítico, en primer lugar de nuestras propias concepciones, sino lisa y llanamente la verdad de los hechos, que no pueden entreverarse, manosearse a gusto y gana para justificar todo y el contrario de todo. Sobre la mentira solo se pueden basar malas políticas y una profunda y grave deformación de la política.
Y Orsi, insistió varias veces en el concepto, lo definió y resaltó su importancia, pero además de hablar del tema, en varias acciones de su gobierno departamental ha demostrado su apego a ese principio, sobre todo cuando las cosas duelen, cuando se trata de usar la verdad dentro de su propia fuerza política y afrontar las consecuencias. Incluso pronunciarse sobre temas delicados y complejos, que podían traerle dolores de cabeza. Dijo lo que piensa, porque el punto de partida era la verdad de los hechos. No voy a referirme a hechos concretos, porque todos los recordamos.
La mentira es el rasgo más peligroso del actual gobierno, la insistencia y el encadenamiento de mentiras tras mentiras, surgidas muchas de ellas en la campaña electoral y continuadas en estos años de ejercer el Poder Ejecutivo y la mayoría del Poder Legislativo. Es una construcción piramidal de mentiras.
Mentiras flagrantes sobre la entrega del puerto por 60 años a Katoen Natie, mentiras a montones en los sonados casos del pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset y decenas y graves mentiras sobre Alejandro Astesiano, que se van conociendo paso a paso. Pero hay mucho más. En toda la negociación y la definición de la reforma de las jubilaciones y pensiones y en la política educativa y de seguridad. En el tema de seguridad se podría escribir un catálogo de mentiras.
La mentira tiene un doble carácter venenoso, deforma los hechos, empobrece el discurso político, pero además introduce la mentira como algo normal en la sociedad, envilece la cultura moral y ética de la sociedad. Todas las inmoralidades, todas, absolutamente todas se basan en la mentira. Y es una grave subestimación de los ciudadanos.
Y este gobierno, desde la propia Presidencia hacía abajo, ha hecho uso y abuso de la mentira, de la deformación de los hechos y de la insistencia en esa misma mentira. Y faltan varios escándalos por explotar, el más notorio el de Casa de Galicia y su regalo al Círculo Católico.
No hablemos de las promesas y la realidad en materia de política exterior, que hace agua por los cuatro costados. Entre mil promesas no hemos avanzado en un solo tratado de libre comercio con nadie. Pero los memorándums siguen firmándose, tendremos una biblioteca especial.
El otro aspecto que quiero resaltar del discurso de Orsi fue el tema de la generosidad y la humildad para hacer política y sobre todo para gobernar. No lo prédica, lo hace, basta ver sus relaciones con muchos integrantes de la oposición en su departamento, tanto en la distribución de recursos, como en muchos pequeños-grandes hechos personales y humanos. Orsi ya ha demostrado en ocho años de gobierno en Canelones, en su presencia en el Congreso de Intendentes y dentro de su departamento que es generoso, abierto y asume con humildad su condición de gobernante. Me lo decía un querido amigo diputado blanco por el departamento de Canelones, muerto muy joven y una pérdida para la política nacional.
La contracara de esas virtudes es el actual gobierno, un presidente que maneja la coalición con actitud monárquica. Él dirige, él negocia, él decide y a pesar de haber obtenido algo más del 50% de los votos de la coalición en octubre del 2019 y algo más del 50% en el balotaje de noviembre de ese año, se mueve con un poder casi absoluto, en primer lugar ante sus propios socios.
Se niega a formar una mesa de negociación estable y permanente con los demás partidos, negocia por separado y le impone al Partido Colorado las condiciones impuestas por Cabildo Abierto, sobre la reforma de las jubilaciones. Eso también es posible porque un experimentado y probado dirigente político que dirige el Partido Colorado, Julio María Sanguinetti, se lo permite y lleva su partido a la bancarrota y porque el dirigente del Partido Independiente, aunque a esta altura alcanzaría cono llamarlo el “PI”, es poco más que una mascota de Lacalle. Y los que siguen mis columnas y opiniones, saben que he sido particularmente cuidadoso sobre este tema. Pero ahora la situación rompe los ojos.
Las mascotas se desviven porque sus dueños obtengan todos los beneficios aunque ellos desaparezcan del escenario político. Y hacia allí van.
Por eso, para gobernar bien, para encarar cambios profundos y progresistas en serio, para asumir los errores del pasado y enmendarlos, hace falta generosidad y humildad, en primer lugar con el pueblo, con la gente, con los ciudadanos de todos los colores y luego naturalmente con las fuerzas políticas, las que forman el gobierno, pero con el conjunto. Ser generosos y humildes es tener confianza plena en la condición de progresistas, de ser de izquierda. Las razones y las prioridades tienen más fuerza cuando se discuten, cuando se dialogan y cuando representan amplias mayorías, que no se construyen solas.
Allí está la explicación básica de porque Orsi está hace muchos meses en todas, absolutamente todas las encuestas de intención de voto por candidatos, siempre primero en el entorno del 20% del total del electorado y los que lo siguen de todos los partidos nunca superan el 10%.
Esa mayoría se da incluso teniendo un sector del 10% de la población nacional que todavía no lo conoce, lo que le da un mayor valor a la opinión ciudadana.
Orsi es una carta muy importante, fundamental para que el progresismo, con fuerzas más amplias que el propio Frente Amplio, como lo demuestra La Patriada y el movimiento que ha formado Richard Read logren desplazar esta coalición de derecha del gobierno. Pero es más importante que el país tenga un gobernante con experiencia en el segundo departamento en población del Uruguay, que ha demostrado que su convocatoria a la verdad, la honestidad y la humildad política, serán poderosos instrumentos para cambiar, no para hacer mejor lo que se hizo en los anteriores gobiernos, sino para dar un salto general del país en su desarrollo, en su calidad democrática y por lo tanto en su libertad y en su justicia social y en su cultura. También en su cultura política.