Partimos de la base que todo aquel que esté interesado en difundir la verdad sobre Israel, conoce a su pesar el fenómeno de la demonización y distorsión de su realidad, de la que es víctima el Estado judío. Son numerosas las mentiras inventadas sobre su sociedad y el manejo del Estado. La desinformación intencional no sólo miente sobre Israel, sino que, al presentarlo como ejemplo de opresión y violencia, pretende blanquear a quienes sí merecerían condena por lo que hacen, tanto terroristas que le atacan como países que quisieran eliminarlo y son en sus propias fronteras ejemplo de crueldad con sus propios ciudadanos y por supuesto con sus minorías.
Y vemos este martes las fotos de Qaid Farhan Muhamad Alkadi de 52 años, israelí beduino musulmán de la ciudad de Rahat, rescatado por tropas israelíes de un túnel en Gaza, atendido por médicos judíos y saludado con emoción por altos oficiales del ejército, felices todos de verlo libre, y nos preguntamos si acaso habrá alguien que demoniza a Israel que reconozca cuán equivocado está.
Hay un solo punto en común entre Israel y sus enemigos.
Hamás no discriminó el 7 de octubre. Asesinó y secuestró a judíos, musulmanes, cristianos, mayormente israelíes, pero también extranjeros que trabajaban o estudiaban en el sur del país. Todos fueron sus víctimas, tanto de asesinatos como de secuestro.
Israel, por su parte, no discrimina en los intentos de salvación, en el esfuerzo de velar por todos.
Es un hecho. Tropas israelíes lograron llegar a él y rescatarlo. No se ha revelado todo aún y no se sabe con exactitud si fue una casualidad, si se “toparon” con él durante un operativo en un túnel o si llegaron a él por informaciòn previa de Inteligencia. Lo que cuenta es que unidades especiales de las Fuerzas de Defensa de Israel arriesgaron sus propias vidas para salvar a Farhan. Lo afirmamos aun sabiendo que lo encontraron cuando no estaba rodeado de terroristas, ya que adentrarse en un túnel, tal cual lo ha dejado en claro la dinámica de los últimos meses, siempre es un enorme riesgo. Más de un soldado cayó en esta guerra por explosivos en bocas de túneles.
La alegría que estalló en Israel con la liberación de Farhan fue enorme, como siempre en estas situaciones. Si bien está claro que cada comunidad celebra en forma especial cuando uno de sus hijos vuelve —y en este caso fue notoria la felicidad en la ciudad beduina de Rahat en el sur—, la alegría manifestada en la opinión pública, en los medios, en el comentario general de la gente, era evidente.
Y luego, la llegada al hospital en el helicóptero de la Fuerza Aérea que esperaba a Farhan para sacarlo de Gaza de regreso a Israel, a recibir atención médica. Apoyándose en los soldados, bajó del helicóptero. Uno de sus hermanos destacó después en entrevista con la radio israelí que agradece todo lo que están haciendo en el hospital por él: el nivel de los estudios, lo detallado de la atención para cerciorarse de su estado de salud y de las carencias que quizás haya que suplir.
Los beduinos, una minoría importante en la población israelí, residentes tanto en el sur como en el norte del país, han ligado en forma clara su vida a la del Estado. Si bien hay en su seno un fenómeno complejo de delincuencia, hay también altos porcentajes de voluntariado a las Fuerzas de Defensa de Israel y la Policía. El 7 de octubre, varios héroes salieron de esa comunidad. Hubo beduinos que arriesgaron sus vidas para salvar a compatriotas judíos. Hoy, afortunadamente, uno de ellos salvó la suya, gracias a las Fuerzas de Defensa de Israel.
Desde el primer ministro, al presidente del Estado o el ministro de Defensa, todos celebraron con sendos mensajes de “bienvenido a casa” el rescate de Farhan. Especialmente emocionante nos resultó el encabezamiento del comunicado de la oficina de Benjamín Netanyahu, con un versículo bíblico: “Veshávu baním ligvulám”, o sea “Y los hijos volverán a sus fronteras”. Palabras del libro de Jeremías para celebrar el regreso a casa de un ciudadano musulmán de Israel.
Que podamos celebrar el regreso de todos los otros 108 secuestrados que aún están en Gaza, para dar sepultura digna a los muertos y abrazar a los que resistieron hasta ahora, ya 326 días desde el maldito 7 de octubre.