Recuerdo perfectamente cuando durante los gobiernos de izquierda, muchos uruguayos —mucho más allá del Frente Amplio— temían ver ese titular en los medios. Astori daba seguridades, certezas en la economía, la materia donde la izquierda en América Latina, y en el mundo, ha tenido más problemas y fracasos.
Ayer renunció a su banca en el Senado, donde había asumido por primera vez en 1990 elegido en la lista 1001, aunque encabezaba todas las listas del Frente Amplio. Otros tiempos. El FA tenía el 20% de los votos nacionales.
Me podría refugiar en el rencor para darle simplemente un carácter informativo a esta columna o a la noticia, pero sé que el rencor envenena, que impide tener una mirada justa y completa y es capaz de enturbiar la propia visión de la historia. Porque de eso estamos hablando: de la historia del país y de la izquierda uruguaya.
Astori tiene 82 años, todos sabemos que fue senador por varios periodos, vicepresidente de la República, y dos veces ministro de Economía y Finanzas. Y aún desde su casa, recluido por su frágil salud, seguirá opinando y aportando. Pero este gesto de renunciar a su banca obliga a hacer un balance político, pero que en mi caso es también humano.
Lo conocí en los años previos a la dictadura y sobre todo durante la huelga general y ocupación de fábricas y facultades en respuesta al golpe de estado. Nosotros, los de la FEUU, en la mayoría de los casos rondábamos los 20 años y él los 30. Era el decano de la Facultad de Ciencias Económicas, que en esa época funcionaba en el local central de la Universidad de la República. Fue el más joven decano de la UDELAR.
Astori fue el único o uno de los pocos decanos que compartió la ocupación. Había sido elegido para el cargo con el apoyo de la 26 de marzo (que en esa época era la estructura legal del MLN) y por los GAU (Grupos de Acción Unificadora): los comunistas tuvimos otro candidato que perdió la elección.
La primera y última batalla victoriosa en dictadura la dimos también juntos con docentes, egresados, decanos, el rector Oscar Maggiolo y naturalmente la FEUU. Fueron las elecciones universitarias, por primera vez con voto obligatorio, y la dictadura esperaba que la participación masiva de los universitarios en las elecciones derrotarían a las organizaciones gremiales y en especial entre los estudiantes. Les salió el tiro por la culata y las fuerzas universitarias democráticas ganamos ampliamente. En especial la FEUU triunfó en las 11 facultades. Esa dura victoria (fue el mismo día que el golpe de estado en Chile) la compartimos con Astori. Luego vino la intervención, el encarcelamiento de las autoridades universitarias y la persecución, prisión, tortura y muerte de muchos militantes estudiantiles y populares.
Astori, cuando fue liberado, se quedó en el Uruguay, mientras muchos docentes y autoridades salieron del país hacia el exilio.
Lo reencontré a mi regreso al Uruguay, formaba parte de la IDI (Izquierda Democrática Independiente). Durante la dictadura tuvo un papel relevante con su audición radial sobre la situación económica, que naturalmente tenía directa relación con la política. Liber Seregni se lo comentó varias veces públicamente y, sobre ese tema, también conversamos en nuestros encuentros luego de que el general se retirará de la vida orgánica del FA.
Recién en 1989 los comunistas, que nunca habíamos compartido posiciones políticas con él dentro del FA, hicimos nuestra campaña para elegirlo senador y fue el primero en la lista de la 1001, en la que recién el tercero era Jaime Pérez y el cuarto Rodney Arismendi. El segundo fue Germán Araujo. Todos salieron electos.
No tuve un trato directo con Astori hasta las elecciones de 1999, en el balotaje vino la ofensiva feroz por el IRPF, incluyendo la manipulación de los medios de prensa, canales de TV que no nos permitieron colocar nuestros avisos durante todo un fin de semana. Astori aceptó la propuesta de Tabaré de anunciar que sería el futuro ministro de Economía en un eventual gobierno del FA. Sorteamos el peligro de quedarnos parados en el 40% de los votos de la primera vuelta y alcanzamos el 44%. Fue la antesala de la victoria de 2004.
Muchos recordarán que en la crisis de 2002 (que había comenzado en el 2001 en Argentina) Astori se opuso al default que algunos economistas del FA propusieron y consiguieron que Vázquez apoyara. Hubiera sido una catástrofe que el Uruguay entrara en default. Vázquez lo comprendió rápidamente. Para mí, que siempre mantuve diferencias importantes con Astori, es especial el recuerdo del Documento de los 24, pero y en diversas circunstancias políticas, ese año 2002 y 2003 me hicieron mirarlo con mucho más respeto, por sus posiciones y por haberse atrevido a oponerse a la mayoría dentro del FA.
En las elecciones de 2004, fue anunciado por Vázquez desde Washington D.C como futuro ministro de Economía y Finanzas del gobierno del FA. Y eso nos ayudó mucho en toda la campaña. Nos cubrió un flanco muy complejo y delicado.
Cuando nos acercamos a él y su equipo en el gobierno previo a las elecciones de 2009, en la interna fue pre candidato junto a José Mujica. Era una batalla muy difícil, porque el “Pepe” había construido a lo largo de todo el gobierno y desde el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, trillando todo el país, una reputación y una imagen muy potente. Ya era una figura extraordinariamente popular a nivel nacional y comenzaba a trascender fronteras.
Fue una campaña muy intensa, con un problema grave, Astori se enfermó y estuvo internado en un sanatorio por una afección pulmonar la mayor parte de la campaña. Se armó un grupo de compañeros y compañeras e hicimos una buena campaña, que le permitió a Astori obtener más del 40% de los votos. Habíamos partido del 30% en las encuestas. Naturalmente, la clave fue resaltar el papel de Astori en el MEF, sus ideas, sus discursos y el aporte invalorable a la izquierda uruguaya.
Luego la historia la conocen todos. No voy a cavar.
Construimos una buena amistad, sabiendo que en política no es fácil, que los debates y afrontar complejos problemas no es el terreno más propicio para las amistades.
Los dos somos tanos, el descendiente de tanos bien del norte y yo nacido bien al sur. Es una persona extremadamente inteligente, estudiosa de los problemas y de los nuevos procesos y el Uruguay le debe realmente mucho. Desde la elaboración del Presupuesto 2006-2010, donde, si hubieran triunfado las posiciones de la OPP de ese tiempo, todo hubiera sido mucho más difícil e inmanejable. Fue la única vez que su posible renuncia estuvo sobrevolando. Luego nunca más fue algo serio y posible y ese fue su mayor error. En algunos momentos del gobierno Mujica podía y debía haberse afirmado en posiciones mucho más duras, para evitar sobre todo el proceso en el gasto público y en las empresas del Estado.
Su último periodo como ministro, en el tercer gobierno del FA, fue en bajada, no solo por la situación económica nacional y regional, sino por sumarse sin las reacciones necesarias a la flotación del conjunto del gobierno, sin empuje, sin continuidad en los cambios y por la debilidad en la batalla contra errores y horrores que habíamos cometido. Eso nos distanció y nos separó totalmente.
También la destrucción del Frente Liber Seregni, que ya había comenzado su decadencia con la salida de valiosos compañeros.
Me cuesta mucho personalmente recordar esos momentos, fueron muy duros y amargos. Las conversaciones colectivas o personales con Astori siempre fueron valiosas y tenían nivel político e intelectual y eso en esta época hay que recordarlo también con nostalgia.
Me encontré con él varias veces a la salida de En Perspectiva, luego de entrevistas y en el inicio de La Tertulia y nos abrazamos, cada uno con su propia sensación.
La última vez que hablé con él fue por teléfono, durante la campaña del Sí contra la LUC para pedirle, como a otros dirigentes del FA, que grabaran un mensaje exclusivamente sobre el tema y no partidario. Y, como Yamandú Orsi, Carolina Cosse, Rodolfo Nin Novoa, y Pepe Mujica, lo hizo y fue un aporte importante. Cada uno a su modo y estilo hizo el suyo.
Espero que en esta nueva fase, con un gobierno cada día más de derecha y sobre todo más tramposo, que suma episodios graves a cada momento, Astori siga aportando su mirada y su sensibilidad unitaria y frenteamplista, con una observación, que si no la hiciera sería un hipócrita. La unidad del FA, tan valiosa, no puede estar por encima de los principios, de los valores porque, en definitiva, es una herramienta política, de gran importancia, pero no puede nunca estar por encima de nuestra identidad de izquierda.
Astori, de 82 años, participó en dos sesiones de la actual legislatura, luego vino la pandemia y el legislador se tomó licencia, asumiendo en su lugar el primer suplente, José Carlos Mahía (electo como diputado por Canelones).
Durante el aislamiento, el líder de Asamblea Uruguay estuvo afectado por una neumonía y por precaución continuó con licencia médica, que culminará con su renuncia este martes.