«Yo cuando veía las cadenas del gobierno, digo que fácil sería si es que las cosas están bien pedirle a cualquier vecino, empezar la cadena y decirle, apague la tele, abra la puerta de su casa, salga para el barrio, si su barrio está más seguro, si su barrio está más limpio, si en su barrio usted puede trabajar, si en su barrio sus hijos pueden ir a educarse, el gobierno está haciendo las cosas bien. Si en su barrio no pasa eso no hay cadena nacional que asegure que el país está bien, el relato del Gobierno es un relato de autocomplacencia. Lo peor que puede hacer un gobernante es no ver las cosas que están pasando.»
El pasado 2 de marzo volvimos a presenciar una sesión en la Asamblea General donde el presidente de la República expuso su balance del año 2022 y las perspectivas para los tiempos que se vienen. Extrañamos, en su alocución, esa frase que dijo cuando todavía no era presidente de la República donde afirmaba que lo peor que puede hacer un gobernante es no ver las cosas que están pasando. Pero como dice el dicho: el pez por la boca muere.
No es cuestión de ser agorero por el mero hecho de serlo como han dado a entender varios referentes del oficialismo. Acá apuntamos a la descripción de una realidad tal cual la viven y sufren cientos de miles de uruguayos. Porque detrás de los lindos discursos y los números parciales, existe un país que convive día a día con miles de problemas y que ha visto deteriorada su calidad de vida. ¿Duele la realidad? Duele, sin duda, pero no puede ocultarse, como bien decía el presidente antes de serlo.
Creció el país, pero ¿qué ocurrió con el salario y el empleo en el último año?
Como era previsible, en su discurso el presidente destacó el récord de exportación del año 2022 como un logro. Sin embargo, debió aclarar que esto se debió a una coyuntura y a la relación entre oferta, demanda, y precios a nivel internacional. Basta ver qué ha pasado en el resto de los países con matrices productivas similares a la nuestra para entender cual es la verdadera “madre del borrego”.
Si bien es cierto que el país ha venido creciendo, y, en materia de empleo ha habido también una recuperación, sabemos que este crecimiento sirve de poco y nada cuando no se siente en el bolsillo de la gente. Lamentablemente, hoy en día, el mercado de trabajo reproduce —con mayor énfasis— las desigualdades. Vemos con tristeza un paulatino deterioro de la calidad laboral en los sectores más vulnerables.
Además, gran parte de la recuperación del empleo se ha sustentado en la paga de los salarios por debajo de la inflación, mientras aumentaba la tasa de ganancia empresarial, en un contexto económico de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Entonces, se exponen números que demuestran una reducción del desempleo, pero se oculta que los uruguayos apenas pueden llegar a fin de mes, porque los sueldos quedaron rezagados por debajo de la inflación.
¿Qué pasó con los niveles de pobreza en una economía en crecimiento?
Son las paradojas del gobierno de Lacalle, mejora la economía, pero aumenta la pobreza. La pobreza de niños y niñas de cero a seis años se ubica seis puntos por encima de 2019, pasando de 17% al 22,5 %. En el caso de los adolescentes de 12 a 17 años, la pobreza es casi 4% mayor al 2019. Nuevamente, la realidad termina siendo menos auspiciosa que la que pregona el presidente.
Entonces, son los niños, niñas y adolescentes los grandes despojados por esta administración de gobierno. Pero, en este caso, los números son apenas la constatación de una realidad que todos vemos. De un tiempo a esta parte se ha vuelto costumbre volver a ver niños y niñas pidiendo en la calle. Es una realidad triste, cruda e injusta, cuando en un país que crece aumenta la pobreza infantil. Como decía el presidente, cuando no era presidente, “basta abrir la puerta de su casa para ver lo que pasa”.
¿Y la tan promocionada y misteriosa transformación educativa?
Escuchamos al presidente reiterar sus elogios a la autodenominada transformación educativa. Una reforma que ha recogido las críticas de la inmensa mayoría de los trabajadores de la educación, y que ignora el problema sustancial: la educación está atada a los recursos que le destinan y a cómo se ejecutan. Detrás de la autodenominada “transformación educativa” están los recortes a la Educación Pública: en dos años, ANEP y Udelar sufrieron 180 millones de dólares de pérdidas de recursos. Cabe aclarar que durante los gobiernos del Frente Amplio estos organismos multiplicaron dos veces y medio su presupuesto. Dos visiones distintas sobre un mismo problema.
¿La seguridad?
En materia de seguridad también existieron retrocesos. Estamos ante una administración que prometió solucionarle los problemas de seguridad a los uruguayos, sin embargo, los delitos no paran de crecer.
No logran reducir los homicidios registrados y, curiosamente, se disparan las muertes dudosas, llegando al récord histórico de 200 anuales. Las que, sumadas a las cifras oficiales, superan la misma sumatoria de 2018, no ya las de 2019 con las que se comparan.
Una gestión acusada de maquillar cifras para bajar hurtos y rapiñas, que tuvo que sustituir la cúpula de la Policía porque estaba vinculada al caso Astesiano.
En definitiva, una gestión en seguridad que decidió barrer debajo de la alfombra, haciendo de cuenta que los problemas no existen. Pero la realidad es terca, y la inmensa mayoría de los uruguayos saben que la situación empeoró.
¿La baja de impuestos?
Dejamos para el final la tan promocionada y anunciada reducción de impuestos, que luego de escuchar al presidente, ya sabemos que apenas fue un saludo a la bandera, que ni siquiera conformó a integrantes de la propia coalición .
Parece que la reforma tributaria del Frente Amplio vino para quedarse por muchos gobiernos, ya que ni ellos mismos fueron capaces de tocarla a pesar de toda la campaña electoral que hicieron.
La realidad es que estas modificaciones no implican ningún cambio sustancial ni conceptual al IRPF o al IASS. No hay cambios en las definiciones de ingresos, en las deducciones y tampoco se plentea crear nuevas deducciones. Pero, además, tampoco implica una mejora real para el bolsillo de los uruguayos, ya que esta reducción tributaria fue aumentada a través de otros mecanismos impositivos. Empleando términos del Gobierno: te aflojó un poco la cincha, porque antes te la había apretado demasiado.
En este sentido, si vamos a los números del Gobierno, comprobamos que, si sumamos los aumentos de IVA, IRPF y IASS, y le restamos las reducciones de IRPF, IASS y Mipymes, nos queda una cifra próxima a $0, en los cinco años. Recordemos que en marzo 2020 se aumentó el IVA por rebaja de la devolución en compras con instrumentos electrónicos. Según las estimaciones, esto sumaría unos 175 millones de dólares en cinco años.
Por otro lado, en 2021 y 2022, el efecto del cambio de la forma de ajuste de la BPC por diferencia entre inflación e índice medio de salarios, dio un aumento de 65 millones de dólares por año, lo cual suma unos 130 millones más. Entonces, tomando en cuenta que la rebaja impositiva ascendería a 150 millones de dólares por año, para 2023 y 2024, tenemos en total unos 305 millones de dólares en aumento de impuestos y 300 millones en rebajas para todo el quinquenio. Entonces, si consideramos que este saludo a la bandera incrementó justamente el IVA que ataca directamente el poder de compra de los uruguayos, podemos decir que estamos en una situación peor.
En definitiva, este 2023 presenciamos otra rendición de cuentas del presidente, alejada de la realidad y de los problemas que día a día sufren los uruguayos. Una administración a la que se le está acabando el tiempo y nutrida bajo la autocomplacencia que anunciaba que no iba a tener, se aleja en su balance de la triste realidad que a todos nos rompe los ojos.
Como decía Lacalle: “Abra la puerta de su casa” y saque sus propias conclusiones.
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