En este comienzo de un nuevo año, automáticamente nos ponemos en modo balance. Repasamos mentalmente lo hecho y lo que quedó por hacer. Vemos el crecimiento de nuestros hijos, la vida en pareja, cómo nos fue en el trabajo, o cómo nos fue en la búsqueda de uno nuevo. A quienes les va bien, apuran unas vacaciones, otros aplican el vacacional en arreglos para la casa. Así sucesivamente.
En la vida política, se realiza un repaso similar.
La actual administración va cerrando otro año, y sus números van quedando lejos de las promesas. Veamos: 160.000 desocupados, una cifra muy alta, alejada de los eufóricos anuncios del ministro de Trabajo Pablo Mieres. A tres años y diez meses de declarada la pandemia, se la sigue ubicando como la explicación de todos los males. Cuando el covid deja de rendir, se agrega la guerra en Ucrania. Cuando el ruido de las bombas no es suficiente, aparece la sequía, o las inundaciones, o la crisis cambiaria en Argentina.
Cualquier monedita sirve. Pero nunca reconocer que le erraron feo. Desocupación alta y salarios bajos, combinación que se traduce en bajo nivel de consumo en el mercado doméstico. Entonces, de inmediato, nos aparece la explicación de por qué los comerciantes, trabajadores por cuenta propia, pequeños emprendedores, medianas empresas, atraviesan severas dificultades, cuando no, una disminución de su actividad e ingresos. Es que producir para el mercado local, requiere de ingresos adecuados de trabajadores y jubilados. Si éstos cada día ganan menos, han de consumir menos, y se resiente todo el andamiaje económico local.
Esto no es casualidad.
Es una forma de entender la política y tiene un sustento ideológico. Porque este Gobierno, tiene su ideología.
Cuando Luis Lacalle Pou habló de “los malla oro”, y de la teoría del “derrame”, estaba expresando pura ideología. Es aquella que se ha definido como neoliberal. Esa corriente de pensamiento expresa que es necesario que el dinero se concentre en pocas manos (los malla oro), para luego ir cayendo a los estratos sociales que están por debajo (efecto derrame).
No hay registro en el mundo de que la concentración de la riqueza en manos de unos pocos traiga la pública felicidad de los “muchos”.
Este Gobierno rebajó salarios y jubilaciones en el 2020, 2021, 2022 y empezó a emparejar en este 2023. Los tres años perdidos han significado acumulación de riqueza en favor de los “malla oro”; lo que han derramado ha sido baja de salarios y jubilaciones. Por lo tanto, también la pequeña y mediana empresa sintió el impacto negativo.
Si miramos otras áreas, el resultado es paupérrimo.
De 50.000 viviendas prometidas, se entregaron unas pocas a familiares y amigos. Echaron a la ministra Irene Moreira, sin darle mucho presupuesto y como castigo a posturas críticas del senador Guido Manini Ríos. La relación siempre tirante con Cabildo Abierto, pero coaligados para gobernar, es la confirmación de que se unen para impedir al Frente Amplio aplicar sus políticas en beneficio de las grandes mayorías nacionales.
La salud no le va en zaga. El titular de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), con pasado en el Círculo Católico, es cuestionado por los beneficios que recibe este centro de salud, especialmente ante la caída de Casa de Galicia. Los recortes presupuestales golpearon duro a los hospitales. Cuesta encontrar medicamentos elementales para la presión, la diabetes y el colesterol. La ausencia de especialistas a medida que nos alejamos de la capital vuelve a los ciudadanos del interior —claramente— en ciudadanos de especie inferior en la consideración de la Coalición gobernante.
La educación fue una gran bandera de los multicolores. Anunciaron una gran reforma educativa. También la construcción de 136 Liceos. Cuales antiguos magos de fiestas infantiles: “Nada por aquí, Nada por allá”. La novedad de la reforma es que los niños no repiten en la escuela, aunque no aprendan la tabla del uno. Menos horas docentes para apoyo en las escuelas, menos plata para los comedores escolares, y estricto control para que los niños no repitan un plato de comida. Menos horas docentes en Secundaria y Enseñanza Técnica. Por supuesto, las antiguamente ensalzadas Pruebas PISA, ahora ya no las quieren tanto. Es que los resultados fueron desastrosos, con el agregado de una mayoría significativa de jóvenes que no sientan que les sirva para algo concurrir a estudiar en el liceo. Ah, y de los 136 liceos de Ernesto Talvi, nada quedó; ni Talvi.
En el terreno Internacional, no nos ha ido mejor. Nuestro presidente es el “hombre mufa”.
Lacalle Pou tomó las riendas de las relaciones internacionales, mostrando inexperiencia y prejuicios ideológicos.
Saludó al presidente Iván Duque de Colombia, cuyo partido ya había perdido las elecciones, y no se quiso mezclar con Gustavo Petro.
Visitó a Boris Johnson en Inglaterra, quien a los pocos días cayó como primer ministro.
Apostó sus boletos a Donald Trump, pero ganó Joe Biden.
Le regaló una camiseta celeste a Jair Bolsonaro y ganó Lula da Silva.
Se encargó de pelear cada vez que pudo con Alberto Fernández en Argentina.
Desde que asumió, busca Tratados de Libre Comercio, saltando por encima del Mercosur. Ningún resultado.
Le renunció Talvi a los pocos meses, con el éxito de atender al crucero Greg Mortimer en medio de la pandemia.
Le renunció Francisco Bustillo, tras el pasaporte express otorgado a Sebastián Marset.
La seguridad fue, sin dudas, la gran bandera. El buque insignia con el que encantaron a la población. Creyeron que era fácil, sin darse cuenta de que la sociedad presenta cambios radicales y las soluciones no son para nada sencillas. Tuvieron un espejismo de resultados favorables.
La pandemia dejó a la gente en sus casas y se redujo significativamente la cantidad de delitos. De la mano del “hay orden de no aflojar” pensaron que habían encontrado la llave para combatir el delito. El impulso de Jorge Larrañaga —quien, con su fuerte personalidad, trasmitía firmeza—, unido a la baja inicial en los delitos, agrandó a la coalición. La repentina desaparición física de Larrañaga, unida a los cambios permanentes de mandos en la Policía, empezaron a dar la idea de ausencia de rumbo.
El fin de la pandemia empezó a hacer subir la curva de los delitos. La guerra entre bandas dedicadas al tráfico de drogas va al alza, y nada parece poder detenerlos.
El caso Marset, se llevó puesto al ministro Luis Alberto Heber. Antes, dos asesores principales cayeron por reiteradas denuncias de acoso. Las jefaturas de policía departamentales cambian sin que cambien los resultados.
En este mes de diciembre, una sucesión de episodios violentos vuelve indisimulable la crisis en materia de seguridad.
Como la bendita Ley de Urgente Consideración (LUC) no fue suficiente, impulsan los allanamientos nocturnos.
Se les ha ido de las manos totalmente la situación. La única respuesta es culpar de todos sus males a la gestión del Frente Amplio.
Una pena. Es cuando más precisamos al sistema político con la mayor madurez para encarar soluciones en conjunto.
Si las políticas de Estado son altamente recomendables, en seguridad no debería dudarse ni un instante.
No estaban preparados.
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