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Andrés Lima

Escribe Andrés Lima

Opinión | La gran estafa del hidrógeno verde: un proyecto secreto y riesgos de su apuesta

Es imperativo que el gobierno revele todos los detalles del acuerdo y se abra un debate público informado sobre implicancias del proyecto.

14.06.2024 12:09

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2024-06-14T12:09:00-03:00
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En un movimiento que ha generado más preguntas que respuestas, el gobierno uruguayo ha declarado “confidencial” el acuerdo firmado con la empresa HIF Global para la construcción de una planta de hidrógeno verde en Paysandú. Este acuerdo, anunciado con bombos y platillos como la mayor inversión privada en la historia del país, cercana a los 6.000 millones de dólares y con la promesa de crear unos 3.000 empleos, ha sido cuestionado por su falta de transparencia y los posibles riesgos socio-ambientales que conlleva. Una vez más el gobierno nos lleva al Uruguay que no queremos.

Falta de transparencia y confidencialidad

El primer punto crítico de este acuerdo es la falta de transparencia. La negativa del gobierno a revelar los detalles del memorándum de entendimiento bajo el pretexto de una cláusula de confidencialidad es alarmante. ¿Qué es lo que el gobierno está ocultando? ¿Por qué un proyecto que supuestamente no tiene compromisos importantes no puede ser divulgado públicamente?

Impactos ambientales y sociales

Más allá de la falta de transparencia, es crucial analizar los impactos ambientales y sociales de este tipo de proyectos. La producción de hidrógeno verde, aunque en teoría suena como una solución sostenible, implica una serie de riesgos y daños que deben ser evaluados en su ciclo de vida completo. Desde la producción de los materiales necesarios para las turbinas eólicas y los paneles solares, hasta el uso intensivo de agua dulce, cada etapa del proceso tiene potenciales impactos negativos que no se pueden ignorar.

La minería de tierras raras

La producción de energía eólica y solar, pilares del hidrógeno verde, depende en gran medida de la minería de tierras raras, un proceso altamente contaminante. Las principales zonas de extracción, como China y Sudáfrica, ya están experimentando graves consecuencias ambientales y sanitarias. En Uruguay, la dependencia de estos materiales plantea la pregunta de cuán sostenible es realmente esta fuente de energía.

Uso de agua dulce

El consumo de agua dulce para la producción de hidrógeno es otro punto de preocupación. En un país que recientemente enfrentó una crisis de desabastecimiento de agua potable, la idea de utilizar millones de litros diarios para un proyecto industrial es simplemente irresponsable. La falta de claridad sobre la fuente de esta agua agrava aún más el problema.

Dióxido de carbono biogénico y monocultivos

El uso de dióxido de carbono biogénico, obtenido de la quema de productos agrícolas y forestales, podría llevar a una expansión de los monocultivos y a un mayor acaparamiento de tierras, desplazando a pequeños productores y afectando la producción de alimentos. Este enfoque no solo tiene implicaciones ambientales sino también sociales, consolidando el poder de las megaempresas del agronegocio.

La gran pregunta: ¿Para qué?

Finalmente, debemos cuestionar el verdadero propósito de estos proyectos. La producción de hidrógeno verde en Uruguay parece estar dirigida principalmente a la exportación, beneficiando a otros países mientras nosotros soportamos los impactos negativos. Sin una visión integral y sostenible que considere los intereses de la población y del medio ambiente, estos proyectos pueden convertirse en otra gran estafa que hipoteca nuestro futuro.

¿Y si le preguntamos a los vecinos señor presidente?

Es fundamental que la población tenga un rol activo y vinculante en las decisiones sobre el uso del territorio y los recursos. Hasta ahora, los espacios de participación han sido mínimos y no vinculantes, dejando fuera a la mayoría de los uruguayos de los debates cruciales sobre nuestro futuro.

En conclusión, el proyecto de hidrógeno verde en Uruguay, tal como se está manejando, presenta más sombras que luces. La falta de transparencia, los potenciales impactos ambientales y sociales, y la ausencia de una verdadera participación ciudadana son alarmantes. Es imperativo que el gobierno revele todos los detalles del acuerdo y se abra a un debate público informado y amplio sobre las implicancias de este proyecto. Solo así podremos asegurar que cualquier desarrollo en el campo de la energía sea realmente sostenible y beneficioso para todos los uruguayos.


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