Crear era una facultad divina, exclusivamente reservada a Dios.
De hecho, la palabra “creatividad” no figuraba en el diccionario de la Real Academia Española hasta fines de 1980 y en el diccionario inglés de Oxford apenas un siglo antes.
Pero más allá de las palabras, la capacidad creativa de la humanidad es la que la ha colocado a tope en la escala evolutiva y hoy queremos ver cómo se relaciona con la economía.
En la segunda mitad del siglo XX se produjo un crecimiento exponencial de las industrias culturales y creativas y se comenzó a “apreciar” en su sentido economicista, a ponerle valor.
En 1987 Naciones Unidas publica el documento “Nuestro futuro juntos”, también conocido como Informe Brundtland, que se centraba en el Desarrollo Sostenible y allí se señalaba la importancia de la cultura y la creatividad para la concepción integral del desarrollo humano.
En 1995 y 1996 la Unesco dedicó varios documentos para destacar el papel de la cultura y su incidencia en la economía y el desarrollo, lo que propició la elaboración del concepto de economía creativa.
John Howkins, autor del libro “La Economía Creativa: Cómo las Personas Hacen Dinero de las ideas”, presenta a la economía creativa como aquella que comprende a aquellos sectores en los que el valor de sus bienes y servicios se basa en la propiedad intelectual: artes visuales y escénicas, arquitectura, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, moda, música, publicidad, software, radio, televisión, y videojuegos.
En 2006, un informe del Banco Interamericano de Desarrollo denominado “Un nuevo tiempo para la cultura” introdujo la idea de que las industrias culturales y creativas podían ser motores de crecimiento económico y desarrollo en América Latina y el Caribe y en 2013 aparece el término “economía naranja” acuñado por Felipe Buitrago Restrepo e Iván Duque en su libro “La economía naranja: una oportunidad infinita”. En esa obra, los autores argumentan que la creatividad y la cultura pueden impulsar el desarrollo económico y social, generando empleo, innovación y riqueza. El color naranja fue elegido para representar este concepto debido a su asociación con el mundo de la cultura.
En nuestro país la economía naranja se desarrolla y representa una enorme oportunidad de crecimiento. Según las estimaciones, supera el 2% del PIB nacional.
Un caso paradigmático es la industria del software que se ha transformado en un rubro significativo en el mundo comercial, con ventas al exterior que superan los US$ 1.000 millones anuales.
La industria audiovisual viene creciendo y está llamada a ser un pilar en el esquema de la economía creativa nacional, con producciones para todo el mundo. Además la creación de una nueva institucionalidad con la Agencia del Cine y el Audiovisual de Uruguay a cargo de Facundo Ponce de León le ha dado un impulso y una jerarquización al tema, desde el diseño que genera autonomía y desde el liderazgo de su presidente.
La economía naranja es impulsada y fomentada por el Estado y es de destacar el Fondo Naranja que está en la órbita de la Dirección Nacional de Industrias.
Pero hay más colores. Está la economía verde relativa al medio ambiente donde nuestro país dio avances importantes con el lanzamiento de bonos especiales que resultaron un éxito.
Pero hay otro “color de la economía” que en un país con la composición demográfica que tenemos, es trascendente: la economía plateada.
La “economía plateada” refiere a las actividades económicas vinculadas al creciente envejecimiento de la población y al mercado de personas mayores.
Según la Comisión Europea, la “economía plateada” o “silver economy” es definida como “el conjunto de oportunidades económicas derivadas del gasto público y del consumo relacionado con el envejecimiento y las necesidades específicas de la población mayor de 60 años”.
El término “economía plateada” tiene sus raíces en Japón, donde comenzó a emplearse en los años 70 en respuesta a la necesidad de encontrar soluciones para atender a una población envejecida. El término se inspira en el color plateado, asociado comúnmente con el cabello gris característico de los adultos mayores.
En esencia, la economía plateada engloba diversas industrias y servicios destinados a satisfacer las necesidades y preferencias de este grupo demográfico en expansión, además de capitalizar las oportunidades económicas que surgen de su crecimiento. Implica desde el cuidado de la salud, actividades de entretenimiento y ocio, viviendas, finanzas y seguros. En el caso uruguayo, con la composición poblacional que tenemos, el potencial de esta categoría es enormemente significativo. Un caso de enorme potencial es el turismo, donde el país presenta una infraestructura y capital humano adecuado para dar una oferta enriquecedora pudiendo romper barreras de estacionalidad.
Tanto la economía naranja como la economía plateada presentan oportunidades de crecimiento en nuestro país y suponen un desafío que comienza por poner el tema en la agenda pública para implementar políticas específicas de fomento y promoción y de vinculación entre ellas.
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