Guido Manini Ríos sabe cómo hacerlo y va a volver hacerlo. Tensa la coalición al máximo convencido de que obtiene beneficios que mejoran su posicionamiento político y electoral y se convierte en el decisor último.
La forma de presionar de Cabildo Abierto es sencilla. Sus ministros firman los proyectos de ley, luego alguno de sus voceros anuncia que no estarán los votos en asuntos relevante para el gobierno, Manini Ríos lo respalda o se hace el distraído, y por debajo de las declaraciones altisonantes negocia y obtiene, ante un presidente y una coalición que una y otra vez hocican.
La razón última es evidente. La argamasa que une a la coalición es el pánico a un gobierno del Frente Amplio, esa es su real plataforma de gobierno en lo político. Parafraseando a Borges, no los une el amor sino el espanto. Aquel océano que Pablo Mieres proclamaba que lo separaba, se ha poblado de puentes, barcos, aviones y cualquier otra cosa que permita seguir conviviendo en una coalición cada vez más presa de sus contradicciones.
Veamos algunos ejemplos del chantaje cabildante.
El 13 de diciembre de 2022, en plena discusión de la reforma jubilatoria, el Senado aprobó una minuta de comunicación pidiéndole al Ejecutivo un proyecto de ley para reparara las víctimas de grupos armados entre 1962 y 1976. En un inusualmente acelerado trámite digno de mejor causa, el Poder Ejecutivo remitió un proyecto de ley y el 27 de diciembre el Senado, mientras discutía en el plenario la reforma jubilatoria, votó un cuarto intermedio para que la Comisión de Constitución y Legislación pudiese en una hora discutir y aprobar el proyecto. Un día después se aprobó en la Cámara. Y para terminar de humillarlos, Manini Ríos incumplió, se fue de sala y no votó la reforma, a pesar de que le habían pagado el peaje.
En Diputados volvieron a la carga. La votación en la comisión especial que se había creado para analizar la reforma de la seguridad social tenía previsto votar antes de Semana de Turismo. Pero Cabildo apareció con nuevos reclamos, amenazando con no votar: 63 años como edad jubilatoria mínima (y no 65), considerar los 15 mejores años de aportes (y no 25) y la supresión de la Agencia Reguladora de la Seguridad Social. Además, exigían la aprobación del proyecto de ley de reparación a víctimas de la guerrilla y de tenencia compartida (en los dos casos con objeciones del Partido Colorado) y las iniciativas de prisión domiciliaria para mayores de 65 años y reestructura para deudores.
Un mes después, en mayo, asistimos a la asonada de Manini Ríos y de Irene Moreira. El presidente de la República le pidió la renuncia a la exministra de Vivienda, Moreira, ante la noticia de la entrega de una casa a una militante cabildante y la información parcial y tendenciosa que se le había dado. Manini Ríos, junto a otros dirigentes cabildantes, hizo una conferencia de prensa emplazando al presidente a rever la decisión. Lacalle Pou respondió llamando personalmente a la ministra y pidiéndole la renuncia y el resto del día pasó sin que lo hiciera. A última hora, coincidiendo con los informativos centrales, Moreira hizo una conferencia de prensa en las oficinas del Ministerio del que ya no era ministra. Es inevitable el paralelismo con Manini Ríos publicando, luego de haber sido destituido por cuestionar a la Justicia a raíz de las condenas a José Gavazzo, Jorge Silveira y Luis Maurente, un video en las redes institucionales del Ministerio de Defensa cuestionando al Poder Ejecutivo. Desprecio a las instituciones.
El último episodio lo vivimos la semana pasada con la Rendición de Cuentas. Luego de votarla en comisión, unas horas antes de comenzar el tratamiento en la Cámara de Diputados, Cabildo a través de Álvaro Perrone amenazó con no votarla si no se contemplaban sus exigencias: aumento salarial a los militares y fondos para Sanidad Militar. Manini Ríos lo respaldó y luego de tres días de negociaciones, Lacalle Pou y la coalición volvieron a sentir el rigor. Cabildo Abierto obtuvo el compromiso de que sus demandas serán atendidas en el Senado.
El método de negociación de Manini Ríos y Cabildo es peligroso para la democracia. No le tiembla el pulso a la hora de generar una crisis política, porque su perfil y su juego político-electoral son la guía de sus acciones. Consciente de que sus votos son necesarios para generar mayorías, exige e impone su propia agenda.
Si tuviera que sintetizarlo: la coalición propone y Manini Ríos dispone.