Nuestra región no está pasando por el mejor momento, a las graves implicancias que estamos sufriendo por el COVID-19, debemos sumar los problemas estructurales que persiguen a nuestra patria grande: desigualdad, pobreza, hambre, falta de acceso a la educación y a la salud. Pero además de los problemas económicos y sociales, nuestras democracias están atravesando por duros desafíos, especialmente en lo que refiere al procesamiento de las demandas sociales, el diálogo entre el gobierno y la oposición, el respeto a la prensa independiente, entre otros desafíos.

Ante este escenario internacional desafiante e incierto, una vez más se hace necesario construir puentes de diálogo entre gobierno y oposición sobre la construcción de un mínimo denominador común de la política exterior uruguaya.

Al dirigir la mirada hacia nuestro escenario regional, es claro que Uruguay tiene un rol cada vez más relevante a jugar, tanto a nivel político, como económico y social. Y ese rol que nuestro país debe desempeñar requiere que profundicemos los espacios de inserción internacional. Un mínimo denominador común de la política internacional debiera comenzar por comprender que, no es tiempo ni de cerrarnos en nuestras fronteras, pero tampoco de repetir recetas del pasado y pretender jugar a desconocer a nuestra región.

En materia de relaciones internacionales, es tiempo de más acción, más apuesta al diálogo y mayor presencia. En este sentido, Uruguay puede jugar un destacado rol en la concreción de los acuerdos internacionales que el MERCOSUR pueda lograr a nivel de facilitación del comercio, especialmente en lo que refiere al acuerdo de la Unión Europea.

Pero, más allá de los espacios de integración comercial, hay otras oportunidades en materia de inserción económica internacional vinculadas a mejorar la competitividad que hoy podemos profundizar. Por un lado, y ya lo hemos dicho en otras ocasiones, las políticas de frontera suponen una oportunidad concreta sobre la que podemos avanzar hoy mismo, profundizando la integración de ciertos territorios para aprovechar ciertas ventajas comparativas.

Por poner un ejemplo, la Central Hortícola del Norte, no solo permitirá que se pueda comercializar al resto del país desde el norte, sino también abastecer a la región de frutas y verduras a buen precio. Así como esta inversión estratégica, es tiempo de pensar en otras similares que nos permitan en los puntos de frontera actuar como un hub de oportunidades.

En la dimensión de política exterior, Uruguay tiene un rol clave a desempeñar en materia geo-política. El posicionamiento, como Estado y de manera transversal por todo el sistema político, en contra de los atropellos que se están cometiendo en Nicaragua es central. Hoy Uruguay tiene que ser un faro de luz en la oscuridad respecto a todo atropello a los derechos humanos, ya sean estos vengan de gobierno de derecha o gobiernos de izquierda. El respeto a los derechos humanos no tiene un color político. Una oposición clara y contundente contra la violación de los derechos humanos en Nicaragua es necesaria, tal como lo demostró nuestro Parlamento recientemente.

Pero así también se hace necesario respetar las voluntades populares de otros países y reconocer que en Perú ya hay un Presidente Electo por la mayoría de la población, y que el respeto a las elecciones y la democracia deben guiar nuestro accionar en política exterior.

A su vez, Uruguay, que durante los gobiernos del Frente Amplio se convirtió en un país de referencia en materia de legalización de la marihuana y la distribución regulada, tiene una experiencia acumulada que puede servir para que de manera coordinada los países de la región podamos dar un golpe al narcotráfico que tanto daño ha hecho a los países de nuestra región. Como país tenemos un rol histórico que cumplir en este sentido, así como reforzar la cooperación en el combate a este flagelo.

En otro orden, si hay algo que estamos llamados a reforzar en materia de inserción internacional, es el establecimiento de una política de Estado que nos permita ser estratégicos y mantener posiciones claves más allá de un solo período de gobierno. En este sentido, la ecuanimidad y el llamado a la paz en la situación entre Israel y el pueblo de Palestina, debe ser una política que seamos capaces de mantener más allá de un período de gobierno. Somos una democracia plena y es de gran importancia cuidar ese capital y que sirva como una guía para otros países.

En otro orden, hay un enfoque que también es muy importante en la construcción de la política exterior y es su rol social. Hay una brecha que aún se mantiene respecto a quiénes se benefician de la política exterior y las y los trabajadores, los pequeños emprendedores. La política exterior suena como algo asociado a trajes y corbatas lejano de la realidad de nuestro interior, de nuestros pequeños productores, de nuestros estudiantes que sueñan alto. Es tiempo de acortar esas brechas, de construir puentes entre las oportunidades que hay en el mundo y nuestra gente. Para ello es necesario reforzar la presencia activa tanto de la Cancillería como de las agencias vinculadas al comercio exterior y la cooperación internacional en el territorio. El desarme del Sistema Nacional de Transformación Productiva que se está produciendo actualmente es una mala noticia. La competitividad requiere de políticas activas e integrales, que permitan que nuestra gente se acerque a las oportunidades, y para eso hay que estar en territorio. Incluso, los Intendentes tenemos un rol a desempeñar en este sentido y deberíamos ser considerados más activamente en la construcción de la política exterior de nuestro país.

Una promoción activa de la integración comercial de nuestro país, un rol clave de Uruguay como un garante y modelo del respeto a la democracia y los derechos humanos, la penetración de nuestra política internacional en el territorio son factores claves para guiar nuestras relaciones exteriores, bajo un mínimo denominador común a todo el espectro político.