Días atrás el precandidato presidencial por el Frente Amplio Yamandú Orsi se reunió con un equipo de especialistas en seguridad pública, entre ellos algunos exjerarcas policiales y ministeriales.
No había caras nuevas ni se formuló ninguna propuesta.
No aprendieron. No escucharon a la gente que les pidió el cambio.
Aquella foto parece indicar, que en consonancia con el programa del Frente Amplio donde se replica la misma política de tolerancia con la delincuencia que dominó durante los quince años de su gobierno, no hubo aprendizaje. Vienen con la misma receta y encima con los mismos nombres.
Hemos sostenido que el Frente Amplio tiene un problema de diseño en la política de seguridad porque es indulgente con el delito y la delincuencia, y se esfuerza en buscar pretexto para que desde las casusas sociales sirvan de excusa para no reprimir el delito.
Además, hay otra gran serie de secuencias discriminatorias con la policía: la desconfianza y el prejuicio con el ejercicio de la autoridad.
Esa desconfianza y prejuicio podía quedar reservado al ámbito privado, al ser interior, a la silente idea mental, un resabio del pasado de algunos. Pero no. Se tradujo en acción, en gestión.
Desarticularon a las comisarías como unidades básicas de la Policía. Des jerarquizaron al comisiario como autoridad comunitaria.
Con ello privaron a los barrios y a los vecinos a tener una referencia a la cual acudir. La privaron de personal y vehículos, llenaron las comisarías de bacarios que no tenían experiencia en atención al público y que no podían dar la respuesta policial que el vecino la iba a buscar.
En el mismo sentido de la desconfianza, en 2013 en Montevideo y Canelones desarticularon las brigadas antidrogas, al decir del senador Charles Carrera, “por el nivel de corrupción de la Jefaturas de Canelones y Montevideo”. Con ese razonamiento patológico, en lugar de reponer con buenos policías, desarmaron estructuras.
Esas brigadas se encargaban de la lucha contra las “bocas de droga”, y con esa medida lo que hicieron fue que proliferaron como todos los vecinos pudieron constatarlo. En las inmediaciones de todas esas bocas se aglomeraban adictos y se aumentaban los delitos conexos como hurtos y rapiñas entre un 12% y un 23%.
Pero además, con esa desarticulación, colocaron a la Dirección Nacional de Drogas (Dirección General de Represión al Tráfico Ilícito de Drogas) a atender a las “bocas” y, como era obvio, hacía inabarcable el trabajo para dedicarse a los distribuidores y grandes organizaciones narcotraficantes. Por eso una de las primeras medidas del ministro Jorge Larrañaga fue la reapertura de las brigadas departamentales.
Esa lógica imperante en los años del FA contra la policía fue la que generó los destrozos más grandes en la convivencia nacional. Desmotivaron a la policía nacional.
El Frente Amplio recibió el gobierno con 7.000 rapiñas y entregó el gobierno con 30.636; recibió con 200 homicidios y los duplicó; y aumentaron los hurtos y el global de delitos y faltas.
Pero no solo eso. Deterioraron el nivel de convivencia porque a nuestro entender la seguridad pública no es solo ausencia de delito: es convivencia. Y en ese periodo de 15 años, donde tuvieron tiempo, plata y poder, para hacer las reformas estructurales más redistributivas de una sociedad como la educación y la formación en valores, se dedicaron a trancar la reforma y a promover la regulación de la marihuana.
En materia social, en lugar de promover la cultura del trabajo y del mérito, se fomentó el pobrismo, la exaltación de la dependencia estatal en materia de trasferencias económicas: la estatización de la pobreza.
Hoy, el programa del Frente Amplio —el ex programa único, porque ahora hay otro programa de la candidata Carolina Cosse— navega con las mismas coordenadas.
Marcan que van a “desprisionalizar”, esto es que delincuentes que hoy van presos, ya no lo irían. Pero no dicen cuáles.
Plantean el “desarme”. El desarme de los civiles como si el problema fueran los civiles y nos los delincuentes armados, y plantea también probar con liberalizar otras drogas como las “psicodélicas”. Todo prueba, claro: los conejillos de indias son los uruguayos.
El programa del Frente Amplio, lleno de vaguedades y, cuando no, de medidas que ya han mostrado fracaso, marca que sigue siendo como una brújula sin aguja, sin ninguna precisión.