Lionel Messi se coronó el año pasado campeón mundial con Argentina y a partir de allí nada fue igual. El jugador franquicia se convirtió en una leyenda. Un prócer del “fulbo” que sigue vigente y hoy brilla igual o más que antes.
En el Inter de Miami, Messi lleva convertidos (al momento de escribir esta columna) ocho goles en cinco partidos, mostrando un juego espléndido, cargado de gambetas, con esa zurda mágica que engancha y deja a los rivales despatarrados mirando hacia la tribuna. Es que Messi es sinónimo de fútbol. Ese juego pretencioso que muchos una vez –sin éxito– y, de forma amateur, intentamos jugar.
Contemplo con admiración esa finalización exquisita de una jugada sin apuros –porque él tiene ese tiempo de más–, y cómo con imprevisible elegancia acaricia la pelota hacia un sector donde el arquero nunca (o casi nunca) se lo espera.
Su llegada al Inter tiñó todo de rosa. Al decir verdad, es un color algo frívolo y poco frecuente en una camiseta de fútbol, pero muy aggionardo a los tiempos en que vivimos. Y, para el marketing, es revolucionario. Creo que no existe otro equipo que tenga este color en la camiseta titular. Aunque sí hay camisetas rosadas alternativas, como por ejemplo en el Barcelona, ni más ni menos.
Y por qué digo que Messi tiene suerte. Porque estuvo siempre en lugar y tiempo correctos. Siendo juvenil se probó en River Plate, quedó, pero Newell’s nunca le dio el pase. Luego consiguió la oportunidad de emigrar a Barcelona, allí creció, se formó en La Masia y brilló como ningún otro jugador en toda la historia. Y supo cuando irse al PSG, que le sirvió de preparación para Catar 2022. Y una vez más, supo retirarse de la elite del fútbol europeo y establecerse en Miami, un destino más acorde a su momento y, sobre todo, a su objetivo de vivir y disfrutar el fútbol desde otro lugar.
Como señaló Louis Pasteur: “La suerte solo favorece a la mente preparada”. Así, esta fiebre rosa coincide, casualmente o no, no lo sé, con el lanzamiento de la película “Barbie”, un éxito de taquilla en todo el mundo que lleva recaudado más de 900 millones de dólares. Y el color rosado es tendencia en las redes y en las vidrieras. No recordaba algo parecido desde la película ‘legalmente rubia’.
Messi usa la camiseta rosada con el dorsal 10, como de costumbre, exceptuando en el PSG que utilizó la casaca 30. Y en este mundo interdependiente, donde todo tiene que ver con todo, Messi está en el mejor lugar que podría estar, dónde siempre tuvo la ilusión de vivir y jugar al fútbol. Y ni que hablar de la relevancia que tendrá Estados Unidos en los próximos años al ser una de las sedes de la próxima Copa América y del Mundial en 2026.
En fin, Messi ya no es solo un jugador de fútbol, sino que es una marca registrada que gira alrededor del mundo y que todos desean comprar. Argentina en octubre recibe el ‘Messi10 Cirque du Soleil’, un espectáculo que muestra el mejor estilo de la compañía canadiense fusionado con la pasión que inspira el 10. Y esto es solo el comienzo, la Messimanía está en sus albores, a sabiendas de que seguramente vendrán más asociaciones entre la marca Messi y otras tantas. Intuyo que, probablemente, pronto la marca Messi (shop online) desarrollará una red de franquicia para expandirse por Europa o Asia.
Messi ya está en la misma página de los más grandes del deporte mundial como Michael Jordan, Michael Schumacher, Roger Federer, Usain Bolt o Michael Phelps. Y parece estar viviendo un sueño color de rosa tan merecido.
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