El director de la campaña por el SI en el referéndum del próximo 27 de marzo, Esteban Valenti, ha dicho que “el hilo conductor” de los 135 artículos impugnados es que favorecen a los de arriba y perjudican a los del medio y a los de abajo, “en todas las circunstancias”.
Esa afirmación es falsa y vamos a demostrarlo.
La Sección I de la LUC está referida a la seguridad pública. La seguridad pública fue un tema central en la campaña electoral de 2019. Las encuestas previas a las elecciones indicaban que esa era la primera preocupación de la ciudadanía. Y no era para menos: al cierre del 2019 se registraban en el país 391 homicidios y 30.650 rapiñas. Al cabo de 15 años de gobierno del FA, siempre con mayoría parlamentaria propia y “espacio fiscal” holgado, Uruguay estaba hundido en la peor crisis de seguridad de su historia. Las políticas aplicadas por el FA para combatir al delito fracasaron rotundamente.
Ante esa apremiante situación, todos los partidos que hoy integran la coalición gobernante proclamaron que la lucha contra el delito sería uno de sus principales objetivos, y así lo hicieron constar en el Compromiso por el País que todos suscribieron. La LUC es un paso importante hacia el cumplimiento de ese compromiso.
No; el delito golpea a todas las clases sociales, pero no golpea a todas por igual. Hay un sesgo, un sesgo claro en contra de los más humildes, de los más débiles, de los que más necesitan de la protección eficaz del Estado.
Así resulta de las estadísticas publicadas en la página del Observatorio del Ministerio del Interior; Observatorio que, vale reiterarlo, trabaja con los mismos criterios, el mismo método y hasta el mismo personal que empleaba el gobierno anterior.
Veamos por ejemplo lo que sucede en materia de homicidios. En el año 2021 se cometieron 300 en todo el país, 169 sólo en Montevideo.
¿En qué barrios de Montevideo se cometieron más homicidios? ¿En los barrios donde viven “los de arriba”? No, por cierto. En Casabó-Pajas Blanca se cometieron 12 homicidios; en Casavalle, 11; en Peñarol-Lavalleja, 10; en Villa García-Manga Rural, 9, y así siguen las cifras altas en los barrios populares mientras que en jurisdicción de la Seccional 10ª, Pocitos, no se registró ningún homicidio en 2021; en el Centro, 1; en Carrasco Norte, 1; en Parque Batlle-Villa Dolores, 1, y así podríamos seguir; los lectores interesados en el tema pueden entrar a la página web del Ministerio del Interior y allí, en la pestaña del Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad, encontrarán todos los datos.
¿Y qué pasa con las rapiñas? Sustancialmente, lo mismo. En la Seccional 17 (la de Casavalle, Marconi, etc.) se presentaron, en el 2021, 2.185 denuncias; en la 10ª, 313. Las cifras más altas están en los barrios populares, no en Pocitos, ni en Punta Gorda, ni en Carrasco.
Cuando la LUC le da armas a la Policía para luchar contra el delito no se propone beneficiar ni perjudicar a ninguna clase social en particular; se propone defender a la sociedad y a todas las personas que la integran contra la acción destructiva de los que matan, roban, violan y lucran de cualquier manera con el narcotráfico.
En los hechos, sin embargo, los principales beneficiarios de las acciones exitosas contra la delincuencia son, como es obvio, los que hasta hoy siguen siendo los principales perjudicados por ella: los que menos tienen y por ello no cuentan con los medios con los que cuentan otros (automóviles, alarmas, cámaras, guardias de seguridad) para evitar que los roben o los maten.
Los resultados de la aplicación de la LUC y de la nueva orientación de la acción policial que este gobierno impuso ya se están viendo; digan lo que digan los que no se resignan a que otros tengan éxito donde ellos fracasaron, la cantidad de delitos cometidos está bajando.
Queda mucho camino por recorrer todavía. Por eso mismo lo que hay que hacer es avanzar, no retroceder. Sigamos aplicando la LUC y mejorándola en lo que sea necesario, pero no volvamos atrás derogando sus disposiciones.
Si gana el NO saldremos ganando todos, salvo los delincuentes.
Saldremos ganando todos, sí; y más que nadie saldrán ganado “los de abajo”.