Son muchos los terroristas que hicieron posible la masacre del 7 de octubre en el sur de Israel, los que asesinaron, hirieron, violaron y secuestraron. Pero nadie simbolizaba tanto aquel horror como Yahya Sinwar, jefe de Hamás en la Franja de Gaza, el máximo cerebro y artífice de ese plan satánico. Por eso, cuando se confirmó este jueves que Sinwar había sido eliminado, quedó claro que se había hecho justicia histórica. Sinwar murió solo, en una de las muchas casas de Rafah destruidas por la guerra que él provocó, con 11.000 dólares entre sus ropas —en billetes israelíes— lo cual puede indicar que estaba tratando de huir.
Al tratar de resumir parte de la historia de Sinwar, un terrorista cuyo camino de violencia comenzó décadas atrás, hay muchos elementos simbólicos que vale la pena recordar.
Cuando estaba preso en Israel, el dentista que lo trató, Yuval Bitton, le salvó la vida al descubrirle un tumor cancerígeno. Médicos israelíes lo operaron y le salvaron la vida. No fue el primero ni el último que vivió una situación así. Su “pago” fue la masacre, en la que uno de los asesinados fue un sobrino del doctor Bitton.
Sinwar fue liberado en el 2011 en el marco de la transacción pactada entre Israel y Hamás para recuperar al soldado Guilad Shalit que había sido secuestrado cinco años antes. Más de mil terroristas fueron excarcelados en ese marco, numerosos volvieron a cometer atentados, y el más destacado fue sin duda Sinwar, que apenas volvió a Gaza se abocó a fortalecer el mecanismo interno de Hamás y toda su estructura armada. Algo significativo había ocurrido desde que él fue a prisión. Al salir y volver a Gaza, Hamás ya era el gobierno en la Franja y todas las energías y recursos estaban siendo dirigidas a construir allí una enorme base terrorista para atacar a Israel.
“Cruzaremos sus fronteras y les arrancaremos el corazón”, vociferó Sinwar en el 2018 en uno de sus discursos . En su cabeza ya comenzaba a desarrollarse el horror que años después ya planificó hasta el último detalle.
Sinwar estaba seguro que el 7 de octubre había comenzado a erigir el nuevo Medio Oriente, en el que el Estado judío, cuyo derecho a existir jamás reconoció, quedaría supeditado a los deseos y la perseverancia de Hamás. No entendió que con eso había sellado su destino y el de muchos de sus secuaces. El 7 de octubre fue la peor matanza de judíos desde el Holocausto, a manos de Hamás, pero fue también el comienzo del fin del gobierno de Hamás en Gaza.
Eso aún no ha llegado pero está en camino.
Israel entiende que la eliminación de Hamás no significa automáticamente la llegada de la paz ni el desmoronamiento absoluto del grupo terrorista, aunque sus capacidades militares han sido seriamente debilitadas y, el Hamás de hoy, muy lejos está del que atacó salvajemente a Israel el 7 de octubre.
Ahora el gran desafío es liberar a los secuestrados, 101 personas, en su mayoría civiles, entre ellos un bebé, un niño de 5 años, ancianos de más de 80 años, numerosos enfermos y jovencitas que deben haber pasado lo peor, y garantizar que puedan volver a casa.
No hay razón para esperar una proclamación de paz de parte de Hamás, ni bandera blanca de rendición. Los jihadistas no actúan así, y menos que menos los que dirán ser los nuevos representantes, desde los lujosos hoteles de Catar.
El esfuerzo debe ponerse en convencer a todos aquellos terroristas o civiles que colaboran con ellos y tienen secuestrados en su poder, a entregarlos, a cambio de importantes sumas de dinero y promesa de salvación. Expertos en la materia dan a entender que es en eso que Israel ya está trabajando.
La eliminación de Sinwar no convierte a Hamás en una organización pacifista ni mucho menos. Para Israel sigue siendo una organización terrorista responsable de numerosos atentados y también de haber convertido a Gaza en un espacio enorme lleno de infraestructuras armadas que dominan toda su vida civil. Pero no se descarta que con la muerte de Sinwar, cuya ideología jihadista era especialmente radical, y habiendo visto Hamás los muy duros golpes que recibió de Israel, pueda haber cambios concretos que moderen el conflicto.
Por eso Israel trata de destacar que esta nueva constelación es una oportunidad. Así lo dijo el primer ministro Benjamín Netanyahu en un mensaje televisivo a la nación: “Les digo a los pueblos de la región, en Gaza, en Beirut y por toda la zona, que la oscuridad va en retirada y la luz va subiendo”.
“Tenemos ahora una gran oportunidad para frenar al eje del mal y crear otro futuro, un futuro de paz y florecimiento en toda la zona”, agregó recordándoles una larga lista de jefes de Hamás y Hezbolá eliminados.
El primer ministro, dirigiéndose a los pueblos de la región, recalcó: “Juntos podemos repeler la maldición y promover la bendición”. También exhortó a los vecinos de Israel a aprovechar el momento creado para no permitir más que su vida esté dominada por figuras como Sinwar.