Hace casi 10 meses se impuso a Israel una guerra que no buscó. Cuando la organización terrorista Hamás perpetró el 7 de octubre una masacre en el sur del territorio israelí, prometió que habrá muchas más, y con ello convirtió en inevitable la respuesta contundente de Israel contra todas sus infraestructuras militares en la Franja de Gaza, insertadas en los espacios civiles palestinos.
Al día siguiente de comenzar la respuesta israelí a la masacre, desde Líbano empezaron a volar cohetes y misiles hacia Israel, por parte de la organización pro iraní Hezbolá, que desde el 8 de octubre no ha dejado de abrir fuego. Israel ha estado respondiendo con fuerza pero sin lanzar un operativo de gran envergadura —que Hezbolá merecería— para no desatar una guerra total.
En estos momentos, no está claro si este equilibrio durará mucho más.
En el marco de la guerra contra el terrorismo, Israel ha eliminado a numerosos jefes terroristas. Y en los últimos días, asestó golpes especialmente duros tanto a Hezbolá como a Hamas. Primero, mató en Beirut al jefe militar máximo de la organización chiita, responsable de todos los disparos desde Líbano hacia Israel, incluyendo la muerte de 12 niños mientras jugaban al fútbol en la aldea drusa Majdel Shams. Horas más tarde, en un ataque que se le atribuyó a Israel pero que a diferencia del primero no fue reivindicado, fue eliminado nada menos que el jefe de Hamás Ismail Haniyeh, cuando estaba en Teherán. Eso fue una humillación para los iraníes, más que nada porque Haniyeh no sólo que fue alcanzado en territorio de Irán sino en la residencia oficial de las Guardias Revolucionarias, ubicada a corta distancia del despacho presidencial.
La venganza, pues, llegará. Es un elemento clave en la cultura del radicalismo islámico y esta situación no será la excepción.
Vale la pena aclarar qué se sabe y qué no, en el mar de información que se publica. No nos haremos eco de rumores.
Y escribo estas líneas consciente de que quizás queden en parte desactualizadas, si empieza el ataque de Irán.
Pues veamos…
- Se sabe que tanto Irán como Hezbolá han prometido vengarse y que no hay razón ninguna para suponer que no lo harán.
- Se sabe que el desafío será, para ambos, cómo responder con fuerza para que la venganza esté clara sin detonar una guerra regional, que la enorme mayoría de los expertos afirman que ninguno de los dos quiere.
- Se sabe que Israel no piensa quedarse cruzado de brazos y responderá de inmediato, pero claro que todo depende de la envergadura del ataque y de los blancos elegidos.
- Se sabe que Estados Unidos está decidido a ayudar a interceptar amenazas que vuelen hacia Israel, y que por otro lado Rusia está ayudando a Irán. Jordania y Arabia Saudita dijeron que no permitirán que nada pase sobre su territorio y lo ponga en peligro. No hablan públicamente de ayudar a Israel pero en la práctica ese sería el resultado si derriban misiles en camino a territorio israelí.
- No se sabe cuándo exactamente comenzaría el ataque. Hay muchos rumores (24, 48, 72 horas…seguimos esperando las alarmas). Se desconoce el momento exacto en el que comenzará el ataque contra Israel, aunque se estima que sería pronto y que duraría unos días.
- No se sabe si atacará Irán solo, si también lo harán sus proxies regionales, o sea, sobre todo Hezbolá y también los hutíes en Yemen, y las milicias chiitas proiraníes en Irak. O si serán Irán y Hezbola, juntos o separados.
- Se tiene bastante claro que Irán planea un ataque más amplio que el lanzado el 14 de abril contra Israel (más de 300 misiles y drones), pero no hay certeza acerca de su envergadura. Se estima que no quiere ahora una guerra regional y tendrá que maniobrar sobre la cuerda floja para lograr ambas cosas.
- Y claro que no se sabe cuáles serán los blancos elegidos, si centros poblados, infraestructuras importantes o bases militares…o de todo un poco.
- Tampoco hay absoluta claridad respecto a los planes de Israel, salvo acerca de su intención de no quedarse cruzado de brazos.
Y para terminar, una aclaración que me parece clave.
Se habla mucho del esperado ataque de Irán, y claro que no es juego de niños, pero mi modesta opinión es que se exagera en la forma en que se lo presenta. No hay que subestimarlo por supuesto. Pero sí hay que recordar que los más de 300 misiles y drones lanzados el 14 de abril fueron casi todos interceptados por Israel y sus aliados. Hay que estar muy atentos y claro que si disparan mucho más eso puede sobrecargar a los sistemas de defensa antiaérea de Israel. Pero desde Irán no habrá sorpresas y cualquier ataque llevará tanto tiempo en acercarse a Israel, que dará mucho margen para hacer todos los últimos preparativos. Y ni que hablar para entrar a los refugios cuando suene la alarma.
Lo más preocupante a mi criterio es Hezbolá. Ante todo, por la inmediatez geográfica que en general significa que casi no hay tiempo de alarma y por ende interceptación. Aunque su arsenal es iraní, hoy en día Hezbolá tiene un poderío militar mayor que el de Irán. La gran pregunta es cuánto lo quiere usar ahora contra Israel.
No está de más recordar que mientras se espera el “gran ataque”, el norte de Israel está siendo atacado absolutamente todos los días con decenas de cohetes y misiles desde Líbano. Y entre viernes y lunes, fueron más de 40 los cohetes disparados desde Khan Yunes en Gaza al sur de Israel.
El problema central, va más allá de los arsenales.
Israel tiene a su alrededor algunos vecinos que dan más valor a la muerte que a la vida. Lo han dicho explícitamente. No solamente la vida de Israel sino también la de su propio pueblo. Y con esa mentalidad quieren tratar de destruirlo.
Nosotros tenemos claro que no lo lograrán.
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