Cuando en el cuarto de guerra los comandos terroristas despliegan sus mapas para definir sus ataques, no hay que equivocarse, el mapa es el mundo entero. El terrorismo yihadista tiene por enemigo a la cultura occidental.
Resulta muy difícil comprender la mente de estos terroristas. En la guerra convencional los ejércitos se enfrentan y respetan y distinguen a la población civil, ajena al combate de sus adversarios militares. Hay reglas. Con los fundamentalistas yihadistas no. Ellos ven en los occidentales “infieles”, y por tanto no distinguen entre civiles o combatientes —aunque bien diferente es cuando estos cobardes se enfrentan a un soldado israelí a cuando sacrificaron cientos de jóvenes judíos indefensos el 7 de octubre pasado—.
El mundo en blanco y negro que ven los terroristas pone a todo occidente en peligro. Claro que es Israel quien está padeciendo en primera persona la cobardía y salvajismo de estos yihadistas, pero el peligro es civilizatorio y es para todo Occidente.
¿Uruguay está en el conflicto? Sí. Uruguay está. No solo porque no hay —no puede haber— ajenidad cuando de actos de barbarie se trata, que son contrarios a la dignidad humana, actos que deben despertar el apoyo, la solidaridad y la empatía con el pueblo de Israel. Sino también porque hay uruguayos israelíes combatiendo valientemente y otros que han sido víctimas como la joven Shany Goren Horovitz secuestrada por Hamás. Pero también porque Latinoamérica es un espacio geopolítico que por varias razones seduce a estos terroristas. Estamos en el mapa.
Todos tenemos presente que Argentina fue víctima de dos cruentos atentados terroristas en la década del 90.
También que la Triple Frontera es señalada como punto de reunión del crimen organizado y que han aparecido vínculos entre el narcotráfico y el terrorismo. Más aun, tanto Khalid Sheikh Mohammed —cerebro de los atentados contra las Torres Gemelas— como el mismo Osama Bin Laden estuvieron en la Triple Frontera antes de los atentados del 11S.
En 2017 el Coronel (R) del Ejército de Colombia Luis Villamarín Pulido, experto en geopolítica y terrorismo advertía (en la Revista Seguridad, Ciencia & Defensa, Año III, Nº 3, 2017) que había “una amenaza islamista contra Latinoamérica” y agregaba que “la probada presencia de células terroristas en Trinidad y Tobago para incorporar jóvenes a las fuerzas irregulares de ISIS que combaten en Siria e Irak, son un serio riesgo para la seguridad hemisférica y una alerta permanente para Estados Unidos e Israel que cualquiera de sus embajadas, consulados o empresas privadas existentes en el hemisferio americano, pueden ser objeto de cualquier acción violenta por parte de estas redes”. Villamarín también recordaba que “muchas de las células entrenadas por Osama Bin Laden para conformar Al Qaeda en todo el planeta, vistas como la base del califato, terminaron en las filas de ISIS, debido a la celeridad con que este grupo se asentó en la antigua Mesopotamia, se expandió por el globo terráqueo y ha desafiado a todas las potencias occidentales, y los poderes regionales del Medio Oriente. Parte de esas células silenciosas están en Latinoamérica”.
También advertía que “la probable llegada de terroristas chiitas integrantes de Hezbollah provenientes de Siria e Irak a Venezuela, para luego con pasaportes oficiales venezolanos ser diseminados por el continente, podría desatar una guerra simultánea chiita-sunita en territorio continental americano, con daños colaterales imprevisibles y similares al conflicto de todos contra todos que se escenifica en el Medio Oriente, producto de la guerra fría Arabia Saudita (sunita) vs. Irán (chiita), con la obvia intromisión geopolítica de quienes sacarían ventaja de esa situación”.
A estos datos hay que agregar que hace pocos días la justicia argentina hizo lugar a un pedido de Estados Unidos para decomisar el avión venezolano con numerosa tripulación iraní que quiso ingresar a Montevideo y que era sospechado de acciones de espionaje.
Irán ha consolidado su presencia en el cono sur, no sólo con la ya conocida relación con Venezuela. También recientemente —en julio de 2023— con la firma de un Convenio de Cooperación en materia de Defensa con Bolivia. Esto supondría la entrega de drones iraníes en la región.
En febrero de ese mismo año dos buques de guerra iraníes atracaron en puertos brasileños bajo el permiso de Luiz Inazio Lula da Silva, pese a la protesta del gobierno de Estados Unidos.
El 8 de noviembre del año pasado, un mes después del ataque de Hamás en Israel, en Brasil se detuvo a integrantes de Hezbollah que preparaban ataques terroristas contra la comunidad judía. A su vez, la policía brasileña investiga la conexión entre Hezbollah y el PCC (Primer Comando Capital), organización del crimen organizado con presencia en casi todas las cárceles brasileñas.
En nuestro país, hace pocos meses se presentó la Evaluación Nacional de Riesgos de Lavado de Activos y Financiamiento del Terrorismo elaborada por el Consultor Internacional Alejandro Montesdeoca, con el apoyo de la Secretaría Nacional para la Lucha contra el Lavado de Activos y el Financiamiento del Terrorismo y el Banco Central del Uruguay, que contó con la participación de los operadores públicos en el Sistema Nacional ALA/CFT (Antilavado de Activos/Contra el Financiamiento del Terrorismo) y los sujetos obligados del sistema financiero y no financiero.
En dicho informe, dentro del capítulo “amenazas” se señala que “de acuerdo a la información aportada, nuestro país no presentaría al momento de la confección del presente informe, un riesgo alto de ser escenario de acciones de organizaciones, grupos o individuos de extracción terrorista. Por otra parte, tampoco existe percepción social o política de la posible realización de hechos de terrorismo a llevarse a cabo en territorio nacional y la justicia penal no cuenta con ninguna causa abierta sobre terrorismo. No obstante, no se puede descartar, el uso de territorio nacional como país de tránsito, o reposo con el propósito de contribuir a realizar planificaciones de esta índole. Por otra parte, la principal amenaza puede provenir de organizaciones regionales, y de una eventual conexión con grupos criminales locales, o que operen en el exterior (el resaltado es nuestro). Diversos estudios a nivel internacional han demostrado la comunión existente entre organizaciones terroristas y organizaciones de crimen organizado. Si bien en principio el terrorismo y el crimen organizado se mueven por fines y principios diferentes (y en ocasiones contrapuestos), la realidad marca que entre grupos terroristas y criminales existe una sinergia cada vez mayor”.
En conclusión, hoy Israel es el escudo de Occidente, pero todos estamos expuestos al accionar de estos grupos fundamentalistas; y en la geopolítica del terrorismo, Latinoamérica, y el Cono Sur en particular presenta señales de alerta y no está lejos del conflicto como se presume, máxime cuando, como señalan expertos internacionales, el modus operandi de los terroristas es infiltrarse principalmente en las comunidades musulmanas donde pueden pasar desapercibidos por las autoridades, comunidades como las que existen en nuestra frontera seca con Brasil.