Un gobernante tiene derecho a inaugurar cualquier cosa, pero hay ciertos gestos que dan la talla y el estado político del momento. Las vacaciones de verano se prestan a muchos gestos, pero no nos libran del ridículo.
El lunes pasado, el presidente de la República inauguró en La Barra de Maldonado una línea ecológica de carnes en una carnicería. Gran despliegue gran, de conitos de colores para señalar el espacio solemne, policías, cámaras de televisión y micrófonos a granel. Todos esperando la llegada del primer magistrado al cárnico evento.
Es posible —hay que admitirlo— que el Uruguay y la política haya cambiado mucho, pero no tanto, y, cuando no se tiene nada para inaugurar de una elemental importancia, las carnicerías son un escalón difícil de desandar.
Es cierto que la economía del país tiene una dependencia importante de la carne, sobre todo vacuna, pero… en la cadena agroindustrial, una carnicería no es precisamente el símbolo más representativo.
Hay que asumir que afrontamos en el campo uruguayo una carencia hídrica muy importante, que se viene arrastrando desde hace tres primaveras y que todo el país debería estar preocupado por esta situación. El Gobierno anuncia medidas ante la emergencia, las esperamos todos y las analizaremos todos con seriedad y responsabilidad. Digo esto para que un locuaz senador de tercera línea, llegado al cargo por pura casualidad, no se desmelene atacando a la oposición también con la sequía, como si fuera nuestra responsabilidad.
Cuando un Gobierno y sus acérrimos defensores se desmelenan hasta el ridículo hay que preocuparse, es que el descenso escalón por escalón a los infiernos de la desesperación comienzan a empinarse y pueden llegar a niveles imprevisibles.
Sobre todo cuando los gritos destemplados incluso llegan a cuestionar esfuerzos y gestos de sentido profundamente nacional, como la tarea que se asumió José Mujica de acompañar al presidente a Brasilia y de seguir la labor en Chile y Argentina para promover la integración regional. Considerando, entre otras cosas, que los avances en política internacional de este Gobierno, en acuerdos de libre comercio, etcétera, son un enorme cero.
Por lo tanto, el ministro de Defensa, entre acto militar y acto militar, embiste contra esta iniciativa de Mujica. ¿A qué le temen?
Lo que sí les debería preocupar son los datos de la última encuesta de Equipos, que fueron dados a conocer este lunes en Canal 10. Titular de El País: “El 37% de los uruguayos está en desacuerdo con la reforma educativa y el 31% está a favor, según Equipos”. Y en cuanto a la reforma de jubilaciones y pensiones, es todavía peor, Uypress: “Solo uno de cada cuatro uruguayos está de acuerdo con la reforma de la seguridad social”.
Este será un año políticamente importante, lo es para toda América Latina, porque de alguna manera todos estamos involucrados en los peligros antidemocráticos que se manifestaron violentamente en Brasil el pasado 8 de enero, y lo que deberíamos reclamarle a nuestros políticos es mantener cierto nivel, discutir en serio, no recurrir insistentemente a las falsas informaciones y a las furias ciegas.
El país, es decir su gente, la mayoría de su gente necesita mucho de la política nacional, sensibilidad, calidad, profundidad en el debate y seriedad, y evitar rigurosamente los ridículos, ya tenemos demasiadas bombas de tiempo haciendo tic tac.
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