Este lunes 8 de febrero asistimos a una larga conferencia de prensa de la ministra Arbeleche.
En su extensa comparecencia la ministra muestra con orgullo el cumplimiento de los objetivos fiscales, los cuales son su prioridad desde la campaña electoral de 2019.
Y esto en sí mismo es un grave error; no se puede tener en 2021 los mismos objetivos en materia económica que los que se tenían en 2019, ignorando por completo que en el medio ocurrió (y aun ocurre) una pandemia global con efectos gravísimos en materia social y económica.
No incorporar este brutal cambio de contexto en el análisis, y por lo tanto cambiar las respuestas desde la política económica es de por sí muy preocupante.
En segundo lugar es alarmante el enfoque reduccionista de la ministra, preocupada solamente por la variable fiscal; debería tener presente que no es sólo ministra de Hacienda, sino también, y fundamentalmente, de economía.
Hablar de déficit fiscal sin incorporar la dimensión de la producción, del empleo, del consumo, del ingreso de los hogares y demás variables económicas fundamentales es un profundo error y demuestra que no hay un plan integral en materia económica.
Por ejemplo, festejar el déficit fiscal cuando hay entre sesenta y cien mil uruguayos comiendo en más de 200 ollas populares, y faltan respuestas para apuntalar a las pequeñas y medianas empresas (lo cual es reclamado incluso por los socios de la coalición que gobierna), o un rumbo claro para reactivar la economía (que en 2020 caerá casi un 6% y no un 3,5% como previó la ministra) como reclaman quienes proponen planes de inversión pública en infraestructura, implica una mirada hemipléjica y un tanto desconectada de la realidad que sufren miles de uruguayos.
El gobierno se encierra en ese enfoque reduccionista, a contrapelo de lo que se está haciendo en todo el mundo, tan es así que según el monitor fiscal del FMI de enero de 2021, el déficit fiscal del mundo en su conjunto pasó de un 3,8% del PIB en 2019 a un 11,8% en 2020, esto incluyendo a gobiernos más o menos liberales, más o menos promotores de lo público.
No sólo no se puso dinero para afrontar la pandemia, sino que también se redujo drásticamente la inversión pública, la cual en el Gobierno Central-BPS cayó un 7,7% en 2020 en términos reales.
Urge conocer cuál es el rumbo de política económica que seguirá el gobierno para hacer crecer la economía y sostener a los más afectados por la pandemia; la ausencia de la misma sólo genera incertidumbre en los agentes económicos que toman decisiones de inversión y generan empleo.
La ausencia de rumbo no le sirve a nadie, ni siquiera a los malla oro.