Hay que hipotecar al Hipotecario para no hipotecar el crédito publico social hipotecario. Se trata de salvar la función para beneficio de la sociedad. El país debe tener crédito hipotecario para promover la construcción y desarrollar la vivienda. Vivienda subsidiada para el pobre y también casa para el que la pueda pagar. Construcción para el obrero. Para que el albañil tenga ocupación. El crédito hipotecario es lo que debe estar. No necesariamente el Banco Hipotecario.
El crédito hipotecario público en el Uruguay debe estar. Es de largo plazo y subsidiado. Exige compromiso de largo alcance. La presencia del Estado es obligada. No han sido buenas las experiencias de encomendar al privado la función pública con financiamiento público. Basta ver lo cara que resulta nuestra salud. Tampoco ha sido bueno mantener un banco público sin sentido de lucro y sin función social.
Lo que importa es la función social. No es el Banco. Es la vivienda, no el Banco. Es el techo del que necesita. Es el fin, no el medio. Es la construcción, no la burocracia. Es el trabajo. Es el Sunca, no AEBU.
El Banco Hipotecario ha trabajado para la banca privada. Le ha regalado el mercado. Tasas de interés prohibitivas. Ajenas a toda idea de mantener el nivel de participación en el mercado. Pasamos de la casi totalidad a menos de la mitad del crédito subsistente. En el último tiempo la participación de la banca privada se elevó al 85% contra 15% de la pública. Ciento y pocos millones de dólares de crédito otorgado contra más de mil de la privada. ¿Es que acaso no se dio cuenta nuestro directorio del BHU de ese proceso? Es bueno que se explique la razón de la falta de información para la toma de decisiones, o la desidia, o lisa y llanamente la deliberada intención de favorecer a la banca privada en el negocio inmobiliario.
El Banco Hipotecario del Uruguay da tres créditos por día. Imposible de explicar. Toda la estructura de un banco nacional especializado, y con reserva monopólica de la oferta pública, para concretar menos de cuatro créditos por día. El Banco Hipotecario del Uruguay no sólo le entregó el mercado inmobiliario a la banca privada. Es peor. Hizo desaparecer el crédito público hipotecario. Otorgó su espacio a la banca privada y no ocupó el lugar del crédito social hipotecario, ni el de la inversión en el sector de la construcción. Nada. El total del crédito sectorial cayó a menos de doscientos millones de dólares contra los casi dos mil que llegó a alcanzar en el pasado. Se lo creó para promover y viabilizar. No promueve. No atiende. No hace. Es un espectador caro. Demasiado caro para el lomo de los uruguayos.
Nos dicen que es rentable. Sus balances lo indican. Querría conocer lo que hay detrás de esos balances. Quisiera saber cuál es el respaldo de su patrimonio. Seguramente un cúmulo de propiedades sobrevaluadas y de créditos de dudosa o imposible realización. ¿Es que acaso se le puede ocurrir a alguien que uno de esos deudores transformados en eternos, que pagan por propiedades cuyo valor no supera los 80 o 90 mil dólares, pero que figuran en el Hipotecario con deudas de 300 mil dólares, pueda algún día saldar su cuenta? Figura el crédito. Figura la capitalización de los intereses. No figurará jamás el pago. Sencillamente porque sería irracional y porque es imposible. Nadie en su sano juicio pagaría por algo tres o cuatro veces su valor, y en este caso nadie tendría la capacidad de hacerlo. Esta gente ha pago toda la vida en función de su limitado ingreso. En el futuro se presentará al banco diciendo de la caída de su ingreso por haber llegado a la jubilación u otra razón, y pedirá disminución de la cuota. El Banco bajará la cuota e inventará nuevos colgamentos. Seguirá creando ingresos futuros ilusorios y de imposible realización.
El Banco Hipotecario asienta su rentabilidad en sus rehenes. Rehenes son sus deudores. Rehenes que no le pagarán, pero a los que ha condenado a una vida de sufrimientos. Los esquilmará eternamente. Les aplicará sus excesivas tasas con el único objeto de mantener su propia ilusión. Agrandará sus deudas. Los mantendrá cautivos. Para peor es sordo. No escuchará su drama jamás. No los ha escuchado nunca. Le han comunicado su drama de todas las formas y durante décadas. Nunca se prestó a una solución. Ahora pide solución administrativa. Que no vaya a ser por ley. Que solucionará como ya solucionó en el pasado. Solo que en el pasado no solucionó y en el futuro no solucionará. Cree que solucionó o dice que solucionó. No solucionó nada. En todo caso se solucionó a sí mismo. Solucionó su ilusoria supervivencia. Habla de decenas de miles de soluciones en el pasado. Pregunten a los deudores rehenes y sabrán la verdad.
El directorio del BHU ahora pide. Antes agredió. Antes decía que no resistiría una solución como la que se está dando a las familias. Que se fundía. Que no había banco que pudiera resistir un sacrificio de esta magnitud. Que 330 millones en 20 años comprometían su existencia. Nos dijo que eran prácticas indebidas. Irresponsables. Ahora le sobra espalda. Nos informa que esta pérdida patrimonial no le afectará. Que tiene un patrimonio que excede su capacidad de hacer negocios. Que no necesita tanto. Eso es cierto. Está sobrecapitalizado. Eso habla de su ineficiencia y de la ineficiencia a la aplicación de los recursos públicos en esa área, si se hace del modo en que lo hace el BHU. No sabemos si era cierto que no resistía o si es cierto que le sobra espalda, y que es como sacarle un pelo a un conejo. Lo cierto es que los directores no quieren perder el puesto. Lo cierto es que la aplicación de los recursos es ineficiente. Lo cierto es que nunca iban a solucionar nada. Ahora piden para ser ellos mismos los que den las soluciones que no dieron jamás. Lo cierto es que este debate los ha puesto a trabajar. Ahora quieren encarar negocios. Ahora tienen disposición de arriesgar. De competir con el privado. Parece que el ruido los despertó.
El negocio del financiamiento inmobiliario debe pasar al Banco de la República (Brou). El Brou salva al crédito público hipotecario en el país. Lo pone en una red amplia. Llega a todos los rincones del territorio. Descentraliza. Llega a tasas razonables. Acordes para el cliente. El República no vive de esto. Vive de otros negocios. No necesita de rehenes para expoliar. Menos necesita de esta incorporación para mantener los costos de su estructura. Puede ofrecer tasas competitivas con las del sector privado. Recuperará la presencia del sector público en la oferta del crédito hipotecario. Además, expandirá el negocio en general. Lo hará accesible a más y más gente.
Coincido con el economista Mario Bergara en que los bancos especializados tienden a desaparecer. Lo escribió en 2005. El presidente del República, Salvador Ferrer, en su exposición en el Senado, se pronunció en el mismo sentido. El cliente no puede ir a un banco a financiar la casa, a otro a financiar el negocio y a otro a sacar una tarjeta. Ahora la organización se orienta al cliente. A satisfacer todas sus demandas. Lo que corresponde. No es un banco para cada cosa sino el banco para el cliente. Lo hipotecario demanda conocimiento. Mayor conocimiento demanda el otorgamiento de crédito a empresas. Allí hay más riesgo. Infinitas contingencias.
Algunos temen por las dificultades que siempre traen las fusiones. No es el caso. Es banca pública. Son hábitos y culturas similares. No se necesitan nuevos recursos ni compartir los existentes. Los trabajadores pueden elegir entre mantenerse en el Estatuto actual o ir al del Banco de la República. Todos van a elegir esto último. Tendrán mejores condiciones, mejores ingresos y se abre un enorme espectro de oportunidades. Podrán hacer una carrera bancaria que su institución hoy no les ofrece. Todos ganan, salvo los directores.
El Hipotecario tiene otras dos áreas de negocios que son la canalización del ahorro y la garantía de alquileres. La primera ha venido desapareciendo. Se ha terminado esa cultura entre los uruguayos. Nadie quiere atar a su hijo a una estructura que lo condene de por vida. Las sucesivas políticas del Banco terminaron con la cultura del ahorro hipotecario. Del orgullo de aquella libretita que exhibía el que podía regalar eso a sus hijos o sus nietos. El Banco terminó con esa buena práctica por sus malas prácticas.
La garantía de alquileres es un servicio con algún desarrollo. Convengamos que de los servicios de garantía no es el mejor ni tampoco el más conocido. Muy a pesar de la teórica especialidad de banco, no lo es. Debería serlo. Ni por asomo lo es. Nueva muestra de descuido. De cualquier modo, ni la canalización del ahorro ni un servicio de garantías justifican la existencia de un banco.
El negocio de la promoción está vedado a la banca pública. Generó pérdidas cuantiosas. Implica riesgos sustantivos. No mayores que los de una empresa industrial o de servicios. Hay que estudiar la vuelta. Tal vez la experiencia acumulada, los nuevos mecanismos de información y control, los renovados mecanismos de gestión financiera, entre otros, puedan habilitar la posibilidad de incursionar en el rubro, en un escenario de menor riesgo. Es un área de negocios rentable. En cualquier circunstancia presenta riesgos. Merece la pena la evaluación.
El Banco Hipotecario del Uruguay tiene buena parte de su información en carpetas escritas a mano. No están en el sistema. Cuando se le pregunta no puede responder porque para responder debe sumar carpeta por carpeta. Manualmente. Parece mentira. Es cierto. Parece del pasado. Es de ahora. Uno se pregunta cómo se administra un patrimonio en este tiempo de cambios, con esa realidad. Es a tientas. Sin información. En el siglo XXI volando sin instrumentos. Toda la información anterior a 2008 se informa que está en esta situación. Difícil su control. Difícil su gestión.
Para que el Hipotecario siga debe actualizar su CORE bancario. Debe invertir en un sistema de información y gestión para este tiempo. Lo que ya hizo el República. Lo que costó cien millones de dólares y tanto dolor de cabeza. Parece que en el Hipotecario, que es 10 veces menor, costaría cuarenta. Cuarenta para empezar. Cuarenta millones y miles de dolores de cabeza. Sin esto no puede seguir. Los bancos ya no funcionan a lápiz. ¿alguien puede explicar la inversión de 40 millones de dólares de los uruguayos, con el único objetivo de salvar un banco?
El Banco Hipotecario del Uruguay no genera un peso para los uruguayos. No genera obra pública. No da empleo. No distribuye ganancias. No llegó a distribuir 20 millones en los últimos 20 años. De hecho, dio menos que eso y lo hizo después de que empezamos a cuestionar su funcionamiento y su razón de ser y seguir.
El único objetivo que tienen, es salvar un banco. No salvar un patrimonio, sino salvar balances de dudosa consistencia. No salvar una empresa próspera, sino hacer multiplicar las pérdidas. No mover la construcción sino encarecerla y detenerla. No generar vivienda sino postergarla. No generar el trabajo para miles de obreros sino salvar un directorio. No mejorar oportunidades a los bancarios, sino salvar una etiqueta. No promover sino detener. No generar negocios para el Estado, sino regalar el mercado a los privados. No descentralizar, sino concentrar. No ir hacia el Estado que debe ser, sino seguir en el Estado gordo e indolente. Todo en nombre de “San Banco” y de “San Estado”. Creemos en los bancos y en el Estado. No en su sacralización. Si sirve, que esté aunque cueste. Si cuesta y no sirve, no le carguemos la mochila al trabajo nacional. Menos al trabajo que destruimos.
A la plata del banco mejor la aprovechamos antes de que la funda el banco. Va a estar mejor en educación o en la infancia. Allí si es rentable. Ahí sí contribuye a la igualdad. También podemos financiar la solución a los asentamientos. Eso es dentro del mismo rubro y con máxima rentabilidad social. Una combinación de las tres cosas hecha con inteligencia sí que vale la pena. Hay que elegir. Algunos prefieren salvar bancos. Otros queremos salvar uruguayos.