La idea de que todo tiempo pasado fue mejor y que las personas se sentían más seguras es algo con lo cual se puede discrepar. En Montevideo —al menos— siempre estuvo el miedo a ser víctima del delito y siempre surgieron reclamos colectivos al respecto. De la informática hemos aprendido que todos los sistemas de seguridad son perecederos y requieren permanentes actualizaciones.
En lo referente a políticas de seguridad pública, la única certeza que podemos tener es que en algún momento fallarán.
Además de los delitos que se producen en Montevideo, pensemos también en las faltas y en las violaciones a diversas normativas departamentales. Vertido de residuos en lugares no habilitados, vandalismo de bienes públicos, vehículos que circulan sin la habilitación correspondiente, ocupación ilegal de terrenos, usurpación de viviendas y espacios públicos, solicitudes abusivas con acoso o coacción, acciones que afectan la libre circulación y otras que deterioran el espacio público, etcétera. Problemas de ordenamiento territorial, urbanismo, tránsito, transporte, obras, atentados contra el medio ambiente y más. Todas situaciones angustiantes que suceden a diario y sobre las cuales muchas veces no hay ni denuncias, ni mucho menos pruebas que habiliten un posterior trabajo por parte de la policía, la Fiscalía y la Justicia.
Sin desmedro de los avances que pueda haber logrado esta administración o la anterior, sin cuestionamientos al esfuerzo de los que lo intentaron, y de los que lo intentan, hay que reconocer que nuestro sistema de seguridad no está bien, hay cosas que evidentemente no están funcionando. Así que, en busca de soluciones, lo que quiero proponer desde aquí es la creación de Guardias Municipales que operen en el terreno de la fiscalización permanente y la denuncia. Sí, que un guardia o una guardia haga aquella denuncia que muchas veces el vecino por miedo o por desidia no realiza, y que además, si puede, obtenga registros que eventualmente puedan servir de prueba.
Los controles de Inspección General no solo son insuficientes, muchas veces son inexistentes. Vivimos en un gran caos y hay que reconocerlo. Es necesario poner un poco de orden. La inseguridad va en detrimento de la calidad de vida de las personas y, además, afecta la imagen pública de los distintos niveles de gobierno. Establecer formas de cooperación y de coordinación es algo que nos conviene a todos, más que necesario es imprescindible. Sabemos que la Policía y la Intendencia de Montevideo hacen lo que pueden, pero no alcanza, hay que sumar a los municipios.
La Guardia Municipal que proponemos debería cumplir funciones de fiscalización de las normativas municipales, departamentales y nacionales; actuar en lo que hoy es competencia de Inspección General, Tránsito, Bromatología, Control de Edificaciones, control de ruidos molestos, control de vectores (roedores, mosquitos, etcétera), pero además debería abordar tareas de seguridad ciudadana, tales como realizar patrullaje preventivo, acciones de disuasión, activar alarmas, ante emergencias llamar a la Policía, a los Bomberos o a la Emergencia Médica, etcétera. Tener una fiscalización permanente, ser proactivos, crear alternativas que nos permitan superar los obstáculos del día de hoy.
Muchos de los problemas a los cuales nos referimos no son nuevos. Ya en el año 1961, Daniel Fernández Crespo, integrante del Consejo Departamental de Gobierno —colegiado que estaba al frente de la Intendencia Municipal de Montevideo— hacía públicos sus reclamos a la Policía de que debía existir un cuidado especial por los bienes públicos, los cuales eran vandalizados con frecuencia.
Hasta donde pude rastrear, en 2007, el intendente de Tacuarembó Wilson Ezquerra fue el primero en crear una policía municipal en el decreto, pero Sergio Botana en la Intendencia de Cerro Largo fue el primero en implementarla en el año 2011.
En junio de 2011, el director de Inspección General de la Intendencia de Montevideo, Jorge Alberti, anunció en la Junta Departamental que desde el gobierno departamental se proyectaba crear una Policía Municipal, noticia que generó duras críticas del Círculo Policial y que hasta el día de hoy no se concretó.
En el año 2019, el general retirado Guido Manini Ríos propuso la creación de un cuerpo de serenos con policías retirados, y en 2023 retomó el tema. Recientemente, el diputado Martín Elgue presentó en el Municipio CH una propuesta de serenazgo municipal que va en un sentido similar, y más allá de que no es exactamente lo que estamos planteando, llega en buen momento, así que lo incluimos en la nota.
Guardia Municipal es el concepto que mejor aplica a nuestros planteos. El “sereno”, históricamente, ha estado relacionado con la vigilancia nocturna y esto que proponemos es una tarea 24/7. Podrían llamarse “inspectores” o “veedores”, pero me inclino definitivamente por “guardias municipales”.
En todo el mundo hay ejemplos de guardias municipales, me siento tentado de nombrar algunos ejemplos, pero prefiero que la construcción sea a partir de modelos locales, así que no lo haré.
Desde mi punto de vista, no se debería ni mencionar el concepto de “policía municipal”, ya que en nuestro país, la única policía es la policía.
Para resumir, los guardias municipales deberían realizar tareas de vigilancia preventiva, disuasión y denuncia. No deberían tener armas ni realizar ningún tipo de tarea represiva, tampoco la posibilidad de cobrar multas. Deberían llevar celulares con cámaras para recoger evidencia que eventualmente pueda ser empleada en un proceso judicial. La tarea de monitoreo de cámaras del perímetro de los centros educativos públicos podría ser una tarea a considerar, siempre y cuando no vaya en detrimento de las tareas de patrullaje permanente sobre cada punto de la jurisdicción. Naturalmente, tendrían que tener oficinas, y para el caso de Montevideo proponemos el uso de los múltiples kioscos policiales que, a pesar de estar en el más triste de los abandonos, se encuentran estratégicamente distribuidos por todo Montevideo.
Debería ser una fuerza netamente ejecutiva, dinámica y proactiva, con fuertes redes de comunicación, gran poder de relaciones públicas y capacidad de mediación.
La Guardia Municipal recorre, mira, registra cuando puede y denuncia ante quien corresponda todo lo que haya que denunciar. Debería tener potestades para coordinar el retiro de elementos que afecten la sensación de seguridad, tales como zapatos que cuelgan de los cables, restos de autos robados e incendiados, etcétera. Coadyuvar a las tareas de coordinación interinstitucional, ser auxiliar de la policía, las intendencias y por qué no, del INAU.
La idea de que funcionen en el ámbito de los municipios es porque —más allá de las imperfecciones del sistema— son los que permitirían una distribución equitativa en territorio, al menos en teoría, porque muchos municipios, empezando por los de Montevideo, requieren de una restructuración profunda, pero eso será tema de futuras reflexiones.