Sería imposible encontrar un nombre más apropiado que “la maldad” para la exposición que vi esta semana en la zona de la base de Glilot sobre los horrores del 7 de octubre, su planificación y ejecución.
A esta altura una piensa que ya leyó todo, aunque está claro que tratándose de un horror de tal magnitud como el que hemos sufrido, sería soberbio pensar que se tiene toda la información. Siempre hay algo más, siempre hay elementos con los que nos topamos, que nos recuerdan por qué Israel tiene que ser fuerte, por qué no puede dejar de combatir al terrorismo que promete con seguir atacando.
En esta exposición, que aún no está abierta al público y que recibe grupos de periodistas y formadores de opinión —imagino que también investigadores, académicos y figuras públicas—, nos acercamos a los preparativos de los terroristas, a su trasfondo y a lo que hicieron en Israel. Y llegué a casa pensando: otra noche sin dormir.
Es que incluye también videos gráficos, terribles, algunos de los cuales ya estaban en aquella película de los horrores proyectada a la prensa internacional, que vi hace meses, y otros que no había visto nunca. Como la del civil palestino —sí, civil— que ve en uno de los kibutzim a un tailandés que trabajaba allí, herido gravemente en el estómago por un terrorista, y decide agregar su “aporte”, tratando de decapitarlo.
Y fotos del horror cuya única definición sería realmente la maldad, el odio irracional, un comportamiento que no parece haber sido obra de seres humanos.
Se ve una familia asesinada en su casa, al hombre le quemaron los ojos y le cortaron partes de sus miembros...y mejor no sigo.
Vi la foto de la pequeña Mia del kibutz Beeri, de tan solo 10 meses, totalmente incinerada.
Y todo lo que está en el medio explica cómo fueron capaces de esa barbarie. Están las órdenes de ataque, en las que se decía claramente que hay que matar y secuestrar también a civiles, en las que hay pruebas de las violaciones, del uso sistemático de tácticas de horror. Están los libros antisemitas de los que se nutren en Gaza, allí hallados por soldados israelíes durante la guerra en curso. Y los documentos que vinculan claramente a los terroristas con la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA). Y las pruebas de la educación al odio y al asesinato.
Esta exposición, pequeña pero armada en forma excelente, es la previa de una enorme que se inaugurará el 7 de octubre en una superficie de 600 metros cuadrados. La actual tiene solamente dos salas, pero todos sus objetos han sido elegidos con inteligencia. En realidad, la gran mayoría son documentos hallados en Gaza y en los cuerpos de los asesinos. Hay a la entrada dos motos de las numerosas con las que entraron los terroristas a Israel. Estas fueron halladas en Ofakim, la ciudad más lejana de la frontera a la que llegaron, donde mataron a 52 personas. Y una ínfima parte de las armas.
Y están los videos, las explicaciones.
Y el mapa de la zona atacada.
Y en un video del festival Nova reconocemos a la hermosa Shani Luck, bailando feliz y sonriente, sin saber que poco después sería asesinada y su cuerpo violentado por terroristas, recibiendo además, ya en Gaza, una escupida de un jovencito, producto de la educación al odio de Hamas. Su cuerpo fue recuperado de Gaza y devuelto por el ejército a Israel.
Y está el mapa digital que permite entrar a cada punto que fue escenario del horror, agrandar, ver nombres, rostros, fotos...y las atrocidades tienen así nombre y apellido.
Escribiré en detalle al respecto cuando termine de ordenar todo el material, que no es fácil de volver a mirar y escuchar.
Y al final, allí está, detrás de la cortina, con pedido explícito que no tomemos fotos, un compendio del horror, de imágenes sobre las que podemos contar, pero a las que no podemos mostrar.
El cuerpito de Mia, cadáveres irreconocibles, filas y filas de muertos...y tanto, tanto más.
La maldad, ya lo decía el título.
En realidad, es mucho más que maldad.
Sólo quien desprecia la vida, no sólo de su enemigo sino la vida en general como opción preferible a elegir, y opta por la muerte como su camino, es capaz de cometer los crímenes del 7 de octubre.
Es ante esos horrores que buscaron intencionalmente asesinar israelíes, en su mayoría civiles, que Israel reaccionó y lanzó su guerra contra Hamás. Es una guerra en la que también hay sufrimiento palestino y también muertos no involucrados. Pero contrariamente a lo que alegan quienes demonizan a Israel, eso no es resultado de una intención israelí. La única intención de Israel es eliminar a los terroristas y son ellos los que cargan con la responsabilidad, no sólo de haber iniciado la guerra, sino de haber elegido todos los espacios civiles de Gaza como su escenario principal.
Si no hubiera habido atrocidades el 7 de octubre en Israel, no habría hoy ni un soldado israelí en Gaza.