Todos recuerdan y abusan de la frase utilizada en la campaña de Bill Clinton contra George H. W. Bush (padre), que es un ejemplo de una síntesis muy acertada de un discurso, una consigna, una polémica. En el Uruguay actual es muy difícil porque dejaría afuera tantas cosas que resultaría insuficiente, y le faltaría nada menos que la política.
“Es la economía” se ha incorporado con una fuerza arrolladora en este último tramo del gobierno de Luis Lacalle Pou, porque no hay un solo número que le cierre, y es el resultado de una orientación, clara obstinada, que está fracasando en todos los planos. Y, sobre todo, en los que proclamaron durante la campaña electoral como el paradigma de sus “cambios” y de sus objetivos.
Me perdono con los lectores por un cierto abuso de cifras. El endeudamiento neto y bruto de la deuda pública del Uruguay aumentó en el primer trimestre del año, según el informe del benemérito Banco Central del Uruguay. El endeudamiento neto (deuda bruta menos los activos de reserva) alcanzó los US$ 28.692 millones, lo que representa un 38,6% del PBI. Subió un 4,92% respeto a fin del 2022 y en relación a marzo del 2022 el aumento fue del 22,6%.
La deuda bruta llegó a US$ 49.729 millones a fin de marzo, lo que representa un aumento respecto al trimestre anterior de 4,26%, mientras que al comparar con el primer trimestre del año anterior subió 10,3%. La deuda bruta al cierre de marzo representaba un 66,9% del PIB y, en igual trimestre del año anterior, representaba un 60,6% del PIB.
Esto implica que el famoso déficit fiscal, contra el que iban a cargar los gobernantes multicolores, sigue inconmovible. Y ahora se suma un nuevo elemento. El gobierno junto con la Rendición de Cuentas envió una solicitud al Parlamento para que le autoricen aumentar en US$ 370 millones el endeudamiento.
En cuanto a la política cambiaria, sinteticemos. El atraso cambiario con todas sus consecuencias de pérdida de competitividad en los productos y los servicios es del 25%, en opinión del director de Ceres Ignacio Munyo.
Mientras que la inflación, la madre de la política del BCU, se estima que al final del año será del 7,58%, fuera del rango meta y que no ha impedido en absoluto la pérdida del poder de compra de los uruguayos.
Este gobierno que actuó y sigue actuando con una política restrictiva de las inversiones y del gasto público, al punto que en el proyecto de Rendición de Cuentas recién enviado al Parlamento solo incluyó un aumento de US$ 20 millones, postergando a la enseñanza, la salud pública, la Universidad, la investigación, la seguridad pública y todo lo que se les pueda ocurrir, tiene cifras de endeudamiento negativas.
A los uruguayos en su conjunto nos sucede personalmente y familiarmente exactamente lo mismo pero agravado. Además de que el endeudamiento per cápita por la deuda pública aumentó en forma constante, un informe elaborado por la Asociación de Empleados Bancarios (AEBU) revela que más del 20 % de los uruguayos están endeudados. Unas 700 mil personas no pueden pagar sus deudas con el sistema financiero formal y tienen “categorías crediticias problemáticas y no gozan de buena salud financiera”. En criollo, están en el clearing de informes.
“Si se considera la calificación máxima brindada por instituciones financieras para cada uno de estos deudores, de estas casi dos millones de personas tomadoras de crédito, más de la mitad (56%) pertenecen a la categoría con capacidad de pago fuerte, mientras que más de un tercio (35%) de estos están calificados cómo deudores irrecuperables; es este grupo sobre el que se centra el debate parlamentario”, dice el informe.
A este panorama sombrío hay que agregar las miles de familias que han tenido que recurrir al crédito fuera del sistema legal, en muchos casos vinculados a las actividades delictivas. Los llamados “colombianos”, aunque la mayoría son uruguayos.
Los ingresos fijos, salarios, jubilaciones y pensiones, consideradas en su conjunto tanto trabajadores públicos como privados, hace tres años que han perdido capacidad adquisitiva en relación al año 2019. Recién en la actual ronda de negociación salarial se proponen recuperarla, a cuenta gotas.
Hay un indicador social que los sintetiza mejor que todos. La pobreza infantil (menos de 6 años), que en el año 2019 era del 16,4%, en el informe del 2022 alcanzó el 22,5%. Y si consideramos el sector de entre 6 y 12 años, en el 2019 era del 15,9%, y en el 2022 alcanzó el 18,5%. También el sector de entre 13 a 17 años pasó de 14,8% en el 2019 al 17,1% en el 2022.
No hay que hacer ningún comentario para señalar todo el fracaso y las injusticias de estas situaciones y el impacto de las mismas en toda la sociedad. Y el gobierno sigue ahorrando.
Ahora se suman que están cayendo las exportaciones. Según informe del Instituto Uruguay XXI, durante los primeros cinco meses de este año, las exportaciones de bienes alcanzaron los U$S 4.722 millones, lo que significa una reducción de 14% frente a igual período de 2022. Ya ni siquiera los malla de oro están tan eufóricos.
Aunque, en setiembre de 2021, los depósitos de uruguayos en el exterior ascendieron a unos U$S 10.064 millones, lo que representa un valor superior a marzo de 2020 en aproximadamente de U$S 2.800 millones.
La riqueza crece y se concentra. Entre 2020 y 2021 los depósitos en el país crecieron US$ 6.377 millones, el 70% en cuentas de más de US$ 100 mil.
Según un informe de la Comisión Técnica Asesora (CTA) de AEBU, en base a datos del Banco Central del Uruguay, los depósitos bancarios tuvieron un crecimiento récord en el período 2020-2021.
Las cuentas que más aumentaron fueron las de mayor porte, especialmente las de más de U$S 250.000, en un período donde simultáneamente la inmensa mayoría de la población vio deteriorado su poder de compra. Esto refleja un agudo proceso de concentración de la riqueza. El informe establece que “las estadísticas del BCU, que tienen datos desde 1998, nunca mostraron un crecimiento de los depósitos tan grande como el que se vio en 2021, de U$S 3.358 millones”. A su vez, tomando el período 2020-2021 en conjunto, “el aumento es de U$S 6.337 millones, otro récord si vemos períodos de dos años”.
Esto no es un relato, estas son cifras, con nombre y apellido y firma, que desnudan la esencia, el rumbo de la política económica y por lo tanto social del actual gobierno.
Todo lo demás son justificativos, son humo acumulado, que comenzó con un hecho real, la pandemia, pero que produjo datos contradictorios y sigue hasta el infinito.
Se le ha sumado la crisis del agua para todo el país, y en especial la zona metropolitana, que se comenzó a manifestar hace varios años, y que desde el inicio del 2023 mostraba claramente los peligros. Ahora estamos en la desesperación y es el mayor fracaso de este gobierno.
Con los temas económicos podríamos seguir por muchas páginas, pero en realidad el fracaso no es solo la economía, es todo. La inseguridad en particular en los asesinatos crecientes y feroces; la hipoteca y entrega del puerto por 60 años; la sucesión de escándalos imparable, Astesiano, Marset, Penadés; la ley de jubilaciones y pensiones para trabajar más y cobrar menos; y la crisis vigente de la Caja de Profesionales y Bancaria; y también aquí podríamos seguir.
¿Y el presidente tiene para algunas encuestadoras un respaldo del 45%? Nunca habrá forma de comprobarlo, porque las simpatías políticas o tendencias al voto por partidos al final terminan en una jornada electoral y hay que rendir cuentas. No me gusta cortar muy grueso, pero me permito dudar seriamente que haya tantos uruguayos distraídos con el apoyo al oficialismo, aunque después, llegada la hora de los votos, el FA tenga una previsión del 43% y toda la coalición del 38%. Una reversión total de octubre del 2019, cuando el actual oficialismo, los cinco partidos sumados tenían el 55% de los votos y el FA el 38%.
Reitero mis disculpas por la cantidad de cifras, pero sé que al final ellas reflejan las realidades concretas de los uruguayos, sus intranquilidades y sus profundas frustraciones.
Lo que en el Uruguay actual está fracasando es la política y la economía, en una disputa por quien ocupa el primer lugar. Pero en realidad se potencian.
Nota reiterada. Para algunos que escriben comentarios (son los menos y reciben muchas notas negativas, cosa que me alegra mucho, cada uno tiene su ego) sobre mis columnas y cuyo único argumento es mi edad, les deseo profundamente que no tengan que llegar a enfrentar ese “problema”.
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