Por Esteban Valenti | @ValentiEsteban

Lo bueno, necesario e imprescindible de las elecciones es que luego de una danza interminable de encuestas, terminan inexorablemente en números fríos e inapelables. Eso también sucedió el domingo 24 de noviembre donde resultó electo por un estrecho margen el candidato de la oposición, Luis Lacalle Pou y como vicepresidenta Beatriz Argimon.

No hay ninguna posibilidad que ese resultado se revierta, por más estrecho que sea el desfiladero, y lo sabía perfectamente Daniel Martínez la noche en que se negó a reconocer ese triunfo. Eso no se arregla ni con discursos ni con saltitos en un estrado.

Es bueno - obviamente según mi opinión - que el margen haya sido estrecho, es un mensaje claro hacia el próximo gobierno de que no se puede gobernar contra la otra mitad del país, hay que evitar levantar altos muros que nos dividan. Y en la coalición multicolor hay algunos que demostraron que andan con muchos ladrillos de odios bajo los brazos.

Una vez más el sistema electoral uruguayo demostró su solidez, su transparencia y con los números tan próximos, nadie los cuestiona. Y la Corte mejoró mucho la velocidad de la producción de los datos, que en esta etapa, no hubiera sido posible cubrir con previsiones o proyecciones de las encuestadoras.

En el Uruguay con dos grandes concentraciones populares muy cerca una de otra, con una diferencia electoral reducida, se posterga el reconocimiento de los perdedores y no sucede absolutamente nada. ¡Qué país!

No hay una proclamación oficial, pero los números dicen claramente que la fórmula de la oposición obtuvo 1.168.019 votos un 50.62% y el oficialismo obtuvo 1.139.353 votos y el 49.34% del total de los votos a los candidatos, que es como se cuentan desde siempre los resultados de los balotages. La diferencia entre ambas fórmulas fue de 28.666 votos. El número de los votos observados fue de 35.229, para que se revierta el resultado la fórmula oficialista debería obtener más del 91% de los votos observados, algo que nunca pasó y que no pasará. Son los números y la historia. Por lo tanto el próximo presidente - nos guste o no nos guste - saltemos de alegría ante la derrota o lo que sea, es Lacalle eso y no lo cambia nadie.

A eso hay que agregar que la fórmula oficialista ganó por una ventaja muy amplia en la capital, realmente aplastante y por el 51% de los votos en Canelones. Perdió en todos los 17 departamentos restantes. Algo que nunca se había dado anteriormente. Son los números.

¿Por qué tanta sorpresa por el resultado? Por una sola y simple razón y sus consecuencias: por los resultados de cinco encuestadoras que coincidían en una diferencia entre 4 y 8 puntos a favor siempre de la oposición. Le erraron como a las peras, le acertaron solo a quien triunfaría. Pero es hora de que sus clientes, y la opinión pública les reclame un poco de precisión, mínima. Esa es su función.

Es falso de toda falsedad que todo cambió en los últimos tres días. Hizo muy bien el director de Opción que les pidió perdón a los uruguayos por los errores cometidos. Las otras justificaciones son pueriles.

Esa previsión no se cambió en los últimos 3 días de la campaña, no la cambió el brulote al borde de la ilegalidad de Guido Manini Ríos, esa era la realidad hace tiempo. El papel de Manini Rios en todo este proceso merece un análisis más detenido, incluyendo este último mensaje, que desmiente totalmente sus permanentes afirmaciones de que Cabildo Abierto no es un partido militar. No es solo militar, pero es fundamentalmente militar, con activos y pasivos.

Las encuestadoras, tendrán que revisar sus métodos, sus muestras, su sistema de interpretación de los "no sabe, no contesta" o dedicarse al ludo. Pero no pueden seguir con estos niveles de errores, que superan los márgenes de error que ellos mismos establecen ante la opinión pública y sus clientes. Aclaro: yo también me tragué esos sapos, me sumé a la corriente de politólogos, periodistas, dirigentes políticos y tutti quanti.

Más números: en el balotage del 2014 Tabaré Vázquez- Raúl Sendic obtuvieron 1.226.105 votos y el 55.12%, mientras que Lacalle Pou - Jorge Larrañaga obtuvieron 995.741 votos y el 44.82%. En relación a estas elecciones (balotage) del 2019, la fórmula oficialista perdió 86.752 votos y el 7.28% del total de los votos a los candidatos en relación al 2014; Lacalle creció 172.278 votos también en relación al balotage del 2014. Estos son también números fríos.

El oficialismo en la primera vuelta perdió el 8% de los votos en relación al 2014 y en segunda vuelta perdió el 7.28%. Es decir que siguió perdiendo votos, aunque menos que en la primera vuelta.

Más números: La fórmula oficialista paso del 39.02% de la primera vuelta del FA al 49.34%, es decir que creció un 10.32% de los votos mientras que la fórmula opositora, que utilizó con mucha fuerza el concepto, el documento conjunto y la foto de la oposición unida, pasó del 28.62% de los votos del Partido Nacional al 50.62% del balotaje, un crecimiento de 22.00%. En votos el FA de 949.376 a 1.139.353 votos (más 189.977 votos; la fórmula del Partido Nacional (originalmente) obtuvo 696,452 votos a 1.168.019 votos (más 471.567). Porque como todos saben la suma de los votos de los otros partidos nunca puede considerarse ni asegurada ni automática, hay que conquistarla. Y estos son los números.

La principal confirmación equivocada de los datos de las encuestas, que ahora no podrán hacerse los desentendidos, fue el rostro, la actitud y hasta las declaraciones de los dirigentes del FA y de la fórmula antes del acto eleccionario. Ellos sí que las creyeron a pie juntillas las encuestas, y sin embargo dieron la batalla hasta el final. Hicieron bien, así se hace.

Pero eso no cambia que se haya producido un cambio radical en la vida política e institucional del Uruguay: luego de 15 años tendremos un gobierno de centro derecha, con un ala derecha realmente preocupante, que hay que considerar con una visión estratégica, y con una amplia mayoría parlamentaria, de 56 diputados en 99 y 18 senadores en 31. Con un "detallecito", 11 de esos diputados y 3 de esos senadores son de Cabildo Abierto... y todos los demás integrantes juntos de la coalición no alcanzan las mayorías parlamentarias necesarias y Manini ya demostró cómo sigue confundiendo la política como un cuartel.

Veremos si la democracia en este país le enseña, como nos enseñó a todos, pero hay que comenzar a pensar y a considerar que no hay que facilitarle a esta novel creación, Cabildo vierto, donde tanta influencia y responsabilidad tienen los dos últimos gobiernos del Frente Amplio y en particular algunos de sus sectores, que lo designaron a Manini comandante en jefe del Ejército durante casi dos gobiernos del FA y le permitieron hacer política y forjar su plataforma electoral-militar, que expuso en toda su desnudez en el mensaje previo a las elecciones. No nos hagamos los sorprendidos...

Habrá que considerar, como se hace oposición al futuro gobierno, con principios, con las diferencias que surjan, pero sin seguir levantando muros infranqueables, que va a ayudar políticamente a la peor derecha y a su partido que va a pretender ejercer un papel determinante en todo el rumbo del gobierno. RECORDAR Y PENSAR AHORA, no cuando el agua llegue al cuello. La democracia se defiende con inteligencia y siempre con política. Las quejas, al cuartito.