El pasado 28 de abril, Joe Biden propinó una golpiza -callejera como correspondía- a Donald Trump en la explanada del Capitolio. Un rato después, ya en el interior, dejó boquiaberto al mismísimo Bernie Sanders.
En una hora lanzó iniciativas que cambian el "contrato" implícito en la vida de la sociedad norteamericana, un nuevo "New Deal", tras la crisis de 1929. Noventa años atrás, Franklin D. Roosvelt tomó medidas que cambiaron el panorama social y laboral norteamericano. Su plan implicó la creación de millones de empleos a través enormes inyecciones de dinero en obras públicas, estímulo a la sindicalización, creación del sistema de seguridad social y mucho más.
Biden vuelve a esa fuente. No solo propuso seguir con la catarata de dólares hacia la economía iniciada tras la pandemia, sino que fue mucho más lejos. Ubicó expresamente su discurso en el nivel más alto de importancia para un presidente de los Estados Unidos: declarar la guerra y celebrar la paz.
Empleo, empleo y más empleo
En ese marco de gravedad institucional dio a conocer los planes del nuevo contrato social. El Plan de Empleo Americano, uno de los ejes políticos en la lucha contra los dos virus, se propone una inversión de dimensiones sin precedentes en beneficio de una única generación de norteamericanos. Está orientado a mejorar la infraestructura de transporte - modernizar las rutas, puentes y autopistas, construir puertos y aeropuertos- sustituir tuberías de plomo, todavía comunes en muchos suministros de agua pobable, internet de alta velocidad, incluyendo las áreas rurales, modernización de la red de energía eléctrica y mucho más.
Los perdedores de la globalización, los trabajadores de las áreas industriales, cuyos trabajos se fueron hacia China y sus votos hacia Trump, tuvieron su redención:"No hay razón para que las aspas de las turbinas eólicas no se puedan construir en Pittsburgh en lugar de Beijing. No hay razón por la que los trabajadores estadounidenses no puedan liderar el mundo en la producción de vehículos eléctricos y baterías". Millones de empleos "bien pagados", con los que "criar a sus familias". Seguramente los iPhone cambiarán su clásica leyenda "diseñado en California, ensamblado en China".
El nuevo slogan, "Buy American", llegó para desterrar sin disimulo al "America First" de Donald. Los dólares de los impuestos estadounidenses serán para comprar productos que creen empleos estadounidenses, prometió Biden.
"Casi el 90% de los empleos de infraestructura del Plan de Empleo Americano no requiere un título universitario. El 75% no requiere un grado académico. Es un plan para los trabajadores de cuello azul"; para ustedes -le faltó decir- que votaron a Trump. El plan, agregó Biden, "reconoce algo que siempre he dicho: Wall Street no construyó este país. La clase media construyó este país. Y los sindicatos construyen la clase media. Y es por eso que estoy pidiendo al Congreso que apruebe la Ley de Protección del Derecho a Sindicalizarse" (la cámara toma a Bernie que aplaude de pie).
La inversión en investigación y desarrollo tecnológico y científico es parte del plan. Propone la creación de una agencia especializada en investigaciones de salud para desarrollar, orientada a generar nuevas formas de prevenir, detectar y tratar enfermedadaes como Alzhéimer, diabetes y cáncer. "Esto es personal para muchos de nosotros. No puedo pensar en una inversión más digna. Acabemos con el cáncer como lo conocemos. Está a nuestro alcance", dijo, continuando con la batalla contra esa enfermedad, que lideró como vicepresidente y después de serlo, que le robó a su hijo, Beau, así como la posibilidad de postularse a la Presidencia en 2016.
Familia
Los nuevos roles familiares, y especialmente el de la mujer, irrumpieron primero con imágenes y luego con la propuesta del Plan Familias Americanas. Con cierta teatralidad, al inicio de la alocución, Biden se torna hacia las dos mujeres que lo flanqueaban, Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y Kamala Harris, su vicepresidenta, para destacar lo inédito: por primera vez un presidente se dirigía a dos mujeres en el podio
En ese marco, el presidente anunció la "inversión en nuestros niños, nuestras familias y nuestro futuro económico". Dos millones de mujeres perdieron sus trabajos durante la pandemia, afirmó, "muy frecuentemente porque no conseguían quien cuidara de sus familias, de sus niños. 800.000 familias están ahora en listas de espera para conseguir cuidados en el hogar para sus familiares mayores o con discapacidades".
Este plan es también un plan de empleo: "Ayudará a esas familias a crear puestos de trabajo para nuestros cuidadores, con mejores salarios y beneficios". De paso, un mensaje para el flamante ministro de Desarrollo Social, Martín Lema y para el de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres: el cuidado de personas dependientes es un sector en el que las oportunidades de empleo no dejarán de crecer.
Para ganar en la "competencia por el liderazgo mundial para el futuro, también necesitamos hacer una inversión única en nuestros hijos". El plan de apoyo a las familias incluye acceso a buena educación garantizada por 4 años más porque "para competir en el siglo 21, no es suficiente con 12 años de educación". Mensaje para todos nosotros: Uruguay presenta un rezago y desigualdad gigantescos en los resultados educativos. Apenas el 43% de los jóvenes de 21 a 23 años completan la educación media y la situación varía mucho de acuerdo al nivel socioeconómico de las familias. No puede haber mayor prioridad para nuestro país que la inversión en las generaciones cada vez más chicas de niños.
El extremismo político
En la misma explanada que recibió a los asaltantes del Capitolio en enero pasado, el presidente Biden hizo un fuerte discurso de unidad. "Unirnos para luchar contra los enemigos que enfrentamos: ira, resentimiento y odio. Extremismo, anarquía, violencia, enfermedad, desempleo y desesperanza. Con unidad podemos hacer grandes cosas, cosas importantes. Podemos corregir los errores, podemos poner a la gente a trabajar en buenos empleos, podemos educar a nuestros hijos en escuelas seguras. Podemos superar el virus mortal, podemos reconstruir el trabajo, podemos reconstruir la clase media y hacer que el trabajo sea seguro, podemos asegurar la justicia racial y podemos hacer de Estados Unidos una vez más la fuerza líder para el bien en el mundo."
"Hemos aprendido de nuevo que la democracia es preciosa y frágil... que hay verdad y mentira", afirmó evocando sin eufemismos una de las características de su predecesor: desentenderse demasiado frecuentemente de la verdad.
¿Logrará Joe noquear a Donald? Para algunos virus no hay vacunas.