Unas columnas más atrás, en "Qué me importa tu pasado", escribía sobre los revisionistas de la historia. Decía que "... juzgar sujetos por cuestiones morales del pasado es de una precariedad moral que nos emparda en atraso con quienes juzgamos". Y en las últimas semanas un montón de genios alrededor del globo decidieron tomar acción para cambiar el mundo y empezaron por exterminar personalidades influyentes de siglos atrás. A sus estatuas en realidad, porque ellos obviamente ya no están. Al parecer tienen miedo que como Rodrigo Díaz de Vivar que ganó una batalla a los árabes después de muerto, atado -su cadáver- a su caballo, ellos también puedan inclinar la realidad en el sentido perverso e inmoral en el que vivieron, siglos atrás. Así que estos catalizadores sociales la emprendieron a golpes y empujones hasta que lograron que el funesto Edward Colston (su estatua) terminara bajo el agua de Bristol y no haga más daño.
Estos iluminados luchadores políticosociales de nuestro tiempo no se quedaron en la estatua del viejo Edward sino que extendieron su alcance por el mundo logrando que diferentes figuras recibieran justo castigo por representar a personalidades históricas que merecían, justamente, un castigo. Obviamente uno de los ganadores fue Cristóbal Colón que cometió la fechoría del siglo (del siglo XV) y tiene muchas estatuas (ahora algunas menos) que dejan constancia de la trascendencia de lo que hizo contra la humanidad. Pero también ligaron personalidades como el Rey Leopoldo II, el Rey Baudouin de Bélgica, Juan Ponce de León, El duque de Wellington, un general confederado y hasta una escultura del mismísimo Miguel de Cervantes Saavedra que fue vandalizada (y esto último da idea de lo que son estos voluntarios de depuración histórica que lideran el desarrollo humano de occidente). Es increíble por otro lado, cómo este grupo de gente olvidó la equidad de género y no incluyó en su campaña vandalizar a monumentos de personalidades femeninas, aunque acá puede ser que el sesgo sea de la historia que también ha dejado poca participación a la mujer en fechorías como estas. Se perdieron de entrar en el parlamento británico y hacer puré el único monumento a Margareth Thatcher, o tal vez la sometieron a ninguneo que es más cruel aún.
Tuve la suerte de cruzar por un parque cuando se producía el momento histórico de derrocamiento de una de estas personalidades y lo aproveché para entrevistar a uno de nuestros nuevos líderes del pensamiento.
Yo: Hola. Perdona que te interrumpa... ¿Qué están haciendo?
Él: ¿No lo ves? ¿No ves que estamos dando su merecido a este exterminador, de pueblos indígenas? -Señala al monumento del General Storms
Yo: Perdona. No lo conocía. Siempre paso por acá y me parecía una linda estatua esculpida en una sola pieza sobre alabastro. Creo que el artista hizo un buen desbaste de la pieza original y se dió mucha maña con los cinceles para terminar logrando además unos pulidos formidables... Claro que el rojo del spray lo resalta mucho más.
Él: ¡El artista era un hijo de puta vendido de mierda. El spray rojo es la sangre que lo mancha por lo que hizo.! -Me interrumpió con un grito desaforado.
Yo: Ah, bien. Eso es una metáfora también, así que de algún modo es arte igualmente. -Dije tratando de congraciarme.
Él: Acá nadie quiere hacer nada artístico. Esto es real: estamos liberando al mundo de estas lacras que llenan de vergüenza nuestra historia y si no lo tenemos presente estamos condenados a seguir por el mismo camino.
Yo: Yo te respeto, pero la verdad es que no es real: es una estatua. Por otro lado: ¿si las eliminamos cómo vamos a tenerlos presentes después?
Él: Los estamos escrachando hoy y para siempre para que nunca más nadie los recuerde.
Yo: Bueno, ese era mi punto. No sé si lo mejor no es recordarlo... Pero más allá de todo, lo que este hombre hizo fue hace siglos.
Él: Pues le ha llegado su momento. Se le terminó la impunidad.
Yo: Lo que quiero decir es que lleva acá décadas, ¿Por qué agarrársela ahora con él? ¿Por qué no antes?. Tú tenés como 40 años, ¿qué pasó los últimos -ponele- veinte años de tu vida?. ¿Estabas complicado?
Él: Lamentablemente antes vivía con la venda en los ojos de la historia que nos contaron los vencedores.
Yo: ¿Quieres decir que veías las cosas desde otro punto de vista?
Él: Sí, Por imposición del sistema, así era.
Yo: ¿Pero y cómo pensás que veía él las cosas?
Él: ¿Él, quién? -Señala a un tipo de pañuelo alrededor de su cabeza que coloca una soga al cuello de Storms para tormento del general donde sea que éste esté.
Yo: No, el General. Tal vez él tampoco se daba cuenta que le estaba errando. No ya hace dos décadas, sino un par de siglos atrás.
Él: Yo no sometí a ningún pueblo indígena. Él lo hizo.
Yo: Sí. Tremendo. Pero creo que en su tiempo eso estaba bien visto. Es lo que la gente esperaba.
Él: Ah, claro y por eso le hicieron un monumento.
Yo: Bueno, sí, justamente. Porque la gente estaba feliz con lo que él hacía. Como que era el mejor de todos ellos. La gente estaba orgullosa de él.
Él: Por eso hay que destruirlo porque fue el mejor de lo peor de la historia.
Yo: Bueno, pero de algún modo, el hombre es hijo de su tiempo y tal vez más víctima de su cultura que culpable de actos en perfecta consonancia con sus congéneres.
Él: ¿Sabés cuántas víctimas causó este hijo de su tiempo?
Yo: ¿El general plim plim?
Él: ¿Cómo se llama?
Yo: No sé, decime vos.
Él: A mí no me importa como se llame este bastardo.
Yo: ´ta bien. No..., lo que yo quería señalarte es que a lo mejor vos, desde tu contexto, nuestro contexto, sin notarlo ni pretenderlo, estás cometiendo mayores tropelías contra la humanidad, la vida, la biosfera, la energía o la armonía del universo, que las que cometió el señor, y en el futuro, los humanos o los seres que queden, o vengan, o los que sean, que juzguen a la humanidad del 2020, tal vez entiendan que tú eras alguien pésimo. No sé, tal vez usar ese spray de pintura sea una aberración de dimensiones que hoy no podemos entender. Ponele que tal vez dentro de un par de siglos pueden llegar a pensar que Banksy fue el peor aspirante a artista de la historia porque la liberación de moléculas de pintura sintética alrededor del mundo en nombre de los valores, la cultura y el arte, fueron la gota -pulverizada o no- que derramó el vaso del equilibrio químico de la biosfera. Digo. Ojo que no lo juzgo a Banksy tampoco....
Fue lo último que alcancé a decir antes de que entre patadas y golpes que me alcanzaban por más deprisa que yo corriera, me pintara parte de la cara, cabeza y ropa con lo que le quedaba -que por suerte era poco- de su spray rojo de resinas acrílicas vinílicas de gran adhesión y ultrarrápido secado, con polimerizados que logran un acabado impecable (acabado de mi ropa y de mi piel cuando le pasé la piedra pómez bajo la ducha). Creo que no me entendió o si sí, no estaba de acuerdo conmigo. Hoy debe seguir cambiando el planeta con el uso de su spray al pie de algún impune monumental.
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