“El Frente Amplio le pega a todo lo que se mueve, sin fundamento”. “La oposición no propone, es el palo en la rueda”. “El FA sólo está para destruir, con fines electorales”.
Expresiones como estas son el leit motiv de un coro orquestado desde jerarcas de gobierno hasta referentes del oficialismo. La clara intención es caricaturizar la labor del Frente Amplio, a efectos de descreditarlo como una necesaria opción de gobierno en el futuro.
Sumado a la idea de que todos los frenteamplistas somos “tupas”, “bolches” y “radicales” y de que no hay espacio para los “moderados”, hacen su campaña de mostrar a la principal fuerza política de este país como carente de ideas y capacidad de gobernar. Decretan la muerte del espacio Seregnista, pero “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”. Así lo indican los resultados de la última elección interna del Frente Amplio.
Una campaña muy burda. Y cargada de falsedades y contradicciones. Insultan la inteligencia y la sensibilidad del pueblo progresista que incluso va más allá de las fronteras frenteamplistas.
Parece ser que el gobierno quiere una oposición que no se oponga. Suena absurdo, porque es absurdo. El FA se opone, como debe ser, a las políticas regresivas y antipopulares de este gobierno, al debilitamiento de las instituciones y la organización estatal, y a las medidas que son contrarias al interés nacional (e incluso contrarias a sus propias promesas electorales). Y también denuncia, como debe ser, los hechos escandalosos que inundan la agenda pública: la entrega del monopolio en el puerto, las irregularidades en el Ministerio de Turismo, el envío del pasaporte a un narco preso en el exterior, todo lo que surge del llamado caso Astesiano (pasaportes truchos, favores a jerarcas, tráfico de influencias, espionaje a legisladores y a otros ciudadanos, entre otros actos de corrupción). Asimismo, muestra a la sociedad su visión acerca de la situación del país: el deterioro en el bienestar, la mayor pobreza, la creciente desigualdad, la no solución de los problemas básicos que eran el caballito de batalla en la campaña electoral, como la seguridad, la salud, la vivienda.
No cumpliríamos con el rol que nos encomendó la ciudadanía si no hiciéramos esas cosas. Y vale recordar que eso también lo hacía el actual oficialismo cuando era oposición en los tres gobiernos anteriores (y a veces con bastante más virulencia).
Somos oposición a lo que vemos negativo para el pueblo uruguayo. Claro que sí.
Pero eso no es sinónimo de que estamos alegremente en contra de todo y que no proponemos nada. De ninguna manera.
Ya en épocas de pandemia, tendimos la mano e hicimos propuestas. Obviamente, en algunos casos, con claras diferencias con el gobierno, sobre todo en la arena económica y social. Buena parte de esas propuestas (que procuraban un menor deterioro en la sociedad uruguaya) fueron ignoradas.
Prácticamente todas las leyes vinculadas a la pandemia fueron apoyadas por el Frente Amplio en el Parlamento, y muchas de ellas se votaban de manera urgente en muy pocos días. Basta con revisar las actas parlamentarias para verificar la actitud de nuestra fuerza política.
Paradójicamente, muchos de los que dicen que el FA está en contra de todo, argumentaban que la LUC no era tan mala porque el FA había votado casi la mitad de los artículos. Similar postura se da en la votación del Presupuesto y las Rendiciones de Cuentas. Entonces, ¿en qué quedamos? O una cosa o la otra. El FA ha apoyado lo que entendió conveniente apoyar y se ha opuesto a lo que consideró negativo. Con responsabilidad ante la gente, no con un talante caprichoso y fundamentalista.
Tanto en la LUC como en las leyes presupuestales, la inmensa mayoría de las propuestas de nuestra fuerza política fueron ignoradas.
Otro ejemplo refiere al tratamiento en el Senado de la reforma jubilatoria. Argumentamos sólidamente por qué razones no la apoyamos en general (sólo se exige más esfuerzo a trabajadores y trabajadoras, no se reducen inequidades, se mantienen privilegios, se castiga a sectores vulnerables) y apoyamos algunos artículos que veíamos con buenos ojos. También en ese caso, hicimos una docena de propuestas que fueron totalmente ignoradas.
Es claro que en el marco del accionar de la oposición, también ha habido un talante propositivo. Y para reafirmarlo, voy a listar algunos de los proyectos que hemos propuesto y que, mayormente, no avanzan en el trabajo parlamentario. Y en muchos casos, son propuestas que no responden a una mera circunstancia o a una esgrima política de corto plazo, sino que refieren a reformas con visión de país, con visión de futuro, propias de una fuerza política que sí está preparada para volver a gobernar.
a) Ante la necesidad de un reforzamiento de los marcos de transparencia en el país (sobre todo a la luz de los casos de Marset y Astesiano), propusimos dos proyectos de ley, uno incorporando el delito de enriquecimiento ilícito y otro fortaleciendo la Junta de Transparencia (debilitada y politizada en estos últimos años).
b) Con esa misma preocupación, insistimos en que se trate el proyecto (que viene de la administración anterior) sobre el marco legal del financiamiento de los partidos políticos.
c) Estamos presentando un proyecto para la descentralización del Instituto Nacional de Rehabilitación, es decir, que las cárceles salgan de la égida del Ministerio del Interior, para privilegiar las políticas de rehabilitación, sin perjuicio de fortalecer la seguridad en esos ámbitos. El aumento inorgánico de las personas privadas de libertad llama a una revisión organizacional urgente.
d) Propusimos la descentralización de los Defensores Públicos (que hoy dependen del Poder Judicial), a efectos de afianzar las garantías para todos los ciudadanos.
e) Propusimos una ley de reorganización de los juegos de azar, ordenando y actualizado los roles del Estado en la materia (política, regulación, desarrollo de los juegos), con mirada institucional de largo plazo. Este enfoque es bien diferente al del proyecto del gobierno, que solo buscar resolver una situación concreta de los juegos online, reafirmando los desajustes organizacionales vigentes. Es la diferencia entre tener una visión integral y sólo procurar resolver un agujero circunstancial.
f) Hemos presentado un proyecto para reafirmar la tenencia responsable y un mayor contralor de las armas de fuego en poder de la sociedad civil.
g) Vamos a estar proponiendo dos proyectos de ley que apuntan a dar los primeros pasos que permitan la participación política de los compatriotas que viven en el exterior, porque es justo y para dejar de ser uno de los dos países de toda América (el otro es Guayana) que no tienen algún régimen de voto en el exterior.
h) Hemos propuesto un proyecto que tipifica delitos ambientales, paso indispensable en el mundo actual, en donde esta temática adquiere una relevancia cada vez mayor.
i) Presentamos proyectos para fortalecer los derechos de los usuarios y consumidores a través de la explicitación de precios unitarios de los diversos productos.
j) Estamos presentando una proyecto para descentralizar la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia, hoy en la égida del Ministerio de Economía y Finanzas, porque es un proceso que naturalmente se ha dado en todas partes y para proteger esa labor de la interferencia política. Lamentablemente ya hubo casos claros con relación a las denuncias vinculadas al monopolio en el puerto de Montevideo.
Esta lista podría continuar. Y la idea no es si se está de acuerdo o no con todas estas propuestas. Pero lo que no se puede argumentar es que el Frente Amplio es meramente un palo en la rueda y no hace propuestas. Ni que sólo está para pegar y cobrar costos políticos, sin una visión de futuro. Todo lo contrario.
Y son propuestas factibles, pensadas y desarrolladas con solidez técnica, consistentes con un enfoque democrático, pragmáticos y que priorizan derechos y transparencia. Sin fundamentalismos ni radicalismos mal entendidos.
El Frente Amplio va a volver a gobernar. Apostamos a ello. Con la certeza de entender que el próximo gobierno frenteamplista va a tener a toda la sociedad como objeto de derechos, bienestar e igualdad, y no sólo a los “malla oro”. Pero también entendiendo que no vamos a volver a la administración del gobierno a hacer lo mismo que hicimos en los 15 años previos. No descartamos que haya algunas coas que recomponer, tanto en las políticas como en el terreno institucional. Pero debemos tener un programa y una agenda que atienda a la realidad del 2025, que es muy diferente a la que teníamos en 2005. El mundo es diferente, los conflictos geopolíticos que condicionan nuestras inserción internacional son diferentes, la región es diferente, el país y la sociedad uruguaya son diferentes, el mundo del trabajo es diferente, las preocupaciones sociales, de equidad de derechos y de sustentabilidad ambiental son diferentes. Este desafío lo estamos abordando en el proceso de conformación del programa que el FA pondrá a consideración de la ciudadanía en 2024 y que se está elaborando con participación ciudadana en todo el territorio del país.
El Frente Amplio va a volver a gobernar. Está preparado. Tiene los objetivos claros y los compromisos con el pueblo uruguayo firmes. Tiene las capacidades y las herramientas para hacerlo. Es lo que el Uruguay necesita.