El dialelo (del griego diallelos, «recíproco»), también llamado círculo vicioso, es una estructura lógica que consiste en una petición de principio con el cual se intenta probar una cosa mediante otra, y esta segunda mediante la primera. Los filósofos escépticos emplearon el dialelo como uno de recursos argumentativos para tratar de demostrar la imposibilidad del conocimiento verdadero.
No todo dialelo es falaz: hay fenómenos que solo se pueden explicar de forma circular, ya que se retroalimentan: «Baja la bolsa porque se asustan los inversores, y se asustan los inversores porque baja la bolsa.»
Según el gran diccionario enciclopédico McGraw Hill ilustrado, un círculo vicioso es una situación que resulta insoluble al existir dos circunstancias que son a la vez causa y efecto una de la otra y que actúan de manera recíproca quedando ambas sin explicación. El Uruguay está atrapado en un círculo vicioso, en la peor crisis sanitaria de toda su historia. Es el primer país del mundo en número diario de infectados de coronavirus y el quinto en el número de muertos por habitantes. Y descendiendo todos los días hacia un infierno peor.
Los termómetros para medir este proceso son además de las cifras proporcionales al número de habitantes, la saturación ya incontenible y dolorosa del sistema de salud, que fue en todos los países fue lo que trató de evitarse. Aquí las autoridades creyeron que ampliando el número de Centros de Tratamiento Intensivo (CTI) podíamos resolver o al menos paliar la situación. Y comenzaron a correr el virus desde atrás que los superó por dos lados: porque superó ya las 500 camas de CTI ocupadas por coronavirus 19 y, porque redujo drásticamente los CTI destinados a otras enfermedades. Todo el sistema, incluso el consumo de oxígeno medicinal y de varios medicamentos, están amenazados. Y los números no da tregua.
¿El país fue tomado desprevenido? No, es falso de toda falsedad. A inicio de la pandemia el 13 de marzo de 2020, el gobierno con un enorme respaldo de la gente y de toda la sociedad política y civil aplicó un plan estricto de restricciones a la circulación, suspendió la mayoría de las actividades masivas o de concentración y durante varios meses, el Uruguay fue un ejemplo a nivel mundial en el tratamiento de la pandemia.
Luego vino el círculo, el gobierno atrapado en sus propios argumentos y consignas que cada día eran más huecas. "La libertad responsable", cuando en toda sociedad organizada y civilizada las obligaciones necesarias se imponen desde el Estado, cuidando el bien de la gente. El gobierno había dado una señal valiosísima, designó un grupo de científicos calificados, que se fue ampliando para recibir asesoramiento en esta crisis sanitaria totalmente desconocida a nivel global. En determinado momento el famoso GACH comenzó a rezar en el desierto, a alimentar el círculo cada día más vicioso.
El gobierno respondió lo que todos sabíamos pero de la peor manera: el GACH aconseja pero YO soy el que decide. Y decidió. Primero dejar pasar el tiempo, confiar en un milagro imposible, que la responsabilidad de todos los ciudadanos resolvería el problema, sin considerar siquiera que con que un pequeño número de personas no fueran super estrictos en los cuidados, eso comprometería toda la situación y a toda la población. Y comenzó a confiar en los discursos, en los justificativos, en las falsas oposiciones. Se podían suspender todas las clases educativas, pero no la vida nocturna y comercial (como se había hecho al principio) y ahora se produjo un doble fenómeno: la pandemia viene cuesta abajo con la fuerza de cifras de alud y las pequeñas y medianas empresas han agotado todas sus reservas y están en serio peligro, por lo cual se argumenta sobre esa base para no adoptar medidas más drásticas.
Para demostrar que no tiene responsabilidad, el gobierno hace la lista semanal de la cantidad de aglomeraciones que ha disuelto la policía, la prefectura y las intendencias. La inmensa mayoría de esas concentraciones son nocturnas, si se hubieran adoptado medidas drásticas de restricción de la circulación, también se evitarían esas concentraciones irresponsables. Para facilitar su campaña, gobierno y acólitos utilizan consignas impactantes, Estado de sitio, Medidas de Seguridad, represión policial y militar y al círculo lo han transformado en una enorme bola constrictora. Y el virus tan campante creciendo con absoluta libertad irresponsable.
Aumentan los muertos, porque ya no hay capacidad de internar a todos los enfermos que lo necesitan y se apela a un instructivo vergonzoso del Ministerio de Salud Pública que detalla los criterios para excluir pacientes de la debida atención médica. También aumentan porque la cepa P1 circula a sus anchas por el círculo, porque cualquier propuesta de cerrar con más firmeza la frontera norte, chocó con la sabiduría y el conocimiento del presidente de la República y el Ministro de Defensa que todo lo saben en materia fronteriza y demás.
También aumenta el número diario de muertos, hasta llegar a 71, primer lugar en el mundo en ese día porque el nivel de atención en los CTI ha notoriamente empeorado por falta de personal, afectado por la propia pandemia y por el desborde de casos. Y los especialistas lo anunciaron con tiempo, cometieron el imperdonable pecado para los acólitos oficialistas de anunciar lo que sucedería. Y sucedió y todos los gritos fanáticos no tuvieron la decencia y la humildad de reconocer que hay problemas y había problemas graves.
Y seguimos por el mismo camino. Con una diferencia substancial en relación al inicio de la pandemia: ya estamos vacunando y se ve la luz parcial al final del túnel. Se trataría de hacer un esfuerzo concentrado en dos meses y alcanzar niveles de inmunidad que detuvieran este ciclo terrible. No se hace nada, se espera, y todos absolutamente todos ya sabemos que hay que blindar lo que falta de abril (porque no blindamos nada en la primera quincena), y seguramente blindar mayo. ¿Nos gusta? No, ni siquiera proponerlo, pero la experiencia mundial y NACIONAL lo demuestra inexorablemente.
¿Es por soberbia? ¿Es porque está prisionero de sus propias palabras y gestos? ¿O la causa es otra? No voy a especular, lo que son notorias son las consecuencias del CIRCULO VICIOSO, pero hay un elemento que despunta, que aparece con mucha fuerza: el dinero, las cuentas públicas, el déficit fiscal, no tocar los bolsillos de los que más tienen para que le den una mano a sus compatriotas. El impuesto a los funcionarios públicos y jubilados con sueldos nominales superiores a los 120 mil pesos, es ya casi una miseria. No para los que lo pagan, pero para las necesidades de la pandemia no alcanzan para nada.
Se dejaron desangrar miles y miles de emprendimientos de muy diversos tamaño, pero sobre todo micro, medianos y pequeños que cerraron o están al borde. La única manera de salvarlos es poniendo plata, bastante plata. Nada, cuentagotas y nada más.
Ahora voy a ir hacia otro lado, fundamental, la política. Imaginen por un instante que esta crisis con todas sus consecuencias se produjera con un gobierno del Frente Amplio, o de cualquier otro partido menor de la propia coalición, que no sean los blancos herreristas y todos sabemos el nivel de los gritos desaforados, enfermizos que proferirían los dirigentes y los acólitos del actual gobierno. Desde inconstitucional y para abajo todo tipo de insultos. Ahora pretenden acallar a cualquiera que trate de expresar un leve malhumor. Y en realidad estamos muy, pero muy enojados. Y tenemos derecho, el círculo vicioso nos está ahorcando.
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