Hace pocos días, cuando todos los defensores de las buenas relaciones bilaterales entre Uruguay e Israel celebraban el agregado de un rubro de exportación de carne uruguaya a Israel, la Embajada palestina en Montevideo consideró que esa era una buena oportunidad para otra de sus diatribas y distorsiones históricas. Si bien estamos acostumbrados, al leer sus posteos en las redes, a las alevosas mentiras de la mencionada embajada —y no sabemos si los escribe la propia embajadora Nadia Rasheed o alguno de sus funcionarios— esta nos pareció de singular atrevimiento, al involucrar a Uruguay. Muy bien hizo la Cancillería en citarla por su crítica pública a Uruguay.
Es que la embajada en cuestión retuiteó con comentario un posteo de la Cancillería uruguaya en el que revelaba que quedaban habilitadas las exportaciones de carne ovina y bovina con hueso a Israel. Esto es lo que escribió la representación diplomática palestina:
“Mientras la CIJ (Corte Internacional de Justicia) delibera sobre el caso contra Israel presentado por Sudáfrica y apoyado por muchos Estados, al 96° día de genocidio, esperábamos al menos que Uruguay hubiera pedido un alto el fuego. Seguimos esperando que alce su voz por ello”.
Mientras la CIJ delibera sobre el caso contra #Israel presentado por #Sudáfrica y apoyado por muchos Estados, al 96° día de genocidio, esperábamos al menos que #Uruguay hubiera pedido un alto el fuego.
— Embajada del Estado de Palestina en Uruguay (@embpalestinauru) January 11, 2024
Seguimos esperando que alce su voz por ello.@compresidencia @MRREE_Uruguay https://t.co/Ww1EQWRuI3
Podríamos comenzar recordando que la mayoría de los “muchos estados” que menciona el tuit, son países no democráticos o gobernados por regímenes con posturas tendenciosamente anti israelíes o demasiado comprensivas para con el terrorismo. Pero eso, digamos, es un “detalle”.
Antes de entrar de lleno en las acusaciones a Israel y esta última crítica a Uruguay, recordemos que la Embajada palestina ya estaba molesta con Cancillería porque cuando recientemente se votó en la Asamblea General de la ONU un llamado al alto el fuego en la guerra entre Israel y Hamas, que fue aceptada por gran mayoría, Uruguay fue uno de los países que se abstuvo. Y lo hizo porque consideró que el llamado de la ONU no tomaba en consideración elementos claves de la situación en la que la guerra fue desatada por una masacre atroz perpetrada por Hamas contra la población civil del sur de Israel, ante la que Israel tuvo que defenderse.
Imaginamos que Uruguay querría que no sólo se proclame alto el fuego sino el fin de la guerra. Pero Uruguay también sabe que Israel está librando una guerra por su seguridad. Una guerra que no buscó ni quería, pero que no tuvo más remedio que lanzar contra los asesinos, no por lo que hicieron solamente, sino por los anuncios sobre las nuevas matanzas que quieren hacer.
Pero el interés de la Embajada palestina en la verdad no es nunca lo central. Su agenda es, siempre, demonizar a Israel. Ya bastante grave es que el gobierno al que representa, la Autoridad Palestina, no haya condenado hasta ahora la masacre de Hamas. Pero tampoco sorprende.
La Embajada palestina sabe muy bien que lo que hay en el terreno es una guerra, claro que dura y cruenta, y claro que una guerra en la que también mueren civiles inocentes —como trágicamente ocurre en todas las guerras— pero que eso no significa que Israel sea genocida. ¿Cómo lo sabe? Porque la propia Autoridad Palestina es con quien Israel coordina el pasaje de palestinos de Gaza a tratamientos médicos en hospitales israelíes. Lo sabe porque bien le consta cuán felices están aquellos palestinos que consiguen permisos legales de trabajo en Israel, tanto de Gaza como de Cisjordania.
Lo sabe porque, aunque no lo diga, tiene clarísimo que Israel intentó alejar a la población civil palestina de las zonas que iban a ser atacadas por constituir bases centrales de la infraestructura armada de Hamas. Y porque sabe bien que las sumas multimillonarias recibidas por Hamas desde su toma del poder hace 16 años no fue destinada a mejorar la situación de la población, sino a erigir una monstruosa infraestructura armada en medio de todas sus instalaciones civiles, lo cual convierte en misión imposible el esfuerzo israelí por distinguir en forma absoluta entre terroristas y civiles.
La propia Autoridad Palestina —que no logra cumplir ningún rol clave en Gaza desde que fue echada de allí violentamente por Hamas, que gobierna la Franja en forma absoluta desde entonces— no puede pretender que Israel tenga la varita mágica en su lugar.
Evidentemente, no se nos pasa ni por una neurona que la Embajada palestina tenga que ponerse a elogiar públicamente a Israel. En absoluto. Pero siendo plenamente consciente del carácter terrorista de sus adversarios, Hamas, que ya los sacaron a ellos del poder en Gaza en junio de 2007 y quieren hacer lo mismo en Cisjordania, podría por lo menos callarse la boca. Y no mentir sobre “genocidio” agregando el tupé de criticar a Uruguay como si fuera cómplice de un crimen.
Eso, además de tratar de arruinar un acuerdo comercial entre Uruguay y un país amigo como fue siempre Israel, una venta que por cierto aporta la economía uruguaya, y que es jurisdicción plena y soberana de Uruguay, un tema en el que nadie tiene derecho a entrometerse.
La Embajada palestina en Uruguay está abocada desde siempre a distorsionar la realidad y presentar las cosas muy distinto de lo que son. Basta con leer diversas declaraciones a la prensa y sus cuentas en las redes.
Para la Embajada palestina, el problema no es siquiera la ocupación de los territorios en disputa, que fue resultado de la guerra lanzada por los árabes contra Israel en junio de 1967, sino la creación de Israel. Claro que no lo presenta en general en esos términos. No queda bien. Suele expresar pesar y condenar la “violación” de los derechos palestinos “desde hace 75 años”. En una exposición itinerante de hace unos meses, los carteles que invitaban a la muestra fotográfica hablaban de la “nakba”, catástrofe, de hace 75 años. El “pequeño” detalle que olvidan mencionar es que si los árabes, incluyendo el liderazgo palestino de entonces, hubieran aceptado la resolución de la ONU que recomendaba la partición de la Palestina del Mandato Británico en un Estado judío y otro árabe, también los árabes palestinos tendrían desde hace 75 años su Estado independiente.
Pero, lamentablemente, lo rechazaron. Optaron por perderlo, con tal de tratar de impedir que el pueblo judío tenga el suyo propio. Y lo peor es que, también hoy, el mensaje que se oye y ve en manifestaciones anti israelíes es el lema de la propia Autoridad Palestina: “From the river to the sea, Palestine will be free”. Rima bien, pero eso no esconde el mensaje: NO a la existencia de Israel, en ninguna frontera.
A menudo, cuando oímos declaraciones de figuras palestinas sobre la historia del conflicto con Israel, cuando seguimos sus redes sociales y sus medios, entendemos, con preocupación, que por esa distorsión llegada de los propios líderes, la mayor parte del pueblo palestino seguramente cree que tuvieron su propio Estado independiente y los judíos se lo robaron. Nada más lejos de la verdad. No hemos decidido qué es peor: que los líderes que transmiten ese mensaje mientan a sabiendas o que realmente crean lo que siempre les han mentido a ellos mismos.
Lo mismo, con la Embajada palestina en Uruguay.
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