La problemática ambiental es el "más grande de los desafíos que la humanidad haya tenido que enfrentar jamás", escribía Carlos Julio Pereyra, entonces senador, en el año 2000. Una frase que tiene dos décadas pero que refleja la importancia que ha tenido Carlos Julio Pereyra no solo en la política nacional, sino también en nuestra discusión ambiental. Por ello es indispensable este reconocimiento y homenaje.
Carlos Julio Pereyra acaba de fallecer tras una muy larga trayectoria política. Con el retorno de la democracia, en las cámaras de senadores y diputados se conformó un grupo de legisladores muy destacados, no sólo por su peso político, sino por la rigurosidad y calidad de su trabajo legislativo, el respeto a otras voces y el esfuerzo en mirar hacia el futuro. A su vez, dentro de aquel conjunto había un grupo más pequeño que además tenía una sensibilidad ambiental. Entre ellos estaba Pereyra.
Como ejemplo de ello retomo la propia voz de Carlos Julio: "El hombre ha empezado a darse cuenta de la destrucción que inconscientemente ha ido volcando sobre el planeta que habita, amenazando a terminar con el equilibrio natural que genera y rige su propia existencia. Los inesperados cambios climáticos, el empobrecimiento del suelo hasta generar desiertos, la destrucción de especies biológicas animales y vegetales, la seria afectación de la atmósfera por ignorancia, descuidos o intereses económicos, y muchos aspectos más, deben construir hoy la más alta preocupación del género humano. Le va en ello su propia supervivencia."
Todo lo que dice mantiene hoy en día una plena vigencia. Vuelvo a subrayar que esos son dichos de un senador de la república de hace veinte años, y no puedo evitar reconocer que hoy en día se extraña no contar con más voces como la suya en el Poder Legislativo. Es que por momentos parecería que a muchos legisladores realmente no les interesa (o no entienden) la problemática ecológica del país, no la estudian con rigurosidad (o no están asesorados adecuadamente), y el respeto, una de las principales cualidades de Pereyra, escasea.
Uno de los problemas ambientales más graves de este Uruguay de hoy radica en lo que ocurre con la agropecuaria. En el año 2000, en el texto que estamos citando, Carlos Julio reconoce que sin duda la tierra es un "bien social", con una enorme importancia económica así como valores que hacen a la identidad nacional. Enseguida agregaba: "Sin embargo, como la vida que va transcurriendo sobre (la tierra), también la hiere cuando va dejando huellas destructivas de un impacto que nadie previno." El "verdadero aumento productivo es el que asegura la continuidad de los recursos básicos" señala, y lanza una advertencia que parece haber sido escrita ayer: "en ningún otro aspecto de la vida nacional, ‘el laisser faire laisser passer' tendrá consecuencias más funestas para las generaciones futuras".
Tristemente ese ‘dejar hacer, dejar pasar' es lo que ha predominado en buena medida en la gestión ambiental en el medio rural, y su consecuencia inocultable es, por ejemplo, la crisis del agua.
Todas estas palabras provienen del prólogo que hace dos décadas atrás, Carlos Julio tuvo la amabilidad de escribir para un libro sobre agropecuaria y ambiente que publiqué junto al Dr. Gerardo Evia. Vale la pena rescatar algunos elementos de aquella circunstancia, porque el libro fue el resultado de una investigación específicamente enfocada en la dimensión ambiental de la agropecuaria uruguaya, que además fue discutida en distintos puntos del país con grupos locales tanto ambientalistas como productores rurales.
Esa experiencia atestigua que ya desde aquel tiempo había distintos actores en el medio rural, e incluso dentro de empresas y gremiales agropecuarias, preocupados por estas cuestiones. Las reacciones ante el deterioro ambiental no son tan nuevas como muchas veces se dice, pero la dificultad con la que lidian es que parecería que siempre se está comenzando de nuevo, una y otra vez. El Estado, en muchas ocasiones, en lugar de promover las soluciones se convierte en un obstáculo.
En la misma línea, Carlos Julio volvía a acertar cuando reconocía que le asombraba "el egoísmo, la inconciencia y hasta la ligereza e irresponsabilidad con que tienen que enfrentarse quienes reclaman una preferente atención" a los temas ambientales.
A lo largo de su larga gestión parlamentaria, Carlos Julio actúo directa o indirectamente en la creación del actual Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, y en las normas clave sobre calidad del ambiente, evaluación del impacto ambiental o protección de áreas naturales, y en múltiples discusiones parlamentarias.
Todas esas actividades y esa sensibilidad con el Uruguay de "adentro", revelan a Carlos Julio como un ambientalista del terruño, de nuestra tierra. En ello está el más importante reconocimiento.
Nota: Las citas son del Prólogo a "Agropecuaria y Ambiente en Uruguay. Valor agregado ambiental y desarrollo agropecuario sustentable", por Gerardo Evia y Eduardo Gudynas, Montevideo, 2000.