Recientemente un alto jerarca de este gobierno nacional respondía, ante cuestionamientos de la prensa, que no sabía por qué no bajaba la pobreza en el país: especialmente por qué el derrame de la recuperación económica no llegaba a los niños, niñas y adolescentes sumergidos en la pobreza.

Resulta que sí hay respuestas: la ausencia de un enfoque de economía social es parte de la explicación de por qué aumenta gravemente la pobreza en nuestro país. No podemos caer en los dilemas de falsa oposición que planteaban privilegiar el crecimiento económico antes que la situación social de la población. La economía per se, debe desde su origen tener un fin social de mejorar el bienestar del conjunto de la población y, especialmente, respecto de quienes tienen menos posibilidades de acceso a bienes y servicios.

Hay quienes buscan caricaturizar la realidad social, poniendo por un lado a las fuerzas del mercado y, por otro lado, a la ciudadanía, como si los beneficios de una fuesen en desmedro de la otra. Pero no, no es así, aunque hoy nos gobierne una visión completamente neoliberal de la economía que se ilustra fácilmente con el dato más complicado de todos: la pobreza infantil. En nuestro país, la pobreza en menores de 6 años fue de 22,5% en el primer semestre de 2022, según los últimos datos divulgados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esa franja etaria duplica la estimación de la población general para el período, que fue de 10,7%, y la que más ha crecido desde 2021, de acuerdo al historial de información publicado por el INE. ¿Qué quiere decir esto? Que al igual que en 2002, el futuro de este país se sumergió en la pobreza.

Ante esta cruda realidad hay una respuesta: hay que volver sobre una estrategia de economía social y solidaria. Por un lado, la economía social y solidaria tiene un fundamento económico detrás, es necesario ver la cadena de producción y de consumo, ver el enfoque social y macro de la economía en su conjunto, y no solo el consumo individual de las personas. Cuando uno ve el conjunto, puede atender al enfoque social: mientras más personas tengan ingreso disponible, más podrán activar a los mercados que requieran de consumidores para sus productos. Pero para dinamizarlos es necesario que se puedan atender a las necesidades desde un enfoque social que incluya:

a) Ingresos Solidarios. Tal como lo hemos planteado una y otra vez, así como se crearon los jornales solidarios a instancias del Congreso de Intendentes, se deben mantener esquemas de ingreso a cambio de trabajos a las familias que así lo requieran, con el objeto de poder asistirles cuando sea requerido. Esto salva a las familias de caer en la indigencia y sostiene la esperanza y motivación de que sí es posible seguir adelante.

b) Capacitación aplicada al trabajo. Es necesario reforzar y acompañar el trabajo de INEFOP que ha quedado totalmente insuficiente respecto a las necesidades que existen de capacitación para el mundo del trabajo. Especialmente, en lo que hace a las mujeres jefas de hogar del interior de nuestro país.

c) Estímulos de crédito social para micro-emprendimientos y estímulo al cooperativismo. Es necesario generar estímulos para el acceso a más créditos a los microemprendimientos, especialmente en lo que refiere a pequeños productores y cooperativas.

d) Estímulos para el acceso a mercados internacionales de pymes. Las exportaciones y el acceso a mercados internacionales parece estar reservada solo para las grandes empresas. A pesar de que Uruguay XXI lleva muchos años trabajando, es necesario que se integre realmente al trabajo con los pequeños productores y que les permita acceder directamente a experiencias de mercadeo en nuevos mercados.

e) Estímulo a la innovación en proyectos sociales locales. Proyectos barriales, proyectos comunitarios deben poder acceder a Fondos Concursables Anuales de Innovación Social donde se conjunten la Academia, las organizaciones de vecinos, los municipios y pequeños productores para dar solución a problemas locales: nuevas policlínicas, nuevas escuelas, nuevos centros comunitarios, nuevas instancias de capacitación. Es necesario que el Estado tenga la capacidad de subvencionar y acompañar iniciativas sociales que surgen desde la realidad local.

Si hay algo que nos dejó esta pandemia es la certeza de que nos necesitamos unos a otros. Esto es parte de la economía social que hoy no tenemos y que necesitamos se reactive con urgencia. En un próximo gobierno nacional, porque del actual no esperamos un cambio tan rotundo, tenemos que atender que no se descuide el principio central del progresismo en una responsabilidad de gobierno. No dejar a nadie atrás, sabiendo que nadie se salva solo. Nos precisamos unos a otros para poder salir adelante.