Escribe Esteban Valenti | @ValentiEsteban
No es porque las cosas son difíciles que no nos atrevemos.
Es porque no nos atrevemos que las cosas son difíciles. Séneca
Me pasé la vida discutiendo sobre, y muchas veces contra, los medios de prensa predominantes en el país, y por ello mismo debo reconocer que han cambiado mucho. Cualquiera que tenga memoria y compare los canales de televisión, las radios e incluso los diarios de hoy con los de hace algunas décadas - no muchas - debe apreciar esos cambios.
¿Cuál es el cambio más importante? Hoy todos tienen espacio en los medios y no es una excepción que el movimiento sindical, social, cultural y los diferentes partidos políticos tengan su presencia y su espacio. Algunos se hacen los tontos y no quieren reconocerlo, pero todos recordamos que candidatos de izquierda y presidentes de izquierda tuvieron más protagonismo en la televisión que nunca e incluso más que los políticos de otros partidos.
Es parte de un cambio cultural que le ha hecho muy bien al país, porque el sectarismo solo ayuda a más sectarismo y obsecuencia. ¿Todos somos ángeles y pensamos parecido? En absoluto y, al contrario, precisamente la diversidad vale si efectivamente es diversidad y pluralidad de voces, de ideas, de sensibilidades.
Ese cambio que se ha producido no se decreta ni se legisla. Al contrario, las medidas administrativas siempre son un brulote, una buena intención transformada en "ukase". La pluralidad y la calidad en el cruce de opiniones es siempre una batalla cultural, que hay que dar cotidianamente.
Luego de esta introducción me voy a referir a un tema de mucha actualidad, la situación de los medios de prensa en el Uruguay. Es una situación particular, no es el simple reflejo de la situación económica nacional. La gran mayoría de los medios de prensa, en particular impresos, pero no solo ellos, incluso los grandes, atraviesa una compleja situación.
Es cierto que durante mucho tiempo ganaron mucha plata. Cierto y grande como una casa. Pero en las empresas no se vive de recuerdos.
Las circunstancias de estas debilidades son múltiples: cambios tecnológicos, presencia masiva de medios y cadenas internacionales y problemas crecientes con la publicidad comercial y normas limitativas muy restrictivas. Y la competencia desleal utilizando las nuevas tecnologías.
La ley que estableció la obligatoriedad de pasar publicidad oficial, es como todas las cosas de la vida, puede estar bien en sus intenciones, pero depende de las proporciones y de cómo se utilice. Los dos gobiernos del FA nunca tuvieron ese beneficio enorme de presencia en la TV y sin embargo siempre tuvieron altas mediciones de apoyo ciudadano, con este gobierno sucede exactamente lo opuesto. ¿No habría que pensarlo un poco?
Lo cierto es que es notorio que los medios hacen todo tipo de piruetas en la programación, en la duración de los informativos centrales - las más largas del planeta Tierra -, en reducir costos y en muchos otros frentes. Y todos en el ambiente saben que la situación tiende a empeorar.
¿El alcance y el nivel de audiencia de los medios estatales, canales de TV y radios depende de leyes o decretos? La vida ha demostrado hasta el cansancio que no es así, depende -como en todos los medios de comunicación - de la capacidad profesional, del ingenio y la profesionalidad de sus directivos y sus trabajadores. Plata se ha invertido como nunca.
¿Le sirve a la democracia que los medios de prensa sean débiles económicamente y expuestos a tentaciones y presiones económicas desde otro tipo de política, la de la guita por encima de todo? Con la soga al cuello los salvadores de la petiza tienen el campo hecho orégano. En todo, en la publicidad, en la cobertura, en algunas encuestas nacionales e importadas, en la publicidad callejera. Y esto recién lo estamos notando.
No todo es plata, hay que admitirlo, hay también la buena y precisa aplicación del manual electoral de las nuevas tecnologías y especial para los recién llegados.
Cuando se discutía con apasionamiento sobre la entrega de las nuevas licencias para los canales digitales, bastaba mirar hacia otras latitudes con un poco de atención y apreciar cuales eran las tendencias, con los canales cables, de la competencia muy desigual para un pequeño país como Uruguay para darse cuenta que era un debate inútil. Lo dijimos, y la vida lo demostró con creces. Y eso que todavía no existía Netflix o los que surgirán.
Uruguay vive atrapado entre dos enormes panes de un sándwich. Uno, que por nuestras dimensiones podemos servir como banco de prueba (test case) y otra de que por un serio problema de escala somos importadores netos de tecnologías de la comunicación y en general de tecnologías, así que tenemos que tratar de suplir esa circunstancia con una enorme inteligencia y oportunidad.
Una de las peores cosas que podemos hacer, es destruir nuestro tejido propio de medios de comunicación, al grito de una supuesta democratización. Porque los que se quedarán con todo serán extranjeros y o políticos extranjeros, recién llegados y encubiertos o quedará el desierto.
Si algún político, o ciudadano tiene dudas sobre la situación puede perfectamente hacer algunos contactos con los medios, con agencias de publicidad, con productoras de TV y con trabajadores individuales del sector y auscultar cual es el aire que tira, cuales son los humores. O simplemente mirar con atención.
Y hay que buscar soluciones porque la calidad de la democracia, depende esencialmente que el dinero no la controle.