Contenido creado por Gonzalo Charquero
Andrés Lima

Escribe Andrés Lima

Opinión | Déficit fiscal: una oda a la desidia y el poco apego

Se llenaron la boca hablando de la disciplina fiscal, de la regla fiscal, de establecer un tope al gasto. Nada cumplieron.

11.07.2024 13:03

Lectura: 4'

2024-07-11T13:03:00-03:00
Compartir en

La ciudadanía ha resuelto el pasado 30 de junio bajo qué liderazgo se presentarán los partidos políticos el último domingo de octubre del corriente año.

Pasó el momento de competir internamente, de mostrar énfasis, características y entonaciones.

En el caso de los frenteamplistas, de exhibir con orgullo nuestras propuestas programáticas, elaboradas por cientos y cientos de compañeros militantes, cada uno desde su profesión, oficio y experiencia.

Ahora, ingresamos en otra etapa. Estos cuatro meses serán duros. Hay que llegar a todo el electorado mostrando lo que vamos a hacer, pero también señalando los problemas de nuestro país, en especial, aquellos que más afectan a nuestra población.

Hoy me quiero enfocar en el tema déficit fiscal.

Para hacerlo sencillo, egresos del Estado que son superiores a sus ingresos.

En ocasión de la campaña del año 2019, el actual mandatario, Luis Lacalle Pou, basó buena parte de su propuesta en críticas sobre los siguientes temas: seguridad, educación, vivienda y déficit fiscal.

Ya sabemos que la seguridad vivió un momento de cifras idílicas en medio de la pandemia. Apenas la gente asomó sus narices a la calle, volvieron los delitos (no las carteras). Es más, todo el sistema de registro quedó bajo la sospecha de sistemáticas maniobras denunciadas por comunicadores, al descubrirse la alteración de cifras por parte de jefaturas de Policía. Los homicidios se han instalado en el paisaje informativo, y ni siquiera el anuncio de la “intervención” de un barrio entero en Montevideo logra detener este flagelo.

También sabemos que la mentada reforma educativa quedó en la nada. En todo caso, la exclusión de los docentes de la participación en los consejos haya sido el único —y lamentable— objetivo conseguido. Prometieron construir 136 Liceos, apenas llegaron a seis. Prometieron aprendizajes acordes a los nuevos tiempos, y cada vez se aprende menos. Ahora los niños no repiten, por decisión de la bendita reforma educativa. Y tampoco aprenden. Nos enteramos hace pocas semanas, que más de 50.000 niños faltaron a clase por más de 60 días (casi tres meses, pues van de lunes a viernes).

En vivienda, no se quedaron atrás. La cabildante Irene Moreira hizo campaña prometiendo 50.000 viviendas. ¡Casi nada lo del ojo! Por lo menos, se le escaparon tres ceros. Por cierto, las pocas que se entregaron fueron a manos de gente cercana a la ministra. Con desparpajo, nos quiso convencer de que había ayudado a una pobre señora que trabajaba con ella. No pasaron 24 horas, que aparecieron fotos de la “pobre señora” paseando en un crucero por el Caribe.

Sobre economía, podríamos llenar varias páginas. Para no aburrir, hoy sólo vamos a ver el tema déficit fiscal.

Se llenaron la boca hablando de la disciplina fiscal, de la regla fiscal, de establecer un tope al gasto.

Nada cumplieron.

En ocasión de presentar la ley de Presupuesto, establecieron un drástico recorte. No es necesario ser adivino; recortaron en salud y educación. Conseguir un remedio para la presión en los hospitales resultó una tarea de detectives. Mientras que, en las escuelas, pasaron de tener 89 pesos disponibles para la comida de cada niño, a 29 pesos. Ni qué hablar que desaparecieron los maestros comunitarios, de apoyo, horas docentes en Secundaria, UTU y UTEC. Los recortes se dirigieron al gasto social.

Recibieron la administración con un déficit por encima del 4% (lo que les parecía un escándalo), pues ahora lo están llevando al 4,4% y cotiza al alza, pues siguen gastando a diestra y siniestra tratando de salvar el desastre electoral que se les avecina.

Ya habrá tiempo de investigar, una vez recuperemos el gobierno nacional. Pero que quede claro que no podemos dejar pasar las irresponsables compras del Ministerio de Defensa. Aviones Hércules con destino de chatarra, que se rompieron antes de llegar. Lanchas encargadas a una empresa española que jamás había construido una. Ahora, 100 millones de dólares en aviones de combate. ¿Combate a quién?

Son impresentables.

Pensar que un día, la ministra Azucena Arbeleche, se permitió acusarnos de “desidia y poco apego”.

¡¡¡Qué tupé!!!