Hace pocos días recibimos un video difundido por Abu Ali Express en Telegram —un analista y comunicador israelí que siempre bajo ese apodo sigue las redes en el mundo árabe en general y el palestino en particular— y parece realmente salido de una película dramática. Un hombre habla con mucha firmeza sobre derechos, resistencia, firmeza y dignidad, mientras varias mujeres lloran a su lado. Una en especial, evidentemente acongojada, lo abraza y lo besa. En determinado momento, él se tira al suelo a besarle los pies. Entendemos pues que es su madre.
De fondo, se oye que una de las mujeres le grita, en árabe, “Bátal”, que significa héroe. Él sigue hablando como si estuviera en un acto público, levantando el brazo y gesticulando para irradiar convicción. El hombre alto, delgado, de barba, habla y amaga irse mientras sigue haciendo proclamaciones.
Lo increíble es conocer las circunstancias,quién es y adónde se está yendo.
El hombre en cuestión no es ningún “bátal”; de “héroe” no tiene nada
Es Mohammed Shantir, el terrorista que mató el lunes pasado a Batsheba Nigri, una maestra jardinera israelí de 40 años, disparando más de 20 balas hacia el coche en el que viajaba, con su hija de 12 años sentada en el asiento de atrás, que por supuesto presenció el horror con sus propios ojos.
La escena es en efecto una despedida del hombre, de su madre y otras mujeres de la familia. ¿Adónde va? A prisión. Afuera lo estaban esperando soldados israelíes que le llamaron a entregarse. Sin disparar un tiro. Le dieron tiempo para despedirse. Mientras se preparaba para irse, vociferaba: “Nosotros ganaremos porque esta tierra es toda nuestra y los israelíes no tienen ningún derecho a ella”.
El problema central no es la discusión política al respecto —que no minimizamos en absoluto, pero no es el tema de esta nota— sino el proceder de los terroristas. Matar civiles no es una forma aceptable de luchar por nada. No es defensa de derechos sino odio asesino.
Son ya 35 los asesinados en atentados desde el comienzo del año. La enorme mayoría civiles israelíes, aunque hubo también algunos soldados y guardias, y dos extranjeros. Casi todos judíos y uno beduino musulmán, combatiente en la Guardia de Fronteras de Israel. Había dos cristianos, una llegada de Ucrania a trabajar y el otro un turista italiano.
Esta cifra incluyó en varios casos a miembros de una misma familia asesinados. Un matrimonio baleado junto a otros cinco civiles al lado de una sinagoga, dos hermanos de 6 y 8 años embestidos en una parada de ómnibus junto a su padre, que quedó gravemente herido, otros dos hermanos, jovencitos, baleados de muerte en su coche en la aldea Hawara. También una mujer y dos de sus hijas fueron baleadas en su auto y, hace unos días, un padre y su hijo fueron asesinados a tiros cuando lavaban su coche en la misma aldea Hawara.
Lamentablemente, en todos estos casos, salen figuras oficiales y palestinos en las redes sociales a decir que los asesinos son “héroes” que “luchan por la causa”. Pobre “causa” si esa es su expresión. Quizás los palestinos estarían hoy mejor si dijeran la verdad, que son asesinos que los averguenzan, que no es ese el camino en el que desean educar a sus hijos. Estamos seguros que muchos así lo piensan, pero trágicamente, no son los que se hacen oir.
Fue con esta situación de fondo, la recurrencia de los atentados terroristas, que el ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben Gvir, declaró que el derecho de su familia a circular libremente por las carreteras de Judea y Samaria es más importantes que el de los palestinos. El daño desde el punto de vista de imagen es fácil de imaginar, y no sorprende, tratándose de un ministro que es una de las grandes vergüenzas del actual gobierno de Netanyahu.
Sin embargo, hay lo que aclarar. Hubo quienes desde el exterior condenaron diciendo que las palabras de Ben Gvir confirman que Israel tiene en el terreno un régimen de apartheid. Pero el error garrafal de Ben Gvir no cambia el hecho que, en el terreno, vehículos israelíes y palestinos circulan por las mismas carreteras, y eso es precisamente lo que ha facilitado en muchos casos los atentados como el que cobró la vida de Batsheba Nigri. Hay sí en algunos casos carreteras que rodean determinadas localidades palestinas para hacer posible que israelíes puedan cruzar la zona sin tener que entrar en ellas, pero nadie prohíbe allí el paso de coches palestinos.
Esto no significa por supuesto que no haya puestos de control del ejército, claro que sí, por razones de seguridad. Pero los coches de matrícula blanca, palestina, y los de matrícula amarilla, israelíes, se cruzan sin cesar en las carreteras de los territorios en disputa. Los vemos personalmente.
Después de estallada la tormenta, Ben Gvir aclaró lo que antes planteó tan mal: que el derecho a la vida es superior al derecho a la libre circulación. Eso ya es otra cosa.