Contenido creado por Gonzalo Charquero
Ana Jerozolimski

Escribe Ana Jerozolimski

Opinión | Cuando la tierra tiembla: esperanza y vida en medio de la muerte

Aún sabiendo que del otro lado hay quienes ven en Israel un enemigo, apostamos por la vida y deseamos que seas muchos los sobrevivientes.

09.02.2023 18:56

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2023-02-09T18:56:00-03:00
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La devastación en las zonas de Turquía y Siria, afectadas por los terremotos de esta semana, es tan inconmensurable que uno podría pensar que ni sentido tiene esforzarse por hallar vida bajo los escombros. Pero cada persona rescatada es un mundo entero. Y uno vuelve a entender lo que siempre tiene claro la gente normal: que se debe luchar por vivir, apostar por la vida y no por la muerte. Y quien tiene la posibilidad de salvar vidas de otros, es privilegiado.

Esto es lo que mueve a los numerosos rescatistas voluntarios de diferentes partes del mundo que se hicieron presentes en ambos países para ayudar, especialmente en Turquía, donde las zonas afectadas fueron mucho mayores y por ende también la cantidad de víctimas.

En Israel, desde donde escribo, el terremoto es la noticia principal de estos días, por el horror en sí y por la gran presencia de rescatistas israelíes en el terreno.

En todo este esfuerzo, en lo que se lleva a cabo en Turquía, Israel juega un papel clave. A pocas horas del terremoto, ya estaba partiendo un equipo de vanguardia a Turquía para organizar la llegada de la delegación de la unidad de rescate de las Fuerzas de Defensa de Israel, que salió esa misma noche hacia la zona afectada, con 150 rescatistas, médicos, ingenieros y otros expertos.

Y, al día siguiente, partió la delegación del cuerpo médico de las Fuerzas de Defensa de Israel, con 230 personas, aparatos y todo tipo de equipos para instalar un hospital de campaña y poder atender heridos. A todos estos cientos de soldados y oficiales israelíes en servicio activo o en la reserva, se sumaron numerosos voluntarios de distintas organizaciones civiles de rescate y emergencia, incluyendo especialistas en trauma.

Junto a los uniformes verdes de los miembros de la delegación del ejército, están los chalecos anaranjados de Ijúd Hatzalá, y los anaranjados o amarillos de Salvadores sin Fronteras. Dicho sea de paso, participan israelíes de distintas comunidades, laicos, religiosos, judíos y árabes. Esto, paralelamente a numerosas iniciativas de la sociedad civil para enviar ayuda humanitaria.

Hasta el momento de escribir estas líneas, Israel había salvado a 19 personas, además de sacar, lamentablemente, también varios cuerpos sin vida. Se sigue trabajando, sin perder la esperanza.

No es una vivencia nueva. Israel reacciona siempre como un resorte de ayuda humanitaria cuando hay emergencias en otros lares. Es de los primeros , si no el primero, en organizarse y emprender camino hacia donde sea necesario para salvar vidas. Ha estado en Haití, México, Turquía, Nepal y muchos sitios más. Colaborando con los equipos locales, coordinando todo de forma especialmente profesional, se avanza y se da ejemplo.

Pero el tema que se destaca va más allá del aporte israelí.

Las redes sociales israelíes divulgan una gran cantidad de videos sobre los momentos de luz, el hallazgo de sobrevivientes entre las ruinas. Y no sólo de Turquía, país con el que ahora se ha vuelto a lograr un acercamiento, sino también de Siria, que es un país enemigo, formalmente en guerra con Israel.

Las sonrisas, los gritos de “Ala hu Akbar” (Dios es grande, en árabe) o el paralelo que entonado por los turcos suena un poco distinto, los gritos de alegría al lograrse sacar a alguien, especialmente niños, entre las ruinas, lo dicen todo.

Es precisamente la envergadura del horror lo que agiganta pequeños momentos de luz, como éste registrado cerca de Aleppo en Siria, la salvación de un bebé entre los escombros…un bebé que acababa de nacer. Su madre murió allí, debajo de las ruinas. Lo esperó nueve meses…seguramente soñó con él y con la vida que querría darle pero pereció quizás sin verlo siquiera. Alguien oyó el llanto y logró abrirse camino entre las ruinas. Con el cuerpito desnudo, como vino al mundo, es sacado a la luz. Alguien tira una frazada. Y yo miro, lloro, y me pregunto qué vida le espera en un país en el que hay sin duda mucha gente buena que trata de salvar a otros, pero un gobierno asesino que ha matado a multitudes de su propio pueblo.

Y el momento en que se halla con vida a un niño pequeño, que no parece estar herido siquiera, pero quedó atrapado en una de esas cámaras de aire que se forman al desmoronarse un edificio, lo cual le permite vivir y respirar, pero no salir. Y mientras los expertos buscan cómo abrirse camino hacia él, le dan al menos agua para que sobreviva, en una tapita de botella.

Miramos esas imágenes desde Siria, sabemos que Israel ofreció a través de terceros ayuda humanitaria a su vecino del norte a pesar de estar formalmente en guerra, sabemos que el régimen de Assad rechazó la oferta, y nos preguntamos qué derecho tienen regímenes oscuros a arruinar la vida de su gente. Tantos murieron en la guerra en Siria, asesinados en gran medida por su propio gobierno, y he aquí que voluntarios dan todo de sí para salvar a civiles que quizás quedaron solos en el mundo, pero al parecer quieren vivir.

Están por suerte los afortunados que sobrevivieron y tienen consigo a algunos al menos de sus seres queridos. Como la niña siria Nur (que significa Luz), a quien hallan con vida y a quien su padre le dice “no temas, acá está papá”.

Aún sabiendo que del otro lado de esas fronteras hay también quienes ven en Israel un enemigo, nosotros apostamos por la vida y deseamos que sean muchos los sobrevivientes a los que rescatistas logren llegar. Que puedan rehacer sus vidas y olvidar el horror.

Y a Israel le deseo que siempre esté del lado que sabe y puede brindarse a los demás, extendiendo rápidamente su brazo más largo ya conocido: el de la ayuda humanitaria.


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