Opinión | Concordancias y desacuerdos con el comunicado de la Cancillería uruguaya

Este sábado28 de enero, al día siguiente del atentado terrorista perpetrado en el barrio Neve Yaakov en la capital de Israel, la Dirección de Prensa de Cancillería publicó el comunicado N.° 2/23 titulado “Condena ante ataque en sinagoga próxima a Jerusalén”. Quisiéramos referirnos a su contenido, destacando concordancias y también haciendo crítica constructiva respecto a parte de su texto.

En primer término, es muy oportuno e importante que la cancillería de un país amigo de Israel como es el nuestro, considere necesario manifestarse sobre el horror ocurrido el viernes por la noche, titulando inclusive el comunicado precisamente con el atentado.

Lo que nos chocó en el comunicado, que consideramos es oportuno aclarar, es la segunda oración, tras la mención del atentado: “Este hecho se suma al acaecido el jueves en un campamento de refugiados palestinos en la localidad de Jenin, en el que murieron 9 personas”.

Si bien está claro que también el operativo israelí en la zona de Jenin se enmarca en la escalada actual y que sublevó a palestinos que quisieron vengarse, consideramos equivocado presentar ambas cosas- lo de Jenin y el atentado del viernes- como dos hechos similares. Aunque no se lo diga explícitamente en esos términos, el comentar que “se suma” a lo de Jenin, deja una impresión equivocada. Pero en realidad, no hay punto de comparación entre ambas cosas.

El jueves fue un operativo anti terrorista que Israel no tuvo más remedio que realizar, porque sus servicios de seguridad llegaron a una información de Inteligencia considerada “oro”, que permitía frustrar a tiempo un atentado en camino. La información indicaba dónde estaban reunidos terrorstas de la Yihad Islámica planificando el atentado y ultimando sus detalles. Si Israel no actuaba, habría incurrido en una absoluta falta de responsabilidad respecto a sus ciudadanos, blancos del atentado que estaba siendo planeado y que seguramente habría cobrado varias víctimas inocentes.

Aunque lamentablemente murió en esa ocasión también una mujer no involucrada - que no hay ninguna certeza haya sido alcanzada por fuego israelí y bien podría ser de los propios terroristas, ya que el fuego en el lugar era intenso- los muertos en el campamento de refugiados eran terroristas. Y si se hubieran entregado, no habría muerto ninguno de ellos. Si no hubieran respondido a los llamados de los soldados desde afuera lanzando cargas explosivas, el operativo no habría terminado con 9 muertos. Eran hombres armados, terroristas que buscaban matar. Por suerte, los mataron a ellos primero.

Lo del viernes de noche fue otra cosa totalmente distinta: un atentado terrorista lanzado intencionalmente contra población civil, atacando a hombres, mujeres y niños junto a una sinagoga . Un ataque destinado a sembrar muerte y horror entre gente que no tenía planeado dañar a nadie. Todo lo contrario. Dos de los muertos fueron alcanzados por las balas cuando trataban de ayudar a los heridos. Un adolescente de 14 años, prácticamente niño. Cada uno, un mundo de vida arruinada prematuramente por el odio.

Así que el atentado no es un “hecho” que “se suma” al del jueves. Son dos mundos totalmente distintos, inclusive si también los palestinos tuvieron muertos que llorar.

En realidad, lo de llorar es muy relativo, ya que celebran la muerte y las madres de los terroristas muertos se convierten en heroínas y salen a repartir golosinas para celebrar cuando mueren israelíes.

Está perfecto que el gobierno uruguayo “condena toda acción terrorista”, pero no tengo claro a qué se refiere con eso de “los excesos que hagan escalar la precaria situación de seguridad”. ¿Al operativo en el campamento de refugiados Jenin?. Entiendo perfectamente que la muerte de 9 palestinos no es algo que puede calmar nada. Pero no es menor recordar que 8 de ellos eran terroristas y que un verdadero exceso habría sido no intentar frenarlos antes de cometer el atentado que estaban planeando.

Afortunadamente, termino con concordancias. La cancillería finaliza así su comunicado: “Al mismo tiempo, reitera la necesidad de reanudar conversaciones que conduzcan a una solución negociada sobre la base de dos Estados, conviviendo en paz y seguridad, dentro de fronteras acordadas mutuamente y reconocidas internacionalmente”.

Abrazo cada palabra. Han sido demasiadas las propuestas de paz presentadas por Israel que fueron rechazadas por la Autoridad Palestina, que siempre prefirió el todo o nada. Inclusive ahora, a pesar de toda la desconfianza acumulada, estoy a favor de intentar negociar, algo que Israel en este momento no quiere porque considera que no tiene con quién hablar. También eso es cierto.

Tiene razón la Cancillería al mencionar que el objetivo debería ser “una solución negociada sobre la base de dos Estados, conviviendo en paz y seguridad”. Eso es lo que trató de lograr el Embajador uruguayo en la ONU Dr. Enrique Rodríguez Fabregat en noviembre de 1947, al empujar tan exitosamente la adopción de la resolución 181 de la Asamblea General que recomendó la partición de la Palestina del Mandato Británico en un Estado judío y otro árabe.El problema es que los judíos lo aceptaron y los árabes lo rechazaron, lanzándose a la guerra.

La demonización de Israel, la incitación al odio y la glorificación del terrorismo por parte de la propia Autoridad Palestina, no son exactamente el camino ideal para inspirar confianza en nuevas negociaciones. Un Estado palestino que viva en paz junto a Israel, en mutuo respeto y seguridad, es una cosa. Un Estado palestino que demonice, que distorsione la historia y actúe en absoluto desconocimiento de las raíces históricas del pueblo judío con su tierra milenaria, es otra muy distinta, que no traerá la paz.

Y mientras tanto, Israel deberá seguir combatiendo el terrorismo. Es que mucho cabe temer, conociendo el mensaje de la Autoridad Palestina-y ni que hablar de Hamas y Yihad Islámica- que presenta a los terroristas como héroes que deben ser emulados, que los siete muertos del viernes junto a la sinagoga en Jerusalem, no fueron los últimos.