El mundo libre todo reaccionó espantado ante las atrocidades cometidas por la organización terrorista palestina Hamás el sábado 7 de octubre al invadir las comunidades civiles del sur de Israel. Ya habían matado, detonado cargas explosivas en restaurantes y ómnibus y actuado con crueldad. Terroristas palestinos ya se habían infiltrado a poblados israelíes matando a civiles, a todo aquel que se cruzaba en su camino. Pero como esto, nunca.
Bebés decapitados. Niños atados unos a otros y sus cuerpos incinerados. Asesinatos enfermizos, torturas, horror, mujeres violadas y luego asesinadas. Y tanto, tanto más. Familias enteras víctimas de bestias salvajes, con perdón de las bestias que matan sólo para comer. Conozco lo que vivieron soldados que vieron personalmente las escenas del horror cuando entraron a los kibutzim fronterizos a retirar los cuerpos de las víctimas. Uno de ellos, miembro de mi familia, reclutado como reservista, tuvo que entrar al kibutz Beerí, uno de los peores escenarios de la barbarie. Llamó a su esposa llorando por lo que vio. El tiene tres hijos pequeños en casa, y me pregunto cómo podrá mirarlos desde ahora sin recordar las atrocidades cometidas por los terroristas, cuyo resultado vio con sus propio ojos.
Y los propios terroristas lo documentaron filmando orgullosos lo que hacían y compartiéndolo desde Gaza, cuando volvían a la Franja. Pobre la sociedad que considera a esos sus héroes.
Por lo menos 1.500 terroristas armados hasta los dientes irrumpieron a los poblados civiles, asesinaron familias enteras de formas horrendas y se llevaron a familias enteras secuestradas a Gaza. De los 1.300 muertos ya confirmados, por lo menos 900 son civiles, hombres, mujeres, ancianos, jovencitos, niños y bebés.
No hay entonces de qué sorprenderse cuando varios gobernantes extranjeros llegan en “puente aéreo” a Israel este viernes a expresar solidaridad, cuando edificios públicos en diversos países se iluminan con la bandera Israel y políticos de todos los matices condenan explícitamente la invasión terrorista . Y es claro que ese es el trasfondo de la imponente concentración contra el terrorismo y de apoyo a Israel que tuvo lugar el miércoles de noche junto a las letras de Montevideo frente a la Rambla, y también en otros países de América Latina y Europa, entre otras latitudes.
Hay también quienes emiten condenas pero parece que se sienten en la obligación de tratar de “equilibrar”, criticando varias cosas de Israel, especialmente el hecho que en su respuesta a la invasión desde Gaza, mueren numerosos palestinos en los bombardeos. Antes de avanzar, aclaremos: no nos alegra en absoluto la muerte de ningún civil palestino. Ni un poco. La de los terroristas, sí. Todos ellos merecen morir, ir directo al infierno.
Pero al atacar Gaza, gobernada y dominada por Hamas, utilizada como base de terrorismo contra Israel, aún con el riesgo que mueran civiles, Israel no está violando el Derecho internacional. El Protocolo primero de la Convención de Ginebra de 1977 dice explícitamente que si una instalación civil es utilizada como base de partida para actividad militar con la que se ataca al territorio vecino, se convierte en un blanco legítimo. Es indudable que eso es lo que Hamás está haciendo desde hace décadas en Gaza, especialmente desde que tomó por la fuerza allí el poder en junio del 2007. Nos lo explicó en forma muy clara la Coronel (retirada) Pnina Sharvit-Baruch, experta en derecho internacional, hoy investigadora en el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS).
Israel se está defendiendo de una organización cuyo proceder no es menos sanguinario que el de ISIS. Y su única diferencia con los nazis, es el alcance de su capacidad para torturar y matar judíos.
Aquí no hay ningún equilibrio. No se puede medir el tema por el hecho que al final en ambas partes hay muertos. Nadie moriría en Gaza si su propio gobierno no utilizara ese territorio para atacar israelíes. Pasaron ya más de 20 años desde que terroristas en Gaza comenzaron a lanzar cohetes hacia Israel. Cada tanto, al intensificarse los disparos, Israel lanzó fuertes operativos contra la infraestructura armada de los terroristas, pero nunca fue hasta el final. Esta vez proclama: no va más. Recalca que se terminó la situación en la que Hamás decide si la ciudadanía israelí va a vivir en calma o a morir.
Nada podía ser igual después del 7 de octubre. Se terminó. Esta vez hay que borrar a Hamás de la faz de la Tierra. Al menos, como gobierno en Gaza, contigua a Israel.
Las condenas al terrorismo salvaje de Hamás, no pueden ir relativizadas por un agregado de condenas a Israel. Eso no quiere decir que haya que concordar con todo lo que hace Israel, ni elogiarlo ni abrazar a su gobierno. Es legítimo discrepar, pero a nuestro criterio, no es legítimo perder el norte, y no entender claramente cuál es aquí la amenaza central.
Este jueves tuvimos un intercambio al respecto con algunos parlamentarios del Frente Amplio. No los citamos, ya que no pedimos permiso para ello. La discusión, con varias discrepancias pero en buen tono —como corresponde entre personas que se tienen respeto y hasta mutuo aprecio— fue detonada cuando compartí a diversos grupos de whatsapp un banner con el título “Ninguno de estos senadores votó la moción de condena al ataque terrorista sufrido por Israel”, con las fotos de los senadores del Frente Amplio. En la imagen —que no la armé yo— había varios errores y por ende, yo no lo debería haber compartido sin corroborar. Y no me refiero al detalle que los senadores del partido son 13 y no 14 como aparecen en la foto —está también Aníbal Pereyra, que no es titular sino suplente de Alejandro Sánchez— sino más que nada al hecho que tres de ellos (José Carlos Mahía, Liliam Kechichian y Alejandro Sánchez) no estuvieron presentes en la sesión en cuestión. Los tres estuvieron representados por sus suplentes, Oscar Curuchet, Benjamin Liberoff y Aníbal Pereyra.
Yo misma cometí un error porque si bien el banner no lo hice yo, compartí algo que tenía algunos datos equivocados. El propio Mahía me comentó que él no había podido estar por hallarse en una gira por el interior. Y luego recibí la información exacta sobre los otros ausentes.
Pero más allá de ello, hay otro punto central por el que algunos parlamentarios del Frente Amplio a los que conozco personalmente y con quienes tengo desde hace años un vínculo muy cordial, me respondieron un tanto airados recalcando que el Frente Amplio sí había condenado el atentado. Destacaron que hubo una declaración de la Mesa Política del Frente Amplio y de la Presidencia, y que además, por separado, también Convocatoria Seregnista-Progresistas había publicado la suya, que claro representa a sus miembros, no a todo el Frente.
Es cierto que hubo. Y es por supuesto oportuno. Pero me disculparán quienes consideran que esas condenas resuelven el tema. La Convocatoria Seregnista dice sí que el terrorismo es “repudiable”. Y es muy importante lo que representa a todo el partido y los comunicados del FA que condenan el terrorismo de Hamas, logran dejar claramente la sensación de un intento de plantear cierto equilibrio, en realidad hasta destacando más la problemática a su criterio de la reacción israelí.
La solidaridad que aquellos parlamentarios con los que estuve en contacto este jueves me manifestaron en el contacto personal fue mucho más contundente que los comunicados del partido, inclusive cuando tenían sus críticas a Israel.
Cuando el terrorismo asalta y mata como lo hizo el sábado 7 de octubre Hamás, cometiendo atrocidades propias de ISIS y los nazis, y trata toda esta semana de seguir haciéndolo, no hay medias tintas. Si el mundo se hubiera plantado con firmeza a condenar siempre que Hamás y otros terroristas mataban israelíes, a decir a viva voz que hay que liberar a Palestina del terrorismo para que los palestinos puedan vivir en paz y con dignidad, quizás ahora los civiles palestinos tras los que se esconden los terroristas no correrían riesgo de morir.
Yo quisiera con todo mi ser que no muera ni un civil palestino inocente. Pero no puedo aceptar condenas que relativizan todo. Hay momentos en los que hay que decidir de qué lado de la historia te ubicas. Esto es una lucha contra el horror. Israel no puede permitirse ser derrotado. Esta vez, tiene que terminar con Hamás.
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