Las cifras de muertos, sobre todo civiles, hombres, mujeres y niños, los heridos y los secuestrados, y las imágenes que nunca habíamos visto en el territorio de Israel horrorizan y han desatado el repudio más amplio. Corresponde, pues no hay que confundir a Hamas con los palestinos, el método de utilizar miles de cohetes y un ataque por mar, tierra y aire y los blancos elegidos indiscriminadamente, son sin duda un regreso al peor terrorismo. Pero si nos quedamos en eso, no avanzamos ni razonamos y ayudamos a la hoguera.
En pocas horas se produjo este ataque terrorista de Hamas. Durante años, y utilizando todo el poder militar y de inteligencia de una de las fuerzas armadas y servicios de seguridad más poderosos del mundo, Israel ha aplicado una política de represalias y ataques, con miles de muertos palestinos en Gaza pero también en zonas de Cisjordania, gobernada por la autoridad palestina.
En una reciente comparecencia del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, en la Asamblea de las Naciones Unidas, exhibió un mapa donde solo figuraba Israel, incluyendo los territorios de Gaza y de Cisjordania. Es una visión de un gobierno que ha ido derivando su visión de ultra derecha y ultra nacionalismo hacia posiciones radicales y que impiden la mínima posibilidad de la búsqueda de soluciones negociadas y de convivencia.
La respuesta de cortarle a la zona de Gaza —donde viven dos millones de palestinos— de parte del gobierno de Israel, el agua, la electricidad y el abastecimiento de alimentos, son un tratamiento de considerar esa población también como rehenes.
Vivimos una época donde las lecturas iniciales, el repudio al terrorismo, como corresponde, no nos pueden impedir analizar las causas y las alternativas a la guerra, a la muerte, a los secuestros, a la violencia.
La tensión en la zona viene subiendo, a veces silenciosamente y otras con explosiones de ataques y de violencia desde hace muchos años. Y se agrava con el actual gobierno de ultra derecha en Israel y el dominio absoluto de Hamas sobre el territorio de Gaza.
En Israel gobiernan quienes ganaron las elecciones, en una coalición que incluye los sectores más radicales y belicistas. En la franja de Gaza nadie puede dudar que gobierna Hamas, porque tiene el respaldo de la mayoría de la población, y en este ataque terrorista participaron decenas de miles de personas, como milicianos, como soporte logístico, como operadores de los cohetes y como parte del aparato militar de Hamas. Y para reclutar esas miles de personas, hace falta miedo y mucha desesperación y odio acumulados.
Hay otra componente que se da por primera vez desde 1948; es la derrota total de la inteligencia israelí, dentro y fuera de fronteras, y considerada de las mejores del mundo. Ni siquiera le dieron atención a las advertencias de los servicios egipcios de inteligencia.
Es un fracaso irreversible. Mover a miles de combatientes, vehículos, drones, parapentes y lanzar 4.000 cohetes, no es fácil organizarlo en total silencio y ocultarlo de la espesa red de vigilancia que tiene Israel en la zona y, peor aún, la tardía y muy mala reacción militar y de inteligencia luego del ataque.
Pero el peor fracaso no es ese. No lo llevemos también a nivel de la guerra. El más vistoso y atroz fracaso es que Hamas puede reclutar a miles y miles de personas para sus operaciones, sabiendo que tienen altas posibilidades de morir. Los errores se acumulan en el odio del enemigo y su desesperación.
Las muchas preguntas que esto plantea tendrán que responderlas las autoridades y los responsables israelíes.
La consecuencia de este ataque terrorista en los que murieron ya varios miles de personas, la mayoría civiles, será en lo inmediato una afirmación del poder y de la influencia de los sectores radicales de ambos bandos. Los halcones, están de fiesta.
Es obvio que correspondería un llamado del mundo entero a tratar de detener los combates, las represalias, los ataques, y a comenzar una negociación de paz en serio. Suena necesario, justa pero ritual.
La venganza israelí será realmente muy dura y con consecuencias terribles en vidas humanas y en las condiciones de vida de dos millones de personas de la franja de Gaza. Esta es una previsión dolorosa y trágica, pero con largos antecedentes. Y aunque Hamas tiene 150 rehenes, incluyendo mujeres y niños e incluso una sobreviviente del holocausto de 85 años de edad y los utiliza como un escudo, la situación puede evolucionar de la peor manera. Venganza, sobre venganza.
En ese conflicto nadie quiere aprender que la guerra, la violencia y la muerte finalmente construyen niveles de odio que explotan devastadoramente. Aunque a veces exista la sensación de que aplastar o aterrorizar impone el silencio y la calma. Este gigantesco acto terrorista, muestra que en los túneles, en los subterráneos y sobre todo en los sentimientos de muchos miles de personas se acumula el odio y la sed de violencia. Y explotan.
Israel tiene con qué, para desatar por aire, mar y tierra una ofensiva en los dos frentes. En el sur contra Hamas y toda Gaza, y en el norte contra Hezbolá en el Líbano y dentro de su propio territorio. Ya convocó a 300.000 mil reservistas…No hay señales mínimas de otro camino que no sea la venganza, la represalia y la guerra.
Una visión civilizada, con perspectivas históricas, debería convocar a todos a asumir que la escalada de la violencia y la muerte no resolverán el problema, aunque algunos halcones hablen de terminar con los territorios palestinos definitivamente.
Este es un tiempo en que en Israel se ha acumulado mucho dolor, mucho odio, mucha sed de venganza y esto influye y empuja en un gobierno que no necesita nada para desatar toda la fuerza que dispone.
La comunidad internacional que quedó impactada por el nivel del ataque terrorista de Hamas es permeable a reacciones primarias, pero también hay que saber que hay millones de musulmanes en todo el mundo, que pueden ser arrastrados a un nivel de odio y a reacciones violentas. No es el Corán. Es la guerra, la muerte superponiéndose a todo.
Hay algunos que quieren hacer un concurso de quien es más duro en el repudio al ataque terrorista de Hamas, pero hay que saber que ese puede ser un boomerang muy peligroso. Estamos en un mundo cada día más en guerra, en diversas geografías y nadie debería sentirse ajeno a este horror. El gran enemigo de todos es precisamente eso: el horror de las guerras.
Hay una tesis que se debería considerar seriamente: las destrucciones anunciadas por las autoridades israelíes pueden terminar pagándose muy caro dentro de algunos años y también a lo largo de mucho tiempo.