Dado que en Uruguay se acaba de celebrar el Día del Periodista y Trabajadores de Medios, decidí que la fecha es una buena "excusa" para ponerme a plasmar aquí en forma ordenada algunas ideas que siempre llevo en mi mente, combinadas con sentimientos en el corazón, sobre cómo veo esta apasionante profesión.
En primer término, mi identidad determina la temática que ocupa mi tiempo, lo que me motiva y más importa: mi condición de uruguaya, judía y también ciudadana israelí.
Ante todo, algunas generalidades. Y luego, el desafío especial que impone en mi opinión mi condición ya mencionada de periodista judía que reporta y analiza desde Israel.
- La verdad es sagrada y nada puede dar legitimidad a deformarla. La mentira no puede ser jamás una herramienta aceptable en el trabajo periodístico. Interpretarla de distintas maneras, sí, pero mentir, jamás.
- Suele destacarse casi como concepto sagrado, lo importante de la libertad de expresión. De más está decir, que es básica para poder hacer periodismo. Indudablemente, donde ésta no existe, no hay democracia. Pero considero que tiene sus límites. Si en nombre de la libertad de expresión se difunde odio e incitación a la violencia, sea a una comunidad, una nación o una figura determinada, no es legítima.
- Creo que el periodista debe actuar con responsabilidad en sus publicaciones y que el gran titular llamativo no es lo principal, aunque cause una gran impresión. Me ha pasado decidir por mi propia cuenta no publicar determinadas declaraciones cuando sentí que éstas podrían poner en peligro de muerte a quien las formulaba. Un caso puntual que recuerdo, el de una entrevista a una joven palestina de Ramallah que años atrás compartió con nosotros una condena tal a la Autoridad Palestina que temimos podría costarle la vida. Optamos por quitar esa parte de la entrevista que publicamos.
- No olvidaré nunca que el centro de la vida es el ser humano, no una nota que uno pueda escribir,por más destacada e interesante que me resulte. El respeto al entrevistado me parece clave. Evidentemente, me refiero a temas "normales", no a entrevistas con delincuentes o terroristas, a los que uno apuntará a exponer lo más posible.
- Mucho se habla, cuando se analiza buen periodismo, de la "objetividad", como si fuera un concepto etéreo y sagrado. Si uno es objetivo es buen periodista y si es subjetivo, no. EsaPues no estoy de acuerdo con esta presentación demasiado simplista. En primer término, los periodistas somos seres humanos, no máquinas. Todos escribimos teniendo de fondo una actitud hacia la vida y las cosas que nos importan. Claro que eso no da legitimidad a que por nuestras preferencias o sentimientos, mintamos o deformemos la verdad. En absoluto. Pero lo central es hacer una clara distinción entre una nota de análisis y opinión y una nota informativa. Consideramos que una noticia no puede entrar en juicios de valor. El editorial, la nota de opinión, claro que sí, eso es otra cosa. Permiten claramente ponerse la camiseta o simplemente expresar tal o cual preferencia.
- De todos modos, también la nota de opinión debe ser un marco que respete ciertos límites. Nada justifica fomentar el odio en ninguna de sus expresiones, sea el racismo , el antisemitismo u otras formas de discriminación.
Periodista judía y escribiendo desde Israel
Esta es indefectiblemente una situación especial por la que debo claramente hablar en primera persona.
Yo siento un compromiso de fondo para con la defensa de Israel y su derecho a vivir en paz y seguridad. Y como periodista, esto significa también luchar para contrarrestar muchas mentiras que circulan y se publican por doquier pretendiendo quitar legitimidad a Israel y manchar su nombre. No solamente mentiras sino directamente inventos difamadores, diatribas antisemitas de lo peor. Claro que siempre irán vestidas de defensa de los derechos palestinos.
En lo que a Israel se refiere, cuando se cubre el conflicto con los palestinos en sus distintas aristas, estoy convencida que ser ecuánime y justo significa escuchar a ambas partes. Ambas, o sea también a Israel. A menudo, en numerosos informes internacionales, parecería a menudo que la verdad caída del cielo es lo que dicen los palestinos. Pues hay también un lado israelí de las cosas.
Yo siento la obligación moral de presentar ese lado.¿Por qué me concentro en eso? Porque medio mundo explica lo que dicen los palestinos y también, con demasiada facilidad, se abraza sus argumentos como si fuera la verdad caída del cielo, sin averiguar, olvidando la historia y hechos relevantes para entender la situación actual.
Claro está que una cosa es ser corresponsal de medios internacionales no judíos para los que cubro el lado israelí y el lado palestino-y además no soy quien escribe el editorial- y otra es una columna de opinión y por cierto escribir en un medio judío. O en páginas en los que mi rol es de columnista con libertad para elegir el tema que considero oportuno tratar.
Por otra parte, no considero que por mi condición de judía y de ciudadana israelí-además de uruguaya-deba decir "amén" a cada decisión o hecho del gobierno israelí de turno. Defender a Israel y su lucha por la seguridad, siempre. Defender tal o cual acción del gobierno, el ejército o fenómenos que ocurren en la sociedad, no necesariamente. Puedo concordar y puedo discrepar. Y han sido numerosas las notas en las que critiqué temas puntuales.
Hay quienes consideran que criticar públicamente algún hecho negativo, sea relacionado al gobierno o no, es ayudar al "enemigo" y dar argumentos a quienes odian a Israel. Yo personalmente considero que si bien hay temas en los que no considero oportuno entrar porque no tengo nada especial para aportar, plantear problemas determinados y mostrar lo que suelo llamar "luces y sombras", no sólo es correcto y necesario sino que también agrega legitimidad a todos aquellos casos en los que defiendo públicamente a Israel.
Por más que ame a Israel, sería ridículo alegar que todo está bien en el país, que no ocurren nunca cosas que no deberían ocurrir y que en el conflicto con los palestinos es una cuestión de luchas entre santos y demonios. Si bien no tengo duda ninguna que la razón histórica acompaña a Israel y son numerosas las acusaciones que tengo para hacer a los palestinos, también hay cosas del lado israelí que quisiera que fueran diferentes .
A mi criterio, plantear las sombras de modo responsable, sin perder los estribos y sin escribir como lo hacen quienes quieren presentar a Israel como ilegítimo, no hace menos que destacar todas las luces que hay. Y este es mi compromiso central: mostrar todas esas luces, parte de la verdad de Israel. Iluminar lo que pocos muestran. Es que tal como me ha dicho años atrás el gran escritor argentino Marcos Aguinis-y sé que he repetido ya muchas veces esta cita- "Israel es imperfecto pero ejemplar".
A esto agregaría un comentario personal: me siento privilegiada de haber elegido una profesión que amo y me apasiona, que nunca me cansa ni me aburre. La desempeño con mucha convicción. Puedo equivocarme, como cualquiera en lo que hace, pero lo seguro es que la encaro con absoluta integridad y honestidad intelectual.
Y como periodista uruguaya-israelí, como uruguaya judía radicada en Israel, siento que mi trabajo puede servir de puente.
Ya me lo ha comentado mucha gente: que al leer el Semanario Hebreo, parece que estoy "acá y también allá". Es uno de los mejores elogios que me podían dar. Siempre me siento "acá y también allá", porque me siento exactamente donde está mi corazón.
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