Frente a todos aquellos que comprenden que Israel no podía abstenerse de lanzar una guerra contra la organización terrorista Hamás tras la masacre del 7 de octubre en el sur del país, están quienes nos recuerdan todo el tiempo el sufrimiento de los palestinos en Gaza. Y claro que hay sufrimiento, es indudable.
Hay varias cosas que aclarar al respecto.
Israel no lanzó la guerra por venganza, no meramente por furia —que también la hay— sino porque esa masacre dejó en claro que la amenaza de Hamás debe ser neutralizada. Y que hay que quitarle los elementos que le permitan volver a atacar, lo cual varios de sus líderes dijeron públicamente —en diferentes entrevistas— que tienen la intención de hacer por segunda, tercera y cuarta vez.
Cuando se publica algo sobre lo sufrido por Israel, siempre hay quien te recuerda enseguida que en la Franja de Gaza hay muchos más muertos y heridos, y que allí las escenas de destrucción son horrendas.
Es cierto. La destrucción en Gaza es enorme. La mayor parte de la población que abandonó el norte de la Franja de Gaza siguiendo las indicaciones del Ejército israelí de hacerlo para alejarse de la zona de combates, no tendrá realmente adónde volver.
Y es también cierto que hay muchos más muertos en Gaza que los que hubo en la masacre en Israel, aunque la enorme diferencia es que Hamás atacó a civiles inocentes en sus casas para asesinarlos por ser judíos, mientras que Israel tuvo que atacar a una organización terrorista incrustada intencionalmente en medio de la población civil.
El “ministerio de Sanidad en Gaza” dice que murieron más de 20.000 personas. Y lo ponemos entre comillas ya que esa fuente es Hamás, cuya credibilidad y deseo constante de demonizar a Israel son bien conocidas. Otros elementos por los cuales hay que tomar con reservas ese número es que pretende dejar la impresión que eran todos civiles, aunque se sabe que Israel eliminó entre 8 y 9 mil terroristas. Además, en general los terroristas andan en la guerra de civil y pueden fácilmente ser contados como tales, sin serlo.
Pero aún si está inflado el número dado desde Gaza, es indudable que murió mucha gente, no sólo terroristas. También niños, aunque no hay ninguna razón para creer las cifras publicadas por Hamás.
No lo minimizamos ni alegamos que eso no importa. No se nos pasa ni por un momento por la mente o el corazón un sentimiento de alegría por la destrucción y los muertos civiles en Gaza. En absoluto. Muerte de terroristas y destrucción de sus infraestructura armadas, sí, claro que nos alegra. Mejor dicho, nos parece necesario. Ojalá Israel logre eliminar a todos los terroristas y destruir totalmente el monstruo armado que construyeron en Gaza.
Pero es imperioso que se comprenda por qué hay muertos civiles, más allá del lamentablemente conocido hecho que en absolutamente todas las guerras muere población civil. ¿Está bien? No, no está bien. No debe alegrar a nadie. Pero es la dinámica ineludible en el terreno. Y esta no es una guerra que Israel buscó, sino que le fue impuesta.
Y no debe haber otro ejército en el mundo que despliegue tantos esfuerzos para reducir al mínimo víctimas civiles. Israel lanza los panfletos desde aviones avisando a la población cuándo y adónde irse para alejarse de zonas que serán bombardeadas, indicando —y respetando— las rutas humanitarias y los lapsos en los que se puede transitar por ellas con seguridad. Avisa con mensajes a los celulares. Intenta alejar a la población civil de las zonas de combate. Esto, mientras Hamás trataba explícitamente de impedir que los civiles se alejen.
Un tema clave es algo que Israel conocía y siempre denunció, pero cuya envergadura sorprendió a las Fuerzas de Defensa de Israel al entrar en el terreno: la instalación absoluta de la infraestructura armada de Hamás en todo el espacio civil de Gaza. Nos dijo un gran experto en el tema palestino, cuya entrevista será publicada, que “no hay espacio civil en Gaza”; todo absolutamente está tomado por Hamas. Armas, cohetes, túneles, absolutamente todo instalado en sitios civiles, escuelas, jardines de infantes, hospitales, clínicas, casas particulares, mezquitas.
Cabe recordar que, según el Derecho internacional, cuando un sitio civil es usado con fines militares, pierde su protección como sitio civil y se convierte en un blanco legítimo de ataque. Aun así, Israel toma medidas para hacer el máximo esfuerzo a fin de evitar muertes de civiles en esos sitios. A veces, es imposible.
¿Acaso debía Israel abstenerse entonces de reaccionar, de intentar destruir esa monstruosa amenaza? No podía permitírselo.
Trató de alejar a los civiles. Pero el desafío es inconmensurable.
La destrucción y muerte en Gaza no alegra a Israel. Es más, tampoco ayuda de cara al futuro. Pero las impuso Hamás. Está clarísimo que desde que Hamás tomó el poder en junio del 2007 se abocó enteramente a desarrollar la Gaza subterránea para fines militares, a instalar toda la infraestructura armada en el terreno, por doquier, sin preocuparse por la población civil. O sea, no sólo robando recursos que deberían haber sido dedicados al desarrollo de servicios para la población, sino poniéndola en peligro a sabiendas.
Es trágico para los palestinos, claro que sí.
Pero también lo es para Israel.
La diferencia es que, en Gaza, el gobierno de Hamás usa a su población cínicamente como herramienta física y psicológica de guerra. En Israel, el Estado defiende a la población. Así debe ser. Con todo el dolor por el sufrimiento en Gaza, Israel debe seguir defendiéndose. Y que no espere el mundo que deje de hacerlo, porque no se lo puede permitir.
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