Hoy, más de 90 años después del ascenso de Hitler al poder en Alemania y casi 80 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, está claro que el fundador del nacionalsocialismo tiene sucesores. No han logrado alcanzar la dimensión casi inconmensurable de sus crímenes, no han llegado a matar 6 millones ni tampoco andan con un brazalete con la cruz gamada en el brazo. Pero las intenciones genocidas de los terroristas que los representan hoy, son las mismas. Y en realidad, tampoco son tímidos en sus proclamaciones tipo nazis sobre el exterminio de los judíos en su estado nacional.

No es sólo por las declaraciones explícitas de líderes de Hamas que prometieron repetir varios 7 de octubre asesinando civiles, mujeres y niños, ancianos, familias enteras, quemándolos vivos. Ni solamente por el libro de Hitler “Mein Kampf” traducido al árabe que fue hallado en escuelas de Gaza. Es por el todo, por esa combinación letal de deseos de borra al pueblo judío de la faz de la Tierra, combinado con el odio a los valores liberales, de democracia y libertad.

Y esto es lo más increíble…que justamente sectores que se proclaman progresistas, grupos que se consideran defensores de libertades y derechos humanos, estén aliándose con esta basura humana. Sectores de la extrema izquierda apoyan a los elementos más reaccionarios del planeta, asesinos y violadores, y alegan que están defendiendo a los palestinos. Lo único que están defendiendo es la oscuridad.

Lo vemos más claramente que nunca en las manifestaciones violentas en universidades de Estados Unidos, donde estudiantes que se consideran liberales salen a gritar histéricos con la kefía y la bandera palestina en apoyo a Hamas.

Es que les llevó muy poco tiempo pasar de la crítica a Israel por la guerra en Gaza a la expresión explícita de apoyo al terrorismo y la destrucción del Estado judío. En realidad , ya la consigna “Palestina del río al mar”, equivale a pedir la destrucción de Israel, y eso apareció enseguida. Pero abrazar abiertamente a Hamas, andar con las cintas verdes de la organización terrorista, enarbolar

banderas de Hezbolá y llevar remeras y carteles apoyando el 7 de octubre, es otra cosa. Nada queda disfrazado en una frase que para quien no conoce el mapa quizás parezca disimulada.

Es patético ver los videos de los jóvenes norteamericanos que apoyan a esos elementos peligrosos - que no por casualidad andan todos con el rostro cubierto- confesando ante cámaras que no tienen claro por qué manifiestan. “Creo que contra Israel, para que Palestina sea libre”, dijo una días atrás y le preguntó a una amiga si ella sabía más detalles. Otra no sabía contestar cuál es el río y cuál el mar…y una tercera afirmaba que el 7 de octubre no había pasado nada de lo que alega Israel.

Son los que en inglés se conocen como “useful idiots”, los idiotas útiles que los radicales usan. Y la duda es si son peligrosos porque realmente creen que están haciendo algo noble por el mundo, porque son abiertamente antisemitas o porque están dispuestos a hacer el ridículo en nombre del heroico anarquismo.

Esos jóvenes aportan masa, pero el problema central es entender que los extremistas osan hacer lo que están haciendo confiando en su propia fuerza, y el hecho que en general no se los detiene con la firmeza suficiente.

Esto está muy organizado y financiado por quienes ponen dinero en las universidades, para llegar a dominarlas. Nada es espontáneo. Lo que está ocurriendo en las últimas semanas es una mancha indeleble en universidades consideradas joyas de la educación superior en Estados Unidos. No es casualidad que junto a los gritos de Muerte a Israel, se haya oído Muerte a America y alguien se haya atrevido a quitar la bandera de Estados Unidos del mástil al frente de un edificio, colocando en su lugar la bandera palestina.

Israel está en guerra contra el terrorismo palestino en su distintas formas. Ya lo dijeron autoridades y voceros oficiales al comienzo de la guerra desencadenada por la masacre del 7 de octubre: si Israel no derrota al terrorismo, éste llegará también a Occidente.

Y está pasando, antes de que haya muertes.

La presión internacional sobre Israel, de parte de gobernantes occidentales que parecen no entender nada de lo que ocurre en Medio Oriente, no hace menos que envalentonar a los terroristas .

Pero la guerra es también con el Islam radical y reaccionario, que financia a los terroristas, tanto Irán como Catar, chita uno y sunita el otro, ambos regímenes peligrosos, musulmanes extremistas ambos. Irán, no oculta el carácter del régimen mientras que Catar sí, comprando influencias desde el Mundial hasta numerosos equipos de fútbol y universidades y presentándose como abierta a todos, pero financiando terroristas.

Las escenas de algunas universidades norteamericanas estos últimos días, de miles de musulmanes rezando postrados en sus jardines, mientras de un parlante se oía el “takbír”, o sea la proclamación “Alá hu-Akbar”, no es señal de convivencia multicultural sino de imposición. Sí, de un esfuerzo constante y gradual, que estos días estalló con especial fuerza , de conquistar para el Islam espacios en diferentes partes del mundo. También en el símbolo de la libertad mundial, Estados Unidos.

Ya lo dijo hace unos años el Ministro de Exteriores de los Emiratos Arabes Unidos Abdullah bin Zayed Al Nahyan, en un congreso del que ha vuelto a circular estos días un video, aún antes de ser reproducido por Elon Musk: “Llegará un día en el que veremos a muchos más extremistas radicales y terroristas saliendo de Europa por falta de toma de decisiones, por un intento de ser políticamente corectos o por suponer que conocen el Medio Oriente, que conocen el Islam y que conocen a los demás mucho mejor que nosotros. Y lo siento, pero eso es pura ignorancia”.

Quien observa los procesos en Europa, ve lo que ocurre ahora en Estados Unidos, lee los números y oye los gritos, entiende que el “takbir” en capitales occidentales del mundo mayormente cristiano, es un intento de conquista. Si un musulmán devoto, creyente de bien como seguramente hay muchísimos, pide simplemente orar de acuerdo a su Fe, ser respetado mientras respeta a otros, no hay absolutamente ningún problema.Pero cuando rezos multitudinarios se dan en los escenarios de los últimos días, al terminar

jornadas de manifestaciones violentas con frases y carteles antisemitas, es otra cosa totalmente distinta.

La pregunta es cuándo se despierta Occidente y pone las cosas en su lugar, deteniendo a los violentos y encarcelándolos. Darles tiempo para que retiren sus “campamentos de protesta”, tratar de dialogar para llegar a “entendimientos”, es claudicar. Cuando ya estamos por conmemorar otro aniversario de Iom HaShoá, el Día Recordatorio del Holocausto, y teniendo muy frescos los recuerdos y horrores del 7 de octubre- salvando las distancias- no podemos permitirnos olvidar. No porque haya campos de concentración en proceso, sino porque el odio antisemita es destructivo para toda sociedad en cuyo seno se manifiesta, no sólo para los judíos.

Esperemos que no llegue el día –quizas en su fuero íntimo algunos comprenden que ya ha llegado- que en el mundo libre digan “tendríamos que haber entendido antes que lo que comienza contra los judíos, llega después a los demás”.

Es exactamente lo que posteó en Instagram el Diputado argentino Alejandro Finocchiaro quien tras recibir ataques de tono antisemita e insultos varios , aunque él no es judío, presentó una denuncia penal.

Por las dudas, transcribo lo que dijo después de contar de los insultos que recibió.

“Yo no soy judío, así que podría decir simplemente que no me afecta, pero no es así. Recién acabo de hacer una denuncia penal en este sentido. ¿Y saben por qué? Porque hay una ola feroz de antisemitismo recorriendo el mundo. La libertad nunca debe considerarse obvia y el primer momento para reaccionar es cuando nos la quieren coartar. Me llamo Finocchiaro, no soy judío, pero siempre que haya u n antisemita enfrente, voy a ser judío. Cuando empezó el

Holocausto, la Shoá, eso pudo perpetrarse porque hubo mucha gente que creyó que no le iba a tocar, que creyó que no era contra él. Y fue la herida más vergonzosa del siglo XX. En este momento de antisemitismo, todos somos judíos”.