En esta campaña electoral no hay debates legalmente obligatorios. Al no haber obligación legal de debatir, no hubo debates entre los candidatos a la Intendencia. En Montevideo, por lo menos, fue así.
Al no tener que enfrentar a Laura Raffo en un debate público, Carolina Cosse pudo eludir las preguntas de los periodistas sobre aspectos polémicos de su gestión en Antel con frases como "No me arrepiento de nada", "Me critican con los teléfonos que compraron gracias a Antel" y similares. La principal candidata del Frente Amplio a la Intendencia de Montevideo quedó debiendo respuestas serias sobre asuntos importantes.
Hace unos días leímos en Búsqueda (número 2089, página 5) que, al contestar un pedido de informes del diputado Martín Lema, Antel reconoció que durante al menos cuatro años contó como clientes de la empresa a "cientos de miles" de usuarios "que no llegaron a ser activos y que sirvieron para justificar la cuota en la torta del mercado de telefonía móvil". Entre 2009 y 2015, el crecimiento en la clientela de Antel fue de 459.000 servicios. Un resultado aparentemente estupendo, si no fuera porque se obtuvo computando la cantidad de usuarios según criterios que no son los determinados reglamentariamente por la Ursec. Según el organismo regulador, "un abonado activo prepago es un usuario que haya utilizado uno o más servicios con pago durante el trimestre inmediato anterior a la fecha en que la empresa operadora reporta sus valores a la Ursec". Antel, en cambio, reportaba como servicios activos prepago a aquéllos a quienes se les acreditó "al menos una recarga en los últimos 12 meses". Antel, además, regaló 476.295 chips y 97.773 recargas entre 2014 y 2018. No puede causar sorpresa, entonces, el crecimiento explosivo de la clientela de la empresa.
Gracias a que el actual directorio de Antel levantó la reserva impuesta por la Ing. Cosse sobre los gastos en publicidad de la empresa y contestó un pedido de información pública hecho por El Observador, se supo que entre 2010 y 2014 (años en los que Cosse presidió el directorio) Antel gastó U$S 91 millones en publicidad. El gasto no se distribuyó uniformemente en los cinco años; fue de U$S 12 millones en el 2010, y de U$S 23 millones en el 2014, año electoral.
Vale la pena comparar estos números de la gestión Cosse tanto con los de su antecesora como con los de su sucesor en la presidencia de Antel, la Ing. Simón y el Ing. Tolosa respectivamente.
En el quinquenio 2005-2009 Antel gastó en publicidad U$S 48 millones. La distribución del gasto tampoco fue uniforme en ese período: U$S 5 millones en 2005, y U$S 15 millones en 2009, año electoral.
En el quinquenio 2015-2019 la telefónica gastó U$S 56 millones en publicidad, pero en el año electoral (2019) el directorio presidido por el Ing. Tolosa gastó un poco menos (U$S 12 millones) que en el primero de su gestión (2015, U$S 12,6 millones).
La comparación hace evidente que los U$S 91 millones en publicidad de Antel dispuestos por la Ing. Cosse fueron disparatadamente altos. Lo fueron especialmente, además, en el año electoral, de acuerdo con las peores tradiciones de la política uruguaya; esas tradiciones que el Frente Amplio decía que venía a combatir y a erradicar cuando denunciaba el "carnaval electoral" que los partidos tradicionales financiaban con dineros públicos.
Para justificar estos dispendios dijo en algún momento la Ing. Cosse que el gasto en publicidad había tenido un retorno muy positivo en el aumento de la clientela de Antel, pero el Ing. Gurméndez, actual presidente del directorio de la empresa, ya explicó que no es posible establecer una relación positiva entre una cosa y la otra; además, lo que ahora se sabe acerca de cómo computaba Antel la cantidad de sus clientes debilita aún más el argumento pretendidamente justificador.
La frutilla de la torta de la gestión Cosse en Antel fue, obviamente, el Antel Arena, absolutamente ajeno a los cometidos del ente y por lo tanto absolutamente inconstitucional (artículo 190 de la Carta), como lo señaló en su día el Tribunal de Cuentas sin que al directorio de Antel, ni al gobierno de Mujica, ni al gobierno de Vázquez, se les moviera un pelo. La obra que la ingeniera había dicho que costaría U$S 40 millones, terminó costando unos U$S 100 millones y hoy vale unos U$S 36 millones, según la auditoría de cuentas realizada por la firma PricewaterhouseCoopers.
Después de haber gastado U$S 91 millones en publicidad y U$S 100 millones en el Antel Arena, la Ing. Cosse continuó su carrera política al frente del Ministerio de Industria, donde se empeñó en defender hasta el final el ruinoso proyecto de la regasificadora, que le costó al país otros centenares de millones de dólares para obtener a cambio los pilotes enterrados en la bahía que Jorge Zabalza le mostró socarronamente a Daniel Martínez en un recordado episodio de la campaña electoral del año pasado...
Seguramente para no dejar un mal recuerdo en el Ministerio, Cosse se despidió otorgando (bajo reserva, para variar) jugosas compensaciones especiales a funcionarios a los que seleccionó discrecionalmente, todo lo cual fue ásperamente denunciado por el sindicato e informado por la prensa.
Estas cuestiones debieron haberse ventilado en el debate que faltó entre Carolina Cosse y Laura Raffo. Nos quedamos con las ganas. Sabemos que el rechazo que a nosotros nos merece una gestión caracterizada por el despilfarro de los dineros públicos, el secretismo y la arbitrariedad, es compartido por muchos frenteamplistas que el domingo votarán a Martínez o a Villar. A esta altura es claro, sin embargo, que si gana el Frente Amplio esos votos a Martínez o a Villar servirán para hacer Intendenta a Carolina Cosse.
Es lo que tiene el doble voto simultáneo, ese que, cuando se fundó en 1971, el Frente Amplio se proponía combatir y erradicar.