Por Esteban Valenti | @ValentiEsteban
Los destinos de este viaje pueden ser diversos: a las elecciones internas, a las del mes de octubre o al balotaje de noviembre. Por lo tanto se trata en realidad de una excursión, de alguien que durante 47 años navegó en ese barco. Y el objetivo es encontrar una respuesta ¿Por qué?
En estos días luego de las elecciones me he cruzado con muchas personas y en casi todos los casos surge el tema político como el dominante. Hace poco me crucé con dos compañeros de hace muchos años, una pareja con la que milité en la Juventud Comunista en la Universidad, antes de la dictadura. Ambos son profesionales, son un poco más jóvenes que yo, con dos hijos grandes que también votaron en varias oportunidades.
Trabajan al igual que yo en la Ciudad Vieja y nos hemos cruzado muchas veces y de una u otra manera surge siempre el tema político. Son extremadamente críticos de este gobierno del FA y mucho más del de Mujica, al punto que en algunas oportunidades yo tuve que suavizar y tratar de equilibrar los juicios, odian, y esa es la palabra justa, a Raúl Sendic por todo lo que hizo, coincidimos en que el FA ha cambiado en cosas importantes y ha roto su equilibrio interno y, podría hacer una larga lista de coincidencias. En particular sobre el apoyo a Maduro. Pero ellos, los dos, llegado el momento votaron el FA en octubre y en noviembre. No votaron en las internas.
Ninguna de sus críticas los hizo dudar por un minuto de volver a votar al FA, aunque me desbordaron de críticas hacia la fórmula presidencial. Tengo la impresión - pues no puedo demostrarlo con ningún elemento estadístico serio- que eso le sucedió a un buen número de personas. Llegado el momento olvidaron o perdonaron todas las críticas, y entre "ellos" y "nosotros", optaron por el FA.
A esa altura los tres estábamos tomando un café en uno de los bares de la peatonal Sarandí. Para mí era una oportunidad única. Sabía que además que sus críticas hacia el FA eran de larga data y que además ninguno de los dos es funcionario público ni de confianza, ni le deben nada laboral a los gobiernos del FA.
En el intercambio les insistí que todo lo que estábamos criticando era exactamente lo mismo que desde siempre criticamos a nuestros adversarios. Lo admitieron. Volví a la carga, votar por descarte una suma de actos y políticas eran la negación de la izquierda, de sus objetivos, de su moral. Nada.
Incluso me reconocieron que existía el peligro de que las cosas empeoraran en un cuarto gobierno del FA y que la burocracia en el poder se fuera devorando todo lo que subsistía de nuestra identidad de izquierda. Un muro...
No les agregué ninguna información sobre errores, malas prácticas políticas y sospechas de negociados, porque sabían tanto o más que yo. Simplemente lo manejaban en otra dimensión, como si llegado el momento las definiciones políticas se pudieran separar de la experiencia vivida. Los dos votaron a grupos diferentes dentro del FA y ni siquiera quise preguntarles a quien habían votado, pero lo supongo, uno de sus hijos, para gran disgusto de sus padres votó al PERI y en blanco en el balotaje.
Nunca me atacaron, nunca la conversación fue ríspida y simplemente cuando no tenían como justificar o explicar las peores cosas de estos 15 años, ni siquiera mencionaban las muchas cosas buenas que se hicieron, sino que su argumentación terminaba en "ellos" y "nosotros".
En un determinado momento surgió el tema del futuro, de las perspectivas y estoy absoluta y comprobadamente seguro de que ambos en el fondo y no tanto, esperan que al nuevo gobierno le vaya lo peor posible. Reitero, son buena gente, con años de experiencia política, que se quedaron durante la dictadura aunque no estuvieron presos. Es que esperan que su voto quede justificado y la única manera de que eso suceda es que "ellos" gobiernen peor, mucho peor que el FA y confirme y explique sus definiciones.
Me sentía un poco abrumado, pero traté de reconstruir mi propio pasado y no tuve que cavar muy hondo, yo apoyé y defendí la invasión de los tanques rusos a Checoslovaquia, porque esa época el "ellos" y el "nosotros", era mucho más neto y total. Y ese fue el mecanismo por el cual justificamos y explicamos tantas cosas terribles que un día se derrumbaron estrepitosamente. Estábamos en una fase más grave del mal, ni siquiera discutíamos o cuestionábamos los horrores. Era la lucha final y total contra el imperialismo. Luego el muro lo derribó la gente desde adentro y para sorpresa de todos, incluso del imperialismo.
Es el mismo mecanismo que funciona cuando aquí en Uruguay defendemos y reclamamos por los derechos humanos y sus violaciones durante la dictadura, pero unos cuantos que son mayoría en el FA justifican terribles atrocidades en Venezuela y en Nicaragua. Admitamos que algunos las apoyan por razones bastante menos ideológicas...
Esta no es ni pretende ser una explicación para todos los votantes del FA, pero es una cultura una definición política e ideológica que está en la base de mucha gente que ha perdido totalmente la capacidad crítica, o que la maneja en otra dimensión, separada de sus decisiones políticas electorales. Y aunque se proclamen de izquierda, han dejado por el camino su rasgo fundamental, una forma crítica de relación con el poder y con la justicia social en el mundo. Que son dos cosas inseparables.
Es un poco de la tradición, de reivindicar sus historias, observar inexorablemente la política entre blanco y negro, aun suprimiendo los contenidos ideológicos fundacionales. Esos se los llevó el viento y casi no les importa. Su definición de izquierda está tranquila votando a los "suyos", aunque les resulte tan difícil defender racionalmente la condición de izquierda del actual FA.
Si los que corrompen y se dejan corromper, los que mienten, los que acomodan ejércitos de funcionarios, los que engordan el estado con gente, edificios, autos, viajes, prebendas en todo el país y fuera de él, los que por razones que ellos mismos no comparten apoyan a Maduro y a su dictadura son "nuestros", llegado el momento, ese es el único factor definitorio. Ni que hablar de la inseguridad que la consideran como una maldición de los dioses y totalmente ajena a la acción del gobierno. Hasta ahora, de aquí en adelante será de directa responsabilidad de "ellos" del nuevo gobierno y estoy seguro que la criticaran con ferocidad.
En estos días he leído y escuchado más que nunca la palabra "autocrítica", en algunos casos con abordajes interesantes y sofisticados, pero llegado el momento los protagonistas políticos lo que harán es justificar "internamente" todo bajo el manto del 47.5% de noviembre y de una larga lista de realizaciones durante los 15 años y de la incapacidad de comunicarlas adecuadamente por parte de los gobiernos y del propio FA.
En el fondo se trata de una acusación indirecta a los ciudadanos que no fuimos capaces de ver las obras refulgentes del FA y sus gobiernos y no aceptamos la cantidad de manchones y de desviaciones que terminaron por hundir el Proyecto Nacional que habíamos comenzado a construir con un interesante resultado positivo desde antes y sobre todo a partir del año 2005.
La autocrítica será a los demás y nunca rozará el ¿por qué? se perdieron las elecciones, luego de 15 años de gobernar, sin una crisis económica ni nada que se le parezca y, como se pudo formar una coalición tan variada y multicolor como la que derrotó al FA en octubre y en noviembre, con un partido de derecha encabezado por un general que saltó de ser el Comandante en Jefe del Ejército durante dos gobiernos del FA a ser su más feroz crítico.
Lo principal para esa gente será esperar bien montados estos cinco años para volver al poder y si para ello hay que profundizar el proceso de cambio profundo del ADN supuestamente "centrista" de la izquierda, ahora adornado con una buena y feroz oposición, lo harán. No tengan la más mínima duda.
Y todo estará fundado en ese mecanismo impenetrable de que a los "nuestros" se les puede perdonar todo, simplemente porque son "nuestros".
Que lejos me siento de esa forma de entender la política.
Próxima nota: 2019: un viaje a los ex frenteamplistas.