Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Navegaciones

Oliendo el tiempo en Las Violetas

Oliendo el tiempo en Las Violetas

10.06.2008

Lectura: 4'

2008-06-10T12:39:50-03:00
Compartir en


¿Se puede oler el tiempo? ¿ Olfatear una tormenta? Yo el viernes pasado me enteré que a la directora de la escuela Alfredo Nobel, en Las Violetas, cuando llegó hace muchos años a esa localidad, un productor rural le preguntó si olía la tormenta que se aproximaba. Y la tormenta llegó. Y Paquita – que así le dicen todos a la directora - aprendió a amar la tierra, su aroma, sus costumbres, su nobleza y sobre todo su gente y sus niños. Y aunque todavía no logra oler la tormenta quiere que su escuela siga siendo una escuela rural.

La tierra allí es una extensión grande, generosa, llena de viñedos dorados y de diversos verdes que rodean esa escuela rural donde los niños, no sólo aprenden a plantar en su huerta orgánica, sino que aprenden cosas fundamentales vinculadas a la vida concreta, a la producción y a la tierra. Una parte de los bancos están bajo el nylon que cubre uno de los viveros. No es para enseñar las técnicas de labranza y producción de la huerta, sino para relacionar las matemáticas, la gramática y todas las materias con la huerta.

Compartiendo las herramientas, trabajando en común, se aprende solidaridad, se valora el esfuerzo del grupo y el aporte de cada uno. Las matemáticas se aprenden más fácil vinculándolas a los ajíes y las acelgas que a las abstracciones.

El viernes pasado organizado por la Fundación Logros y la escuela, un grupo de personas fuimos a visitar la experiencia de la huerta orgánica y su impacto en la sociedad  local y en el propio centro educativo. Estaba el senador José Mujica, el diputado Gustavo Espinosa, el Intendente de Canelones Marcos Carámbula autoridades de primaria, bodegueros, muchos periodistas. El presidente de la Cámara de Diputados Alberto Perdomo que se sumó a la iniciativa de inmediato no pudo ir por un leve accidente.

Recorrimos las escuela, hablamos con los niños y con los maestros, confraternizamos entre nosotros y con los padres y compartimos chorizos, paté de morrón, lechugas y tomates, todos de producción local. De la escuela. Nos mostraron un excelente video hecho por Rada para promover las huertas orgánicas.

Me impactó el discurso de la directora Leonor Rossi. Fue la exaltación de sus niños, de las maestras “una leonas”, de los padres que tanto han colaborado y lo siguen haciendo y de la Fundación Logros que ha instalado las huertas orgánicas en más de 400 escuelas de todo el país. Cuando alguien ama una cosa, la lleva en el alma se nota, se transmite. Y todos nos fuimos queriendo no sólo esa escuela, sino que comprendimos un poco más como funciona este país, como hay pilares, columnas pequeñas, perdidas en el campo que sostienen la identidad, la riqueza, el valor de nuestra sociedad.

Es una escuela que está a cinco kilómetros de la ruta 5, a poco más de la ciudad de Canelones, no es el Uruguay profundo, pero es profundamente uruguaya. Desde las frases que tapizan las paredes hasta la características particulares del campo local, de los chacareros y bodegueros de la zona, hasta las maestras y la propia directora que son una referencia cultural y moral para todos.

Es una escuela con sala de computación. Y todavía no llegó el Plan Ceibal. Lo esperan ansiosos, porque quieren llevarse las computadoras a la casa. Habrá incluso un programa especial de formación en huertas orgánicas por Internet, con juegos interactivos que está terminando de programar la fundación Logros.

Todos los que fueron conocían o de campo y de chacras o la zona. Yo me declaro tachuela en esos temas. Adentro una sala de computadoras en fila esperando sus usuarios, afuera cobertizos, tierra y surcos esperando sus trabajadores infantiles. Es una buena síntesis de estos tiempos. Nadie les dará de comer por Internet, su sustento y el de sus familias depende de la tierra y del esfuerzo sobre ella, pero nadie les mostrará como funciona el mundo, como producen o se diviertan o crean en otros horizontes si no tienen computadoras.

Cuando nos íbamos intente oler el tiempo, el clima. No mejoré en absoluto, pero no hay duda de que todos nos fuimos queriendo un poco más la generosidad de nuestra tierra, de nuestras maestras, de nuestros niños. Nuestra gente.