Todos sabemos que este es uno de los principales puntos vulnerables del actual gobierno, la instalación del IRPF en nuestro país ha estado acompañada de fuertes inequidades que han impactado sobre el nivel de vida de los sectores medios de nuestra sociedad y su implantación no ha cumplido con el objetivo largamente anunciado que señalaba que “pagarían más los que tuvieran más y menos los que menos tuvieran”.

El impacto del IRPF ha sido tan negativo que el propio gobierno ha tenido que proceder a su modificación ya en un par de oportunidades en menos de dos años de vigencia y, ya en el colmo del asombro, su mentor, impulsor y fundamentalista defensor, ahora convertido en precandidato presidencial ha anunciado que impulsará nuevos cambios referidos a este impuesto.

¡Quién te viera y quién te ve! El Senador Astori hasta hace unos meses descartaba con desdén, todas las críticas que se hacían a su “obra mayor”. Sin embargo, ahora buscando obtener los votos que le faltan, se ha descolgado con algunas propuestas que parecen ser elaboradas por candidatos de la oposición. Además de incorporar cambios en el IRPF nos promete que erradicará la pobreza y que bajará el IVA al 20%, curiosamente lo sostiene quien fue Ministro de Economía por cuatro años y en los que nada de estas cosas realizó.

Sin embargo, desde el Partido Nacional, con el mismo “olor” a búsqueda de votos, se sostiene que habrá de derogarse el IRPF en marzo de 2010. Tampoco esta es la forma correcta de hacer política. El IRPF recauda alrededor de 600 millones de dólares anuales, casi el doble de lo que el equipo económico había planificado. No se pierden seiscientos millones de dólares de recaudación de un día para el otro, al comienzo de un período de gobierno.

Esto lo saben muy bien los candidatos del Partido Nacional y hacen mal en hacer caudal de una medida que resulta inviable. Sobretodo porque al comienzo del 2010 la situación económica estará lejos de ser similar a la actual, seguramente nuestro país tendrá algunas urgencias financieras que incluyen la eventualidad de tener que abordar un ajuste fiscal o, al menos, tener que fijar procedimientos muy firmes que garanticen la recaudación pública.

Nadie duda que el IRPF requiere importantes modificaciones y ajustes. Nosotros hemos presentado, a través del Diputado Iván Posada, un proyecto alternativo que incorpora significativos cambios en la determinación del impuesto y en la fijación de deducciones. Pero una cosa bien distinta es su lisa y llana derogación que, nadie dude, debería estar acompañada en el mismo instante de un impuesto sustitutivo que tenga la capacidad de generar una recaudación de similar entidad en forma inmediata y, por tanto, fijando un nuevo gravamen sobre la ciudadanía.

¿Se puede realizar semejante cambio tributario el primer día del nuevo gobierno? Cuando además seguramente, en caso de ganar el Partido Nacional no lo hará con mayoría propia, sino que deberá negociar con otros partidos las orientaciones generales de su gobierno. Indudablemente se trata de uno de los tantos postulados que se lanzan a la tribuna para recibir el apoyo de una ciudadanía golpeada y enojada con el referido impuesto, que encuentra en esta afirmación una forma de desahogo.

Esta no es la manera correcta de hacer política, por el contrario, a la corta o a la larga estas decisiones abonan la decepción de la ciudadanía y provocan la pérdida de confianza en los gobernantes. Más vale perder el efecto rimbombante de anuncios atractivos y hacer conocer a todos la verdad de los hechos.

Ni los anuncios sorprendentes del ex Ministro de Economía en su afán por ganar votos esquivos, ni las promesas de los candidatos alternativos de hacer desaparecer impuestos que, pueden ser reformados, pero difícilmente eliminados, son los caminos adecuados para que la gente confíe en la política y en los políticos.