No es cuestión de remiendos

El Presidente José Mujica anunció que estaba pensando impulsar un plan dirigido a promover la formación técnica de jóvenes del Interior de familias de bajos recursos a través de acuerdos con técnicos o idóneos que trabajan en sus respectivos oficios. Dijo, también, que esta propuesta se debería instrumentar con independencia o en forma paralela a la estructura orgánica de la UTU.

No quedó muy claro cual es la idea concreta, tampoco quedó muy claro de dónde saldrán los recursos para su implementación, no sabemos si es una propuesta avanzada o si es apenas un "borrador" de trabajo.

Lo que parece indudable es que se trata de una propuesta puntual, aislada, que no forma parte de una estrategia más amplia o abarcativa. Por otra parte, se trata de un planteo dirigido a un segmento específico y pequeño del universo de los jóvenes y adolescentes, con un perfil muy determinado.

Pero tampoco nos dice cual es la demanda insatisfecha existente, cuántos son los jóvenes que podrían estar interesados en esta iniciativa, ni siquiera cuántos de los que hoy asisten a los cursos de UTU podrían ser cubiertos por esta nueva idea.

Nada concreto, nada claro, nada ordenado ni estructurado. Más bien parece una idea lanzada "al boleo", fundada en una intuición sin mayor respaldo de información objetiva.

Si la educación estuviera pasando por un momento positivo o favorable, si el gobierno estuviera impulsando una propuesta educativa con objetivos claros y dirigida a revertir el tremendo proceso de deterioro que vive nuestro sistema educativo, esta nueva idea podía entenderse como una novedad que podría ser analizada para incorporar en un plan o en una política más general.

Pero ocurre todo lo contrario. La educación uruguaya está sumida en un "marasmo", sin una construcción estratégica, sin un proyecto definido, sin iniciativas transformadoras, sin metas claras.

A comienzos de año el Presidente convocó a una "cumbre" del Consejo de Ministros por la educación. A mediados de febrero el gabinete en pleno se reunió un día entero con las autoridades educativas para encarar una situación que el propio Presidente consideraba crítica. Nunca se supo cuales fueron las conclusiones de esa instancia, ni siquiera una línea o una hojita con algunos apuntes que nos dijera al resto de los uruguayos cuáles eran las propuestas que surgieron de tal reunión.

Después, y ante la ausencia total de respuestas, hemos reclamado una y otra vez, sin éxito, que el Presidente convoque a todos los partidos para evaluar el cumplimiento de los acuerdos contenidos en el documento multipartidario aprobado hace más de un año. Hemos señalado una y otra vez que, tal como el propio Presidente proclamó en oportunidad de su discurso de toma de mando, es necesario construir una política de Estado en materia de educación.

Desde otras tiendas también se ha reclamado el diálogo entre todos los partidos. Por ejemplo, el Dr. Larrañaga reclamó al Presidente una reunión de los líderes partidarios para avanzar en este tema.

Nada ha ocurrido. Desde la Presidencia se ha hecho "oídos sordos" a todos los reclamos de diálogo y entendimiento.

Entonces esta iniciativa "suelta" que ha lanzado el Presidente, que no es un programa, ni una propuesta sistemática ni una política estructurada; este planteo aislado, puntual y casuístico que nada resuelve y solo consiste en una idea sin mayores pretensiones, se convierte en una verdadera decepción que confirma la falta de una mirada amplia para resolver la problemática de la educación o, si no es eso, entonces, peor aun, la falta de voluntad efectiva para tomar decisiones de fondo.

Como se dijo hace ya unos meses, la educación uruguaya necesita una estrategia de "cirugía mayor" que permita impulsar una profunda transformación de su estructura, de su gestión y de sus contenidos. Lo que menos necesita la educación uruguaya es que el Presidente proponga un simple "remiendo" sin mayor trascendencia.