La Justicia archivó el caso del ex senador Leonardo Nicolini.  La jueza en lo penal de 9º Turno Gabriela Merialdo archivó el expediente en que se investigó al ex senador Leonardo Nicolini por el uso de un carné de asistencia de Salud Pública. La jueza decretó el archivo al considerar que no existen elementos suficientes de convicción o semiplena prueba de que se hayan cometido delitos.

Me asaltan sentimientos contradictorios y sobre todo muchas preguntas. Los que crucificaron a Nicolini como un delincuente confeso ¿qué harán ahora? ¿Se retractarán, se disculparán? O simplemente como sucede casi siempre en la política no tendrán ni siquiera esa hidalguía.

Los que filtraron a la prensa las informaciones para comenzar a arrimar troncos a la hoguera y que todos sabemos que no están muy lejos del propio grupo político de Nicolini ¿Qué harán? Yo creo que con esa calaña estarán festejando: con nada entre las manos, con el enorme “privilegio” de un senador de la república que se opera en un hospital público y pagó el costo de la operación, lograron su objetivo: ajustarle las cuentas. Unos magos. Una m...

Los que en su grupo político y en círculos concéntricos en grupos afines y antiguos que desempolvando viejos rencores o los que se precipitaron a pedir la renuncia para demostrar la pureza impecable de la moral pública y ahora se encuentran que la jueza archiva el caso ¿no tienen nada que decir? ¿Se harán los distraídos? ¿ensayaran alguna tirada filosófica sobre la mujer del César? ¿ No debían reclamarle una licencia a Nicolini a la espera del pronunciamiento de la justicia? ¿O ellos tienen una moral superior, más prístina que la del resto de los uruguayos? ¿En qué?

Nosotros, los que de una u otra manera – y fuimos muchos – miramos pasivamente, o nos subimos un poquito al carro del linchamiento y de la hoguera ¿nos arrepentiremos un poco, una pizca? ¿O por el contrario, sin considerar siquiera una investigación independiente de la justicia, seguiremos ventilando nuestros prejuicios contra todos los políticos? Y naturalmente con los que se operan en salud pública.

No tengo la menor duda que Nicolini cometió un error, creo que ni el lo duda. El problema es que los errores son una cosa, los delitos son otra y sobre todo las cosas que afectan la moral, el honor y el erario público son diferentes. Y merecen un tratamiento diferente. Esa es la base de la justicia y de la moral. Y también de la política.

Cuando se mezcla todo, y a todo se le da el mismo valor y penas desproporcionadas, ganan los delincuentes, los inmorales, los que utilizaron el poder para enriquecerse, los que añoran esas épocas porque saben que lo mejor es revolcarnos todos en el mismo lodo. Así ellos salen ganando y se aprestan a nuevas revolcadas. De esas que nos salieron muy, muy caras y que seguimos pagando, en plata y en vergüenza.

Cuando se mezcla todo, salen ganando los torquemadas, los que rebajan la política a la crónica roja e incluso los que utilizaron las campañas de calumnias como lucha ideológica y defensa de la pureza ideológica. ¿O no los recuerdan? Están al acecho y funcionan siempre como la frase de Brecht, al final de su voracidad siempre vienen por nosotros, por todos. Esos antropófagos de la moral ajena son inmorales en lo más terrible, en lo peor, en el desprecio de los seres humanos y de su honor.

El camino más fácil es culpar a los medios de prensa – que los hay los hay – pero si tienen un pecado es no ser y no haber sido iguales de feroces en otras circunstancias, pero no es un pecado grave, lo grave es una mentalidad que substituye la política por la basura, por la diatriba y eso es de políticos. Y lo hacen con premeditación, alevosía y nocturnidad. Y otros lo aceptan.

A Nicolini los asaron a la parilla y se sabe, de la chamuscada no se vuelve atrás. No volverá a ser senador, aunque sus compungidos y puros compañeros traten ahora de echarle agua al fuego. Ya lo quemaron.

Otros ni eso harán, porque siguen creyendo que a los disidentes hay que quemarlos, hay que transformarlos en cenizas y desparramarlas a los cuatro vientos porque la única explicación posible a sus diferencias a sus discrepancias a sus flaquezas ideológicas es la falta de una moral revolucionaria pura. ¿Y quién traza la raya divisoria? Obviamente: ellos.

Hace poco asistimos a otros episodios de líneas divisorias trazadas desde otras purezas ideológicas y morales que tratan al resto de sus ex compañeros de “ceros a la izquierda”. En ese caso ya fue demasiado y cerraron filas, levantaron barreras. Cuando los errores son colectivos es un problema político, y cuando son personales son pasibles de arder en el fuego eterno.

Nicolini es atropellado, a veces le falta pericia, no coincido en muchas de las formas que utiliza para hacer política, pero eso no tiene que ver. Muchos pensaran cosas peores en materia política de mi y viceversa. No se como hubiera reaccionado yo si me hubieran dicho que posiblemente tenía un cáncer de riñón y que debía operarme de apuro. No se lo que hubieran hecho la inmensa mayoría de los dirigentes políticos de este país. Si se, a que puerta hubieran ido a golpear todos los que no tienen cobertura médica, que deben ser muy pocos. Y se que a pesar de cualquier diferencia política, los hubieran atendido y muy bien y eso es bueno. Nicolini se equivocó feo fue a golpear al hospital Pasteur.

El episodio está casi cerrado, no tiene retroceso. Ni siquiera asumirán sus responsabilidades, los puros, los apurados, los inmaculados, los feroces o los ilusos de la política. Y todos comprobaremos una vez más que a la política, nada de lo humano le es ajeno, desde la gloria a las peores miserias.

   (*) Periodista. Coordinador de Bitácora.