Contenido creado por Gastón Fernández Castro
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Provinciales

NAVEGACIONES. POR ESTEBAN VALENTI

Confieso: el ego me persigue. Leo con atención y cuidado el raiting de lectura de mis notas de Bitácora en Internet. Y algo me llamó la atención: la caída abrupta de lectura en el caso de mi nota sobre las elecciones en Italia.
Por Esteban Valenti (*)

23.05.2006

Lectura: 3'

2006-05-23T00:00:00-03:00
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Una caída notoria, evidente, estridente. Mucho menos lectores que cualquiera de las notas sobre temas nacionales.

Me puse a investigar un poco más a fondo y es una constante, los temas internacionales importan poco. La atención de los medios y de los ciudadanos, lectores, escuchas y televidentes se concentra en los temas nacionales, incluso locales. Podría ser un buen indicador, miramos hacia el país y no nos distraemos con esas pequeñas cosas que suceden fuera de fronteras. Errado.

Por nuestros orígenes, por nuestra estructura poblacional con cientos de miles de uruguayos que viven en el exterior, por nuestra historia reciente con miles de uruguayos que vivieron exiliados, por nuestro tamaño y la importancia que tiene en nuestra economía, en nuestra sociedad los temas exteriores, deberíamos tener una gran sensibilidad. Al contrario. Hice estos comentarios con varios colegas y amigos y todos coincidieron con la misma opinión: los uruguayos tenemos una bajísima atención por los temas internacionales.

Me sucede a mi mismo. Viví en el exterior, me pasé unos cuantos años pidiendo atención y solidaridad con el Uruguay de la dictadura y al regreso lenta y paulatinamente me fui encerrando en la cuevita, en el círculo de las realidades locales. ¿A usted no le pasa o le pasó algo parecido?

En este mundo globalizado -para bien o para mal- ¿no deberíamos preocuparnos por un rasgo tan evidente de provincialismo, de horizontes reducidos? Y si es así ¿debemos conformarnos, exaltarlo como una virtud o hacer un análisis más a fondo sobre causas y consecuencias?

Los uruguayos necesitamos obligatoriamente mirar con atención al resto del mundo y erradicar cualquier idea o atisbo de ella de que tenemos algún parentesco con el ombligo. Con el ombligo de nada. Es un rasgo fundamental de cultura tener una mirada cosmopolita, abierta y sensible. No por respeto a los demás, ni sólo por curiosidad, sino por nosotros mismos, por la calidad y densidad de nuestra propia sociedad.

El mundo bulle y rebulle a nuestro alrededor y en él nos cocinamos todos, no hay escape. Nuestra identidad no depende de la capacidad de encerrarnos, sino al contrario, sólo los que tienen una clara y sólida identidad pueden asomarse al mundo con audacia y con apertura de mente. "Pinta tu aldea y serás universal", escribió Dostoievski, pero también vale una imagen invertida: el valor de tu aldea dependerá de tu mirada universal. Al menos yo no me siento orgulloso de nuestra mirada excesivamente aldeana.

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(*) Periodista, coordinador de Bitácora.