En pocos días se produjeron opiniones de Ernesto Talvi un economista muy respetado en ciertos ambientes de la oposición que a sus previsiones en temas económicos agrega ahora opiniones y predicciones de claro contenido político electoral. De inmediato Adolfo Garcé le hizo eco. Es una buena sincronización explícita.
El texto del artículo de Garcé que apareció en El Observador está al final de esta columna. Se suma a un amplio reportaje aparecido hace dos semanas en El País. Es comprensible, la derecha política, la oposición tiene tal pobreza de argumentos, de discurso y de ideas que estas opiniones de "profesionales" suenan como un cañonazo.
Se ve que desde la oposición los intelectuales se movilizan y en el gobierno se adormecen...
Tienen una virtud, expresan con claridad los deseos de esos ambientes intelectuales y profesionales de la derecha y la oposición, que combinan las siempre alarmistas previsiones económicas con sus desvelos políticos.
El panorama económico internacional y regional ya no será el mismo, el país perdió tiempo y oportunidades y no hizo los ajustes necesarios y por ello pagará las consecuencias. Dixit Talvi. Y como consecuencia ya que los partidos tradicionales tienen tantas posibilidades de ganar las próximas elecciones como de que se cumplan las alarmas que desde años lanza el CERES, a lo que deben y pueden aspirar los blancos y colorados es a que el Frente Amplio gané sin mayoría parlamentaria. Garcé le hace eco.
Garcé nos había iluminado anteriormente con su previsión de que el "astorismo" estaba en franco declive y que sería substituido de forma constante por el "neoestructuralismo". Sus base científica de análisis: su osado olfato. Ni una encuesta, ni un resultado electoral, nada. Lo importante y lo académico son sus opiniones voladoras.
En realidad ambos voceros coinciden en la explicación y adorno de los objetivos que se proponen en la intimidad los partidos tradicionales, en realidad todo la oposición incluido el Partido Independiente: el sueño de los 50 votos en diputados.
Sus objetivos son por demás nobles: paralizar a la izquierda para que tenga que negociar todo, presupuesto, designaciones, políticas, leyes de todo tipo. Es el reconocimiento más evidente y claro que en el país hay dos grandes fuerzas, por un lado el Frente Amplio, que con sus diferencias ha sido capaz de gobernar y del otro lado todo el resto. El cumplimiento más acabado de las previsiones de Liber Seregni.
Estos 9 años de gobierno, en sus claros, oscuros, aciertos y errores han demostrado que esto no ha cambiado.
Un reciente informe de CEPAL establece que: "En Uruguay la pobreza bajó de 18.8% en 2005 a 6.5% en 2011 a un 5.9% en 2012. En tanto la indigencia era de un 4.1% en 2005 y en 2012 es de un 1.1% según CEPAL. CEPAL también informó que Uruguay es el país que ha logrado una reducción de las desigualdad de un 3% anual. Esto se puede ver tomando los datos del quintil más pobre que en Uruguay se apropia del 10% de los ingresos totales del país en tanto el promedio de Latinoamérica es de un 5%."
Aclaremos que las estadísticas utilizadas por Uruguay son mucho más exigentes en materia de índices de pobreza que las que emplea la CEPAL, por lo que nos situamos en 12% de pobreza y 0.5% de indigencia.
Pero el quintil más rico, donde por ejemplo se colocan las cúpulas empresariales, no le ha ido mal en estos años, pues el PBI pasó de 17.000 millones a más de 50.000 millones y ellos siguen apropiándose de una parte importante, pero por razones de clase, ideológicas, siguen dispuestas a brindar su esfuerzo y su desvelo para volver al poder con los partidos tradicionales. La ideología por encima incluso de bolsillo...
No acepto considerar que profundizar los cambios del Proyecto Nacional que impulsaron los gobiernos de izquierda sea la continuidad de las políticas, al contrario, es necesario una profundización de esas políticas para garantizar el crecimiento y sobre todo un salto de calidad en todos los aspectos: producción, inversión, innovación, empleo, educación, indicadores sociales, salud, vivienda, cultura. No se trata de más de lo mismo, sino de bastante más, mejor y más profundo.
No lo hacemos para responderle a nadie, menos a los ideólogos y predictores de las futuras crisis y los soñadores de ajustes fiscales o incluso los promotores de giros diversos, sino porque es nuestra responsabilidad ante la gente, ante el país.
Nosotros no tenemos planteado un tercer gobierno del FA como insisten nuestros adversarios, nosotros tenemos previsto "otro" gobierno progresista, para ir más a fondo con los cambios, mejor en la gestión, más radicales con las estructuras que no funcionan.
Esta no es una carrera o una polémica que se pueda saldar fundamentalmente con argumentos, sino con resultados y con votos. Lo demás son comentarios. Necesarios, polémicos, pero que llegada la hora de la verdad pasan a un segundo nivel.
Nosotros gobernamos y el balance de nuestra gestión son los resultados concretos, tangibles para la gente, para la inmensa mayoría de los uruguayos. ¿Solo los resultados? No, a ello hay que agregarle la política, el debate, la argumentación, la batalla cultural son fundamentales. No solo ni principalmente para que la gente sintetice políticamente esos resultados sino para acompañar los cambios con un elemento insustituible: el protagonismo democrático de la gente, de la sociedad civil en su conjunto. En esto hemos estado flojos. Y esto no se resuelve con publicidad o propaganda, sino con política.
Hay cambios que ya no se resuelven solo desde las leyes, desde las normas y las instituciones, sino desde transformaciones impulsadas desde la sociedad en su conjunto. ¿Alguien puede creer que los ritmos y la profundidad de los cambios que reclama la educación pública y la educación en general se producirán sin un protagonismo de grandes sectores de la sociedad? La peor caricatura de esa visión es la que reduce todo al porcentaje del PBI que invertiremos en la educación.
En realidad hay que invertir el razonamiento. Ya sacamos a la educación de la profunda miseria en la que la dejaron los blancos y colorados gobernando, seguimos cambiando las condiciones sociales para hacer posible y sobre todo muy necesaria una educación de calidad, ahora tenemos que invertir en educación, en cultura, en innovación e investigación lo que seamos capaces de transformar en calidad, en avances, en resultados. Tenemos que crear demandas que surjan de la propia calidad y exigencia de la educación, como hicimos con el Plan Ceibal, y no de los reclamos corporativos sin ninguna contraparte.
Ese es el cambio histórico que necesitamos. Debemos girar, como no, pero no en el vacío y hacia el fracaso, sino para profundizar desde la izquierda el trabajo, su calidad y su valor en la economía nacional, para darle otro fuerte impulso a la cultura a todos los niveles, para un salto en la atención a la salud, para erradicar definitivamente una parte substantiva de la marginación en la vivienda y en la urbanización de nuestra área metropolitana (otra herencia maldita de nuestros predecesores, incluyendo la frutilla del Banco Hipotecario).
Y auguramos que Talvi y Garcé durante los próximos seis años nos sigan iluminando el camino, hay que reconocerles tenacidad e imaginación.
EL OBSERVADOR
Ceres y el tercer mandato del FA
Les propongo abordar algunas de las afirmaciones de Talvi y volver sobre algunas de ellas para, en seguida, analizar el papel de los centros de investigación como Ceres en el debate público uruguayo
Adolfo Garcé.
El miércoles pasado el economista Ernesto Talvi volvió a hablar fuerte y claro. En el Ball Room del hotel Sheraton, ante empresas e instituciones socias de Ceres, compartió una presentación titulada Ante la incertidumbre económica global y regional: ¿cómo impactará en Uruguay y cuán vulnerables estamos?" (1). Fiel a su estilo, hizo varias afirmaciones rotundas que despertaron el interés de los medios de comunicación y, a la vez, suscitaron fuertes reacciones en los militantes de izquierda que, una vez más, lo acusaron de "hacer política". Les propongo volver sobre algunas de ellas para, en seguida, analizar el papel de los centros de investigación como Ceres en el debate público uruguayo.
Durante su presentación Talvi discutió cuatro grandes asuntos. En primer lugar, examinó las perspectivas de la economía mundial y los desafíos planteados, en ese marco, para Uruguay. Afirmó que "la década que viene será muy distinta a la que acaba de terminar". El país -dijo- deberá procesar ajustes macroeconómicos "que duelen pero no matan" y reformas estructurales "difíciles de implementar". Hablando en criollo, Talvi piensa que el país enfrentará tiempos difíciles: la economía se seguiría "enfriando" y la moneda uruguaya tender a depreciarse.
En segundo lugar, analizó las perspectivas de la política económica en un eventual tercer mandato del FA. Incorporó al análisis prospectivo un punto importante. Sostuvo que la actual política económica (que caracterizó como "socialdemócrata") podrá mantenerse solamente si el FA no obtiene mayoría parlamentaria. El argumento es bien interesante: Talvi sostiene que el resultado de la votación interpartidaria es más importante que el de la votación intrapartidaria como predictor de la política económica. Volveré sobre este punto más adelante.
En tercer lugar, argumentó que el país no ha aprovechado la década de "bonanza económica" para sentar las bases de un desarrollo auto-sostenido. A pesar de la mejora en el nivel tecnológico de las empresas, Uruguay no ha logrado cambiar su perfil exportador tradicional (empecinado vendedor de commodities). Para respaldar esta afirmación presentó, entre otros datos, la evolución de un indicador sobre "sofisticación del paquete productivo" de Uruguay. La conclusión es impactante: "Solo el 10% es de sofisticación muy alta como por ejemplo la producción de hormonas, antisueros y vacunas".
En cuarto lugar, sostuvo que el país tampoco aprovechó el boom económico para transformar el tejido social. Aunque la pobreza medida por ingresos se redujo significativamente (pasó de 40% a 13%), "la pobreza educativa se ha quedado estancada en la última década con cifras alarmantes: el 64% de la población de entre 18 y 65 años no tiene secundaria completa".
Talvi no perdió el tiempo. Planteó cuatro temas realmente fundamentales para el futuro del país. Pero tengo una visión levemente distinta a la suya en lo referido a las perspectivas de la política económica. Creo que la interna del FA se interpreta mejor si en vez de distinguir, como propone Ceres, solamente dos corrientes ideológicas ("socialdemócratas" y "ortodoxos"), se diferencian tres: en una punta, la visión neoinstitucionalista del actual equipo económico; en la otra, la vocación estatista y anticapitalista de comunistas y emepepistas, y en el medio de estos dos polos, la corriente neoestructuralista que encarnan grupos como Compromiso Frenteamplista o la Vertiente Artiguista. La emergencia, en el contexto de los debates programáticos hacia el congreso del FA, del "grupo de los 8", pone de manifiesto que la segunda y tercera corrientes antes referidas están convergiendo en torno al programa neoestructuralista ("cambio estructural para la igualdad").
Con independencia del resultado de la votación entre partidos, esto es, más allá de si el FA logra o no mayoría parlamentaria, este último enfoque es el que está llamado a prevalecer en un nuevo mandato frenteamplista porque es el que predomina claramente en el programa de gobierno elaborado por el FA durante este año, y aprobado por el Congreso reciente. Es un libreto sensiblemente más "dirigista" que el guión astorista. También es más propenso al aumento de la presión tributaria, y más hostil hacia la apertura comercial. Pero, al mismo tiempo, coloca un énfasis mayor en la innovación, la ciencia y la tecnología, en la "sofisticación productiva", para decirlo en el lenguaje de Talvi. Eso, y no otra cosa, es lo que quieren decir los voceros del "grupo de los 8" cuando reclaman un "nuevo modelo económico".
Simpatizo abiertamente con el trabajo de Ceres y de su director. Ernesto Talvi dice lo que piensa apoyándose en información y siempre intenta señalar debilidades y amenazas. En un país como el nuestro, en el que la política sospecha tan abierta y persistentemente de los especialistas, y en el que el mediano plazo queda tan a menudo subordinado a las urgencias del presente, miradas como la suya merecen ser celebradas y favorecidas.
En una sociedad, como la uruguaya, tan politizada y tan signada por la competencia electoral, es virtualmente inevitable que su participación en el debate público sea vista como una "operación política". Para mi gusto es evidente que Ceres no trabaja para un partido político y que Talvi no busca votos. Ceres es un excelente ejemplo de un think tank al estilo de los del mundo anglosajón. Buscar influir en las políticas públicas apoyándose en resultados de investigación. Sus polémicas incursiones, falibles como las de cualquiera, contribuyen a mejorar la calidad del debate público.
(1) El resumen de prensa de esta presentación está disponible en: http://www.ceres-uy.org/pdfs/resumen_de_prensa_27-11_2013.doc.pdfAdolfo Garcé es doctor en Ciencia Política, docente e investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Udelar - adolfogarce@gmail.com